OPINION

El aluvión de los 'docushows' frustrados, ¿las cadenas se los quieren quitar de en medio en verano?

Rosa López, matrona en 'Trabajo Temporal'
Rosa López, matrona en 'Trabajo Temporal'

Más que probar nuevos formatos en las vacaciones de verano, da la sensación de que este año las cadenas españolas aprovechan el estío para quitarse de en medio programas en los que no confían. Así, estos días, la audiencia está asistiendo a un aluvión de estrenos que pasan desapercibidos, pues su promoción no es nada consistente.

Este lunes, en La 1, TVE deja un pueblo sin mujeres en '7 días sin ellas', un docushow que pretende evaluar cómo se las apañan los hombres sin sus parejas heterosexuales en casa. Alguien pensará que este formato es moderno, pero la idea ya de por sí suena a ranciedad de otra época. No retrata su tiempo. Aunque lo pretenda. 

También, justo después de los hombres de Fernández de toda la vida, La 1 programa 'Trabajo Temporal'. Este docshow pone a famosos a trabajar en ocupaciones dispares. Por ejemplo, Rosa López (en la foto de arriba) será una matrona. Ya tuvo dos temporadas en emisión, pero tampoco trascendió socialmente, a pesar de que ha conseguido a personajes de primer nivel.

Mientras tanto Antena 3 ha lanzado 'El Contenedor'. Otro docushow, como los anteriores, que busca el impacto con personas viviendo un choque fuera de su área de confort. Sin ropa, buscándose la vida correteando por las calles desnudos y tapados con lo que encuentran. Este producto se grabó a finales de 2016. Sí, 2016. Casi tres años ha tardado en emitirse y ha aterrizado en los lunes de baja competencia de este verano para que coja aire y, al menos, brille el cartucho que esperaba en un cajón.

También Antena 3 ha colocado en los jueves 'Por el mundo a los 80 años'. Una muy buena idea, pero regular ejecutada. Este docu pone a abuelos a realizar el viaje de sus vidas. Una vez más, se intenta ese mismo contraste de protagonistas que se enfrentan a un hábitat diferente al que acostumbran, factor que comparten todos este tipo de programas.

Pero 'Por el mundo a los 80 años', además, cuenta con el valor añadido de mostrar lugares a los que viajar con la poderosa verdad que transmiten los abuelos, ingenuidad fruto de la experiencia que está aún por exprimir en la televisión actual. Sin embargo, el programa no ha tirado en su primer día. No ayuda que los jueves por la noche el público no está habituado a conectar con Antena 3, pero también tendrá algo que ver que la realización visual del show no es bonita de ver y el formato no entra por los ojos del espectador. Cuando la tele es entrar por los ojos. 

Es el problema que comparten todos estos docushows y los hace difíciles de distinguir: son fríos visualmente y no crean una iconografía propia para destacar. La mayoría no cuentan con una estética que favorezca la experiencia de sentir que se asiste a un acontecimiento televisivo único durante el visionado. Más bien recuerdan a programas de reportajes de un comienzo de siglo en el que reinaba el testimonio sensiblero.

Ahora, en cambio, el público demanda acción que entretenga con la combinación de humor, emoción e inspiración. Y, para eso, hace falta que estos formatos huyan de la obsesión por forzar la lágrima ñoña de 'El Diario de Patricia' que transmite la antítesis de la verdad que intentan. Y, claro, como consecuencia, algunos de estos 'estrenos' dan la sensación ser más añojos de lo que en verdad son. 

Al final, deben existir todo tipo de programas. Cuanta más diversidad, mejor. Pero estos docushows atesoran una buena premisa que está desaprovechada porque ninguno logra crear una cita en el público.  ¿Cómo lograr este hándicap? Como sí consiguen dispares formatos como 'Salvados' o 'Ven a cenar conmigo', para empezar se necesita una fotografía más cálida, un grafismo más estéticamente llamativo -para favorecer la fundamental iconografía que impulsa los productos televisivos-, una construcción mejor del desarrollo del relato desde antes de grabar y menos condescendencia en el tratamiento del contenido que, en realidad y aquí está el factor de fondo, sólo refleja una televisión acomplejada que, por eso mismo, no cala en la memoria. Porque para hacer televisión hay que tener ética, pero jamás complejos.

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