OPINION

El atrevimiento de Ibáñez Serrador que es una osadía en la TV de hoy y debería inspirar el futuro

Chicho Ibáñez Serrador
Chicho Ibáñez Serrador

"Sea honesto con el público, al menos una vez en su vida", dijo el perro hablador sentado en su confortable butaca. Se lo decía a su amigo, Chicho Ibáñez Serrador, que regresaba en aquella noche a TVE con Un, dos, tres... responsa otra vez.

Volvía con mucha expectación, con nuevos presentadores -Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca- y la sombra de la duda: ¿funcionará el veterano concurso frente a las hormonas de la juventud de unas recién llegadas cadenas privadas?

Y, con su socarronería, Chicho jugó a narrar las debilidades de su veinteañero formato a todo el país. Que si no iba a tener los grandilocuentes premios de El Precio Justo, que si las recordadas estrellas del show ya estaban en el geriátrico, que si no tendrían a la "exuberancia" de las Mamachicho de Telecinco. Que si, tal vez, se había quedado el programa desfasado.

Así que, haciéndose el asustado, con sus tablas del actor que siempre ha sido, Chicho se puso a anunciar la programación de sus rivales, justo cuando su estreno levantaba el telón tras una pausa para la publicidad.

Era la primera vez que el Un, dos, tres... tenía competencia y Chicho, a su manera, se puso a rezar la programación de la competencia con esa inteligente ironía del narrador que es maestro del suspense y que no se acompleja a la hora de reírse de sí mismo: "Me permito recordarles que ahora vamos a dar paso a la publicidad, pero que más o menos en estos mismos instantes en Antena 3 hay una serie nueva, que creo que está muy bien, en Canal Plus otra, de humor, y luego una buena película. En La 2 atletismo, en la cinco Topacio y aquí, en la primera cadena, empezará Un, dos, tres..."; terminó compungido Serrador.

Topacio, entonces, era mucho Topacio. Y el perro, respondió: "me temo que sólo vamos a verlo usted y yo". "Gracias por quedarse", remató compungido Chicho. Por supuesto, no vieron solos aquel retorno del Un, dos, tres. El programa arrasó en audiencia. Una temporada que, además, supuso una resurrección del formato desde el plató más grande de España en los ya desaparecidos Estudios Buñuel -en donde se han construido pisos de lujo con vistas a las Torres Kio-.

Pero, de nuevo, en aquel acido prólogo, Chicho recordó que no sólo es importante lanzar un programa al vacío el día de su estreno, sino también es crucial saber explicar al espectador antes el formato. Las narrativas y los tempos televisivos han evolucionado en estas tres décadas, claro, pero cada vez es más fundamental ambientar bien a los programas y series en su aterrizaje a una programación con espectador que  cree tener más acceso que nunca a una marabunta de contenidos .

En definitiva: envolver bien su estreno, ejercer de avanzadilla irónica para ir calentando el clímax en el ojo del público e incluso atrapando a la audiencia crítica. Porque en televisión no sólo basta con programar los programas también es importante explicar en su contexto esos programas. Chicho lo hacía con su arte de maestro narrador del suspense, arte que mantiene y que, hace solo unos días, demostró que sigue intacto cuando recogió su Goya honorífico por su cine.

Aunque Chicho ya en los setenta tuvo claro que el cine, la tele, el teatro y la radio era lo mismo. Eran mejor si los trucos de todos los géneros de cuenta-historias se retroalimentaban. De hecho, su Un, dos, tres... tenía mucho de los trucos de su cine y su cine tenía mucho de los trucos de su tele. Porque, al final, siempre derribó los clichés que cuadriculan las maneras de contar dependiendo de la ventana desde la que se cuenta. Siempre Chicho tuvo claro que no es tan importante el soporte de emisión, lo relevante es el ingenio de las historias.

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