OPINION

Cuando la política española se escribe como si fuera un show televisivo al borde de la cancelación

Centroderecha Colon
Centroderecha Colon
Europa Press

"La convivencia es como formar Gobierno. Hay que escuchar, pactar  ceder. Ceder. Y si eso no ocurre es un fracaso". Jorge Javier Vázquez ha aprovechado la última gala de 'GH VIP' para reflexionar sobre la política que lleva al país a nuevas elecciones.

Con la excusa de los conflictos a flor de piel en la casa de 'Gran Hermano', el presentador ha realizado un símil a los concursantes entre sus peleas y la importancia de ceder en la gestión pública para llegar a puntos de encuentro. Lo ha hecho un rato después de que Pedro Sánchez, presidente del gobierno en funciones, fuera entrevistado por García Ferreras en La Sexta. El titular que ha trascendido de este encuentro televisado desde La Moncloa es el siguiente: "No dormiría por las noches si hubiera aceptado la propuesta de Pablo Iglesias". Una frase que también podría brotar de cualquier concursante de 'GH VIP'. Porque la política, como la tele-realidad, utiliza técnicas para terrenalizar los discursos y seducir a los televotantes desde la emoción más ñoña.

Verborreas que, en los últimos meses, ha quedado más en evidencia que antaño. La sociedad observa como los políticos planifican su discurso como si de un programa o serie de televisión se tratara.

En tiempos de redes sociales y frenético consumo de la información en medios, el tablero político parece más volátil que nunca y el marketing ha acabado ganando a la ideología de la gestión de lo público. El hemiciclo se ha transformado en una especie de púlpito obsesionado con el posicionamiento del mensaje en 'Twiter'.  Hay que ganar en la narración del relato, hay que lograr influencia calculando bien los pasos que se dan. Pero forzar un giro de guion en el momento inadecuado puede volverse en contra.

Es lo que sucedió con la foto de la plaza de Colón del pasado mes de febrero. Huele a ejemplo lejano, pero ha sido decisivo en todo este tiempo. Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, unidos bajo la gran bandera, querían movilizar a su electorado por la unidad de España y consiguieron justo lo contrario. Estaban alzándose como los antagonistas perfectos para el guion de sus rivales.

Como una buena serie o un buen reality, los antagonistas son cruciales para alimentar la trama y alimentar la motivación de la audiencia. La foto de Colón puso en bandeja a Pedro Sánchez un voto útil contra una derecha que estaba cerrando filas con la extrema derecha. El PSOE capitalizó esa imagen y los votantes acudieron, después, a las urnas para frenar lo que significaba tal instantánea.

Aquel Colón fue un error para PP y Ciudadanos que se estudiará en años venideros en las escuelas de guionistas de un relato político, que inunda todo en estas elecciones eternas en las que vivimos.

Un juego de ajedrez de mensajes patentes y latentes, en el que Pablo Casado está sacando sus cartas con cierto ingenio. El líder de la oposición también ha introducido a una antagonista como portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo. Otra mala de manual para la izquierda pero que, en esa posición de personaje tan exagerado, logra un imán para aquellos votantes de derechas que se fueron del PP desganados y que, en las próximas elecciones, pueden volver porque observan que el viejo partido no titubea en la puesta en escena de la ideología agresiva. Lo que se complementa con el estudiado tono más conciliador de Casado.

Y, mientras tanto, los guionistas de Pedro Sánchez montan un macro evento en uno de los espacios multiusos de la Estación de Chamartín para visibilizar sus propuestas sociales, dejar claro que ellos son izquierda e insinuar que no se entiende cómo Podemos no ha querido votar 'sí' a la investidura de su Gobierno. Pero, en este punto, la sociedad no se cree ya este despliegue mediático tan artificial. El votante prefiere ver acuerdos a sentir que existe un derroche por mítines y teatros infinitos.

Los partidos buscan un nuevo elemento que dinamice su trama y los posicione mejor de cara a las nuevas elecciones.  Ahora ya no hay foto Colón como elemento 'antagonista'. De hecho, esta fotografía ya es el paleolítico en una política que varía frenéticamente rápido como reflejo de una sociedad en la que la información se consume con una velocidad instantánea, superficial y, a veces, simplista en donde parece que todo pasa y casi nada queda

¿Cuál será la próxima foto de Colón? ¿Habrá otra imagen que describa nuevos antagonistas para movilizar votos en las elecciones de noviembre? ¿Dónde estará el próximo vuelco dramático? ¿Quizá ya tiene nombre propio y se llama 'hartazgo'? En cualquier caso, la lección que dejan estos meses es que la política no debería planificarse como la tele, aunque a veces los partidos se estén creyendo sus propios juegos del marketing de poder. Todos quieren hacer un buen guion, pero si la soberana audiencia no empatiza con el trasfondo de la propuesta porque es fría, poco creíble o sobrectuada, se terminará cancelando la serie. 

Quizá al culebrón político español le falta un maestro de ceremonias, cual Jorge javier Vázquez con sus cobayas en 'Gran Hermano', que desde la lejanía les recuerde que no todo vale, que no se puede sobreactuar todo el rato. Que la gente, en su día a día, también cede. Cede mucho. 

@borjateran

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