OPINION

La emisión del debate de investidura: cuando el espectador siente que se está perdiendo algo

Emisión de TVE del debate de investidura
Emisión de TVE del debate de investidura

Muchos lo piensan, pero TVE no produce la realización televisiva de lo que sucede en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Desde hace tiempo, el desarrollo de la señal institucional de la Cámara Baja es un concesión que sale al mercado y, ahora, lleva el grupo Mediapro. Su cometido es facilitar a todos los medios por igual una emisión oficial de lo que allí acontece, lo que propicia que, a la vez, la realización sea muy cauta y muy conservadora. No es tan periodística como debiera ser. Es una emisión institucional del Congreso.

La imagen se centra sobre todo en los discursos, aderezada con algún plano general de la sala y planos de reacción de los diputados cuando toca. Pero el espectador siente que se está perdiendo algo. Porque la experiencia de visionado en directo no sigue el ritmo que realmente merece un debate de investidura como el que asistimos estos días. El motivo: los planos de reacción suelen estar muy encorsetados y, salvo excepciones, no se llega a aquel gesto o mueca fuera que describe a través de la comunicación no verbal lo que está sucediendo en el epicentro del Congreso.

Y la comunicación no verbal es fundamental a la hora de retratar un lugar con una dinámica tan teatralizada por los propios políticos como es el hemiciclo del Congreso. Sin embargo, el protocolo de la realización visual es demasiado previsible y parece guiarse más por los predecibles aplausos o pataletas de las bancadas que por estar escuchando los otros detalles relevantes que van surgiendo durante el debate en la sala, aquellos que se salen del guion de lo esperable, lo que dotaría de más valor social la retransmisión. Pero para eso se necesita una emisión periodística con medios para no sólo escuchar el discurso, también saber escuchar y mirar los pequeños movimientos de las bancadas. No vale una señal tan marcadamente institucional.

Las cadenas intentan subsanar ese déficit televisivo intentando fortalecer la emisión con rótulos sobreimpresionados y pantallas partidas que potencien informativamente la retransmisión con más contenido. Por ejemplo, La Sexta abre una ventana con imágenes de archivo sobre los temas que van saliendo en el debate. También durante algunos segundos ha remarcado el discurso de Sánchez con su característica música de fondo, que distingue al canal de sus rivales. Aunque, esta vez, no ha abusado de la banda sonora épica.

Antena 3, por su parte, también añade un moderno grafismo con un diseño que otorga amplitud a la pantalla y en el que, esta vez, ha destacado un 'scroll' inferior por el que no cesaban de pasar, de derecha a izquierda, apuntes de información para ayudar a entender mejor las mecánicas de un debate de investidura como este.

Mientras tanto, Televisión Española ha realizado la emisión más limpia de la señal oficial como cadena pública. Sólo conectando con la imagen cedida del Congreso, optimizada por rótulos que otorgaban contexto. Mucho contexto incluso en su diseño. De esta forma, en la imagen de esos letreros se huye de colocar el logotipo del Telediario o de la propia TVE para incorporar un indicativo con uno de los reconocibles leones de la escalinata del Congreso. No es baladí. Así se contextualiza el lugar y la fuente de la que proviene una señal que no es de TVE.

Y todas las cadenas con un buen reloj que marque que la emisión es en decisivo directo. Mejor aún si también se añade un cartel de 'directo' tintado de rojo que proyecta en la sugestión colectiva que es noticia en vivo de 'última hora'. 

Pero el espectador siente que se está perdiendo algo. Normal, pues los fotógrafos acreditados en la sala cazan imágenes para la posteridad que esta emisión en muchas ocasiones ni capta ni se percata. Porque la retransmisión oficial aún no se ha quitado todos los corsés que demandaban antiguamente este tipo de señales institucionales y que incluso los propios partidos ya han ido desaprendiendo para estar conectados a los nuevos consumos audiovisuales. Y el Congreso también tiene que acercarse a la sociedad, a su manera. Eso no significa desvirtuar la solemnidad que requiere el Congreso. Al contrario, el Congreso, para aproximarse más a los ciudadanos, debe plasmar mejor los detalles cotidianos que suceden en las bancadas, a la vez que en los atriles. Esos detalles que dicen tanto porque no están escritos en ningún guion de los sabios asesores de los partidos. No quedarse sólo en el aplauso de guion previsible o en la cara de enfado pronosticable, que también. Es la forma de alcanzar ese retrato informativo transparente que va más allá, que informa en el vivo y el directo sin llegar tarde a ojos del espectador pero, al mismo tiempo, sirviendo como valiosa fuente documental para analizar nuestra historia con perspectiva en el futuro.  Un objetivo que se logra con la habilidad del periodismo independiente que fortalece las instituciones de todos, no con una emisión que parece un frío compromiso.

Y si no, la tecnología de hoy podría permitir ceder la señal independiente de cada una de las cámaras situadas en el hemiciclo y que cada cadena hiciera una retransmisión a su medida. Es la otra revolución. Y es que hasta las señales institucionales ya no funcionan con las rígidas mecánicas de antaño.

Borja Terán.

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