OPINION

Así asfixiará el reporterismo periodístico a las 'fake news'

Detrás del muro
Detrás del muro

Son tiempos de información simplificada, tiempos de proclamas políticas a golpe de los instantáneos 280 caracteres de Twitter.

En un mundo complejo y cargado de contextos, el golpe de efecto mediático, que reduce todo a blanco o negro, se abre camino ante una industria periodística que cae en la fácil tentación de ser altavoz del polémico (e interesado) retuit y no cuenta con demasiado margen de maniobra para ejercer su vital esencia de palpar la realidad en primer persona.

Trágico, pues en el periodismo de proximidad está uno de los principales antídotos para asfixiar las fake news que reinan en una sociedad que se cree informada pero, en realidad, está entretenida. Los bulos se expanden a sus anchas a través del uso actual de las redes sociales -como Twitter, Facebook e Instagram- y la mensajería instantánea -como WhatsApp-. Excelentes plataformas para estar conectados e informados pero que, aún, ni los usuarios ni los medios de comunicación han estudiado sus instrucciones de uso.

Porque la rapidez con la que se consume la información de las redes sociales hace que la intensidad gane a la profundidad y que la abreviatura gane a los contextos. Ahí es donde crece la política espectáculo de titulares grandilocuentes que manipulan prejuicios de los usuarios.

Es la base de la propaganda de siempre, ahora encarnada internacionalmente en la política de Trump, que ha sustentado parte de su éxito en una dialéctica que reduce la compleja realidad a la frivolidad del enfrentamiento de buenos y malos. Es la táctica propagandística de inventar un estigma y lanzarlo para que se propague. Las redes sociales hacen el resto: los que se lo creen y los que se indignan que, enfadados, se ponen a propagar y otorgar relevancia a ese mensaje tóxico.

Aunque ese mensaje no tenga ningún dato contrastado y, en ocasiones, ni siquiera sea un problema existente en la sociedad, la efervescencia de la pasión gana al pararse a pensar y, entonces, lo impregna de una falsa relevancia que nubla lo relevante. 

Y los medios de comunicación también pican el anzuelo: dando cancha a lo que irrita con titulares que triunfan por esa misma conmoción de la indignación. En vez de rebatir el asunto con datos se amplifica el cliché en el enunciado de la noticia para conseguir los clics que propicia el cabreo social. Causa-efecto, el mensaje interesado y no contrastado se sigue propagando. Un efecto dominó imparable al que sólo puede poner freno el periodismo más clásico.

El periodismo que digiere el enredamiento de las redes para ir a preguntar, cara a cara, a los protagonistas de la realidad. Incluso abrazarles si es necesario. Porque el periodista nunca fue un robot. Ante la saturación de impactos que lleva a una devaluaciación de la información de calidad, destacarán aquellas factorías periodísticas que se distingan por otorgar la perspectiva necesaria para entender lo que sucede. Y ahí será importante recuperar el reporterismo documental.

Es lo que ha hecho Gonzo esta semana con el documental Detrás del Muro, que ha emitido La Sexta y que ha sido desarrollado por el equipo de El Intermedio con ayuda de Save The Children.

Un imprescindible documental que ha realizado una radiografía de los migrantes de la ruta que va desde Guatemala hasta la frontera estadounidense, con testimonios incómodos de ver porque muestran en primera persona la cara de la realidad de una migración que está lejos de esos frívolos clichés de la política de ganar votos creando simplistas afrentas de película de superhéroes y villanos.

Detrás del muro evidencia que la migración es una huída de frustración, inseguridad y violencia. Lo hace a través de personas con nombres y apellidos. Sin especulación. Con su testimonio in situ. Duros testimonios que Donald Trump debería ver. Entonces, se daría cuenta que la realidad no es como la tuitea.  O tal vez no. Porque es Trump.

Pero lo que sí está claro es que los estigmas que se expanden con fuerza en las redes sociales serán asfixiados por los medios que inviertan con ingenio en el reportaje documental que acude a la noticia y, en cierto sentido, hasta se desnuda ante los protagonistas de la noticia. Lo ha hecho Gonzo gracias a un proyecto que surge de su programa, El Intermedio, lo hace La Sexta desde la perspectiva privada, pero es desalentador que RTVE, como compañía pública, no innove más en este género del reporterismo, fuera y dentro de nuestras fronteras. Porque reporterismo periodístico no es España Directo, Callejeros Viajeros o acólitos. Reporterismo es el valor de la información sin trampear en primera persona, donde TVE tiene tanta experiencia y, en la actualidad, debería tomar la delantera para abanderar la revolución del periodismo de enfoque, que pone la transcendencia de la inteligencia del contexto en épocas de fanfarrias.

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