OPINION

El reto del 'Telediario' en la era del WhatsApp y Twitter

Ana Blanco, Telediario
Ana Blanco, Telediario

El espectador cree estar más informado que nunca. Pero sólo lo cree. Y ahí existe una oportunidad para los emblemáticos informativos de las cadenas de televisión, que tradicionalmente han sido un eje vertebrador de la programación de las cadenas. No sólo como espacios que ponen orden en la parrilla con dos ediciones de reconocible horario estable, también como referentes que otorgan la influencia de la credibilidad a la emisora en cuestión.

Pero, con el paso de los años, cada vez tiene menos sentido la fórmula clásica del 'Telediario' como contenedor que resume lo acontecido en el día a través de una rígida escaleta -guion del orden de las noticias-. Gran parte de los espectadores ya conocen lo que ha sucedido. Es más, tienen la información a sólo un clic en su teléfono móvil., ya sea a través de las redes sociales, prensa online o el propio WhatsApp. Aunque no busquen noticias, les llegan las noticias. Verdaderas… falsas. Por tanto, este espectador -que se está transformando paulatinamente en usuario- ya no siente la necesidad de acudir a las 3 de la tarde o a las 9 de la noche a la televisión para ver qué ha pasado. Al contrario, puede hasta pensar que ya conoce a fondo la trepidante actualidad. Pero no, la conoce en superficie. 

Ahí es donde se abre un necesario camino para las televisión: en tiempos en la que la tecnología arrasa con todo, es el momento de volver al periodismo más elaborado que otorga contexto en una época en la que no hay tiempo para los contextos

En la actualidad, todo se resume tanto que el reto de los 'Telediarios' está en líneas editoriales con la capacidad de desaprender el hábito de dar relevancia constante a los titulares cocinados en la rueda de prensa prefabricada, quitar los corsés  de viejas jerarquizaciones informativas estancas  y permitir más espacio al reportaje propio, que dota de perspectiva a lo noticioso. Divulgar y dar armas para entender, en definitiva.  

Pero, ¿apostar por periodismo más elaborado dará audiencia al canal? Sí, si este objetivo se alcanza con narrativas abiertas a la creatividad. Y esto no significa abusar de los efectos de la realidad aumentada cuando no es necesario. El valor añadido está en los relatos del periodismo sencillo, el que no pierde el contacto con la calle y que responde a las demandas sociales. El periodismo que se queda en los despachos, que plasma la realidad, que hace hincapié en los detalles que producen causas y consecuencias, no sólo en la simplificación de un resultado.

Así las cadenas deben interiorizar que es decisivo permitir la relevancia del periodista con nombre propio, que el espectador acaba conociendo porque representa la credibilidad honesta del autor. Hay que incentivar los enfoques que marcan su propia agenda y dar la visibilidad que merecen.

Visibilidad, tan vital. Porque las crónicas para el 'Telediario' ya deben realizarse para circular en una doble vía: en la emisión dentro del informativo y, a la vez, para su consumo multiplataforma posterior (o incluso anterior, todo depende, en TV no hay que se cuadriculado). Los reportajes deben fragmentarse, sí, pero luego hay que comprender que deben moverse con intuición para que tengan otra vida propia por las redes y fluyendo por las aplicaciones móviles. Porque la televisión ya no sólo se ve por la televisión. No vale con cortar el contenido y lanzarlo al vacío, hay que posicionarlo y colocarlo de forma accesible y fácil.

Para que el espectador acuda al 'Telediario', el 'Telediario' necesita acudir a las plataformas en las que se consume la información. Da igual la duración de la pieza, lo decisivo es que la información cuente con una entidad que pueda consumirse en diferentes soportes

También en lo que se refiere a la puesta en escena. La rotulación de las 'Telediarios' necesita reorganizarse. Cada informativo, debe incorporar su marca a las piezas como sello de reputación. Un logotipo sencillo, elegante y poco molesto, integrado con el resto de letreros que aparecen en emisión y que no obstaculiza el visionado. Al revés, debe fomentar el formato panorámico de la experiencia visual.

Al mismo tiempo, en estas piezas, hay que destacar la autoría y día de elaboración, junto al logo del informativo. De esta forma, aunque no se vea en la tele, el público de un vistazo sabe la fuente que ha realizado el vídeo.

Otra historia es la escenografía de los platós. Es hora de dejar atrás el tópico de mapamundi y diseñar sintonías y decorados que diferencian al canal de un golpe de vista. Ahí también se abre un universo de posibilidades según los intereses de que cada compañía.  

Lo que está claro es que los informativos de las cadenas ya empiezan a dejarse de sostener con el formato de bustos parlantes que leen noticias de forma excesivamente aséptica e intercambiable. Su futuro está en ser un suplemento documental que favorece en el espectador la enriquecedora cualidad de adquirir herramientas para comprender y tener datos con contexto. Porque el dato sin contexto no siempre se entiende. En épocas de consumo de información frenética, el antídoto televisivo vendrá de unos 'Telediarios' más versátiles en estructura que, sobre todo, atraerán el interés a través del relato de historias con la fuerza de la perspectiva. 

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