ANÁLISIS

El cartel con el que Ferreras 'olvida' a Trump

Ol-biden a Donald Trump.
Ol-biden a Donald Trump.
La Sexta

Se ha abusado tanto en televisión de títulos descriptivos, rótulos incisivos, grafismos urgentes y ventanas con señales de vídeo en directo a ninguna parte que el espectador ya está inmune al ruido en pantalla. El cartel de 'última hora' ya no vale nada cuando se sobreimpresiona en la tele.

Los programas de actualidad apuestan por letreros parpadeantes con mucho rojo para activar la atención del público pero, a la vez, la sobreexposición del uso de esta dinámica visual ha acabado con la utilidad de esta táctica. Al fin y al cabo, todas las cadenas siguen patrones muy clónicos a la hora de posicionar sus anzuelos gráficos en emisión. Incluso en la manera de cebar próximos contenidos abriendo una especie de barra lateral. Empezó en 'Más vale tarde' de La Sexta, pero ahora lo hacen en todos los canales, ¿por qué? ¿realmente alguien se queda por el contenido que se avanza en ese lateral?

El error es que las sobreimpresiones en pantalla siguen tendencias demasiado idénticas. Como si prácticamente todos los canales optaran por la misma plantilla en sus espacios de infotainment. Cambian algún color de los patrones, pero no hay originalidad. Sólo saturación del mensaje.

Mal, pues en el desarrollo de un buen formato de televisión es importante concretar una línea de tono, visual y de contenido, que impulse el sello propio del espacio en cuestión. Ahí es decisivo diferenciarse con un concepto escénico en el estudio y en el diseño de los elementos de continuidad. Tanto en cabeceras, sintonías o grafismos. De esta forma, el grafismo también debe contar con una autoría, estética y en el lenguaje que utiliza.

Un programa puede optar por rótulos gigantes, otro directamente puede elegir limpiar su pantalla de obstáculos gráficos (como ha hecho 'Lo de Évole') para, así, obligar al espectador a centrar mejor su atención. Porque da la sensación de que se cree que el público ve o no ve un canal según el estallido de 'exclusivas' y 'últimas horas' que invaden su receptor. Cuando esa audiencia ya sabe que la noticia de 'última hora' tiene poco. Lleva la nevada casi dos semanas...

Pero, cuando ya ni nos fijamos en los rótulos, va el equipo de 'Al Rojo Vivo' de Antonio García Ferreras y pone un rótulo con juego de palabras: 'OL-BIDEN YA A DONALD TRUMP'. Así el titular vuelve a llamar la atención porque va directo a la complicidad con el espectador, esa complicidad con un punto osado que es de verdad el factor que construye la fidelidad de seguimiento diario de un programa. El público fiel, mientras que los cartelitos intercambiables van a por el seguidor infiel.

'OL-BIDEN YA A DONALD TRUMP' atesora el valor propio del formato de La Sexta. Casa con la autoría de Ferreras. Es más, potencia la autoría de Ferreras. Y define lo que debe ser un buen rótulo. Su cometido no es recargar por recargar para alcanzar ese impacto que retiene el ojo del espectador. Ese ojo del espectador de verdad se quedará mejor si ese elemento de rotulación aporta al discurrir del formato televisivo. Aporta al carácter único del programa más allá de la noticia del día, pues lo distingue de los demás, habla un idioma propio y, además, no es redundante: puede explicar y describir incluso desde la ironía. 

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