OPINION

20 años de 'GH': el reality que se engulló a sí mismo para seguir arrasando

Primer Gran Hermano con Mercedes Milá
Primer Gran Hermano con Mercedes Milá

Todo cambió en Telecinco justo hoy hace veinte años. El 23 de abril de 2000 se estrenaba el programa que cambiaría el entretenimiento televisivo para siempre, 'Gran Hermano'. El reality show había llegado para quedarse y hasta para contagiar a otros géneros de sus efectistas dinámicas. Incluso a los programas de información política que han incorporado ventanas de emisión, conexiones instantáneas y bandas sonoras de fondo dignas de 'GH'.

Aunque el gran invento de la tele-realidad aterrizó con ciertos temores. De ahí que su lanzamiento se justificara recalcando aquello de 'es un experimento sociológico'. De ahí que se buscara a una presentadora de reputación periodística como Mercedes Milá para narrar la hazaña.

El éxito de la premisa del formato consiste en que se reúne en un solo programa la fórmula infalible de varios géneros televisivos, pero con el superpoder añadido de que la historia sucede inmersa en la imprevisibilidad del directo ante los ojos de un espectador que se siente todopoderoso. No sólo decide el futuro de los concursantes, también disfruta con la malicia que otorga la percepción de contar con más información de la convivencia que los propios protagonistas del show. Así el reality cuenta con muchos factores rompe audiencias en televisión: el morbo del espacio de cotilleo, las tramas de un histérico culebrón, la pasión de un concurso que puedes votar -y nominar- desde casa e incluso la entrevista del programa de testimonio después de que se abra con fanfarrias la puerta de la casa al plató.

No es algo menor cómo se abre la puerta. Porque 'Gran Hermano' siempre ha sabido jugar con los rituales televisivos para dar más épica a cada paso en la historia. De frases remarcadas para la posteridad "la audiencia ha decidido que debe abandonar la casa..." a sintonías que envuelven el show de una emoción de la que no hay escapatoria.

La ingenuidad que atesoró la primera edición fue tan mágica como irrepetible. Es lo que tiene la fuerza de la espontánea convivencia de un casting que no sabía a lo que se enfrentaba y que, además, contaba con perfiles de participantes que sí representaban una parte diversa de la sociedad. Así 'GH' se transformó en todo un fenómeno televisivo, clave en el camino de Telecinco para transformarse en la cadena líder.

Dos décadas después, la fórmula de 'GH' sigue triunfando. Aunque ya sus concursantes se las saben todas. También la propia audiencia está resabiada. Así que 'Gran Hermano', en sus múltiples versiones, ha tenido que ir reinventándose para evitar el desgaste. Y el programa ha tenido la destreza para engullir desde dentro la propia esencia de 'GH'.

Mercedes Milá
Mercedes Milá dando el testigo a Jorge Javier Vázquez

Lejos queda el morbo que generaba la incomunicación de los concursantes, otra de las características decisivas del formato original. Ya no hay tiempo para esperar a que surjan los conflicto de manera natural. Ahora, en la primera semana, ya van recibiendo información interesada del exterior. Incluso visitas a los pocos días y pantallazos de tuits, que siembran el conflicto.

La tele-realidad ya no vive de encierros, la tele-realidad está más forzada e inducida que nunca. Todo vale para que el espectáculo no decaiga en un momento en el que el público necesita mucha tralla para no aburrirse durante las muchas horas que Telecinco dedica al reality adulterado.

Los de la productora Zeppelin demuestran creatividad y astucia a la hora de crear un complicado culebrón en directo con personajes tragicómicos, patéticos y adictivos mientras conviven en una realidad paralela en la que de la sensación de lo que menos importa es la realidad. Hasta perfilando los conflictos de sus vínculos en otros programas de la cadena desde antes de que se estrene la temporada del programa. Hay que empezar en alto. Nada de tomarse un tiempo para presentar a los concursantes como antaño. También ha evolucionado la posición de las cámaras robotizadas, de estar en el techo como si fueran grabaciones de seguridad a colocarse a la altura de los participantes para contagiar más verdad y menos claustrofobia en emisión. La tecnología de hoy permite más flexibilidad.  

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El último 'GH VIP' terminó arrasando en audiencias, con una media sin rival de un 32 por ciento de share. Pero no pudieron celebrar ningún éxito, ya que sufrieron una fuga de anunciantes en cadena que son los que hacen posible la rentabilidad del show.

Las marcas se bajaron de 'GH' por el regreso al foco mediático del caso de una participante que presuntamente sufrió abusos sexuales hace dos años en la casa de otro espacio diferente, aunque del mismo sello, 'GH Revolution'. Una edición que casi pasó desapercibida. Y quedó olvidada. De hecho, consiguió que el 'Gran Hermano' con anónimos desapareciera de la programación por sus menores rendimientos de audiencia. Telecinco se creyó que ya no funcionaban los realities con anónimos porque la audiencia no tiene paciencia para conocerlos. Aunque, en realidad, esta percepción es falsa como ha demostrado en enero el boom de 'La isla de las tentaciones' o en 2017 el retorno de 'Operación Triunfo'. El rendimiento (o no) de un programa depende de otras variables. 

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En 20 años, la casa de Guadalix ha mostrado la televisión más creativa pero, también, la más oscura de nuestra historia. Ahora celebra su 20 aniversario vacía, saboreando la adrenalina de la montaña rusa del éxito sin fin pero, paradójicamente, atisbando un futuro incierto. Pero el formato se volverá a reinventar porque la tele-realidad se ha alzado en un pilar crucial de la televisión tradicional, ya que en la actualidad la audiencia premia el espectáculo que favorece la acción que sucede en vivo y en directo. Y eso es 'GH': la vida en directo. ¿Cuál será el siguiente paso? ¿Abandonar la casa de Guadalix y plantar cámaras en casas reales de los participantes? ¿En casas de participantes... y espectadores? Todo es posible, tiempo al tiempo.

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