Burbujas

El parecido razonable entre Twitter y Telecinco que define la deformación de la realidad

Emma García, 'Viva la vida'
Emma García, 'Viva la vida'

Telecinco ha logrado el hito de ser un medio de comunicación que se alimenta de sí mismo. El canal de Mediaset convierte a sus personajes en la noticia. Ya casi ni necesita salir fuera del plató para tomar conciencia de la realidad: su factoría de realities y programas crea tramas apasionantes con sus propios colaboradores hasta transformarlas en un acontecimiento. Tanto que tener sintonizado todo el día Telecinco puede provocar la sensación de que parezca histórico lo que, en realidad, es accesorio. Desde una inesperada llamada telefónica de Isabel Pantoja hasta algún giro en la vida de Adara. Pero ¿quién es Adara? Se trata de un personaje de la tele-realidad que sólo conocen los fieles de Mediaset, pero que no está en el imaginario colectivo masivo. Aunque los fans de Telecinco crean que sí, que lo que le ocurre a Adara es constantemente trascendental.

Lo mismo sucede con la intensidad con la que se vive Twitter, red social en la que muchos usuarios viven confinados, inmersos en una burbuja de debates que no siempre están en la realidad social. La intensidad con la que se consume la información que fluye por esta plataforma hace que lo que indigna se expanda con ímpetu a golpe de retuit, como si nos fuera la vida en ello. Bulos, tabúes, insultos y estigmas incluídos. Aunque estos temas sean en realidad muy minoritarios y no estén en la agenda de la sociedad. Porque, en muchos casos, son temas que la sociedad, en la práctica, ya tiene más que superados. Aunque dos tuits desubicados o malintencionados nos hagan creer que no.

El problema aparece cuando los medios de comunicación también viven en Twitter y dan reputación noticiosa a polémicas, controversias y especulaciones que son sólo ruido viral y vacío, que no representa la sensibilidad del país. Y, de este modo, convierten en noticia una supuesta polémica apenas sostenida por unos cuantos tuits. Y esos propios titulares retroalimentan y engordan la "polémica" en busca del clickbait. Pescadilla que se muerde la cola, círculo vicioso. Eso sí, si vives atrapado en Twitter, es fácil que pueda parecer relevante lo que no es, sin que siquiera sus usuarios sean una muestra representativa de España.

Tampoco en el caso de las instituciones o partidos políticos. No obstante, en ocasiones, puede dar la sensación de que en la política actual están más pendientes del márketing de la influencia y el escaparate en las redes que de trabajar verdaderamente por la colectividad. Hasta parece que algunos políticos (y sus asesores) han llegado a la conclusión de que protagonizar un meme, aunque sea ridículo, puede servir de infalible cortina de humo para que no se hable de lo crucial.

Porque lo demagógico avanza con más fuerza en Twitter. Nada de matices o contextos: las tesis más sobreactuadamente polarizadas se abren camino con más 'retuits' y 'followers'. Porque se retuitea más lo que ofende que lo que enriquece, más lo tóxico que lo constructivo, más el bulo que el desmentido del bulo. Y así se da más visibilidad al dislate que a la certeza. Y parece que hay que opinar de todo, aunque no tengas ni idea. O, peor aún, que todo se vuelve opinable. Muchas realidades simplemente son, independientemente de lo que tú opines de ellas.

Quizá la sociedad está aún aprendiendo a utilizar las redes sociales. Pero no, la vida no es un tuit. Y España no es lo que se debate en tiempos de ruido en Twitter, donde los algoritmos recalcan lo que ves o no en función de retuiteos que suelen ser impulsados por lo que nos enfada. Y los medios más sensacionalistas lo saben y lo aprovechan: nada como un titular terriblemente homófobo sobre Pablo Alborán para conseguir que todos lo veamos y caigamos en el clic, porque no para de ser retuiteado desde la indignación o el "hay que denunciarlo".

Tampoco España es como se grita en los platós de Telecinco, bajo esa entrañable excusa de que 'en la casa todo se magnifica'. Aunque cierta razón tienen, porque si te quedas dentro de una burbuja, detrás de un móvil, un ordenador o un televisor, es posible que pierdas la empatía que otorga mirar a los ojos y tocar a diario lo cotidiano, las dificultades, los complejos y las brechas con los pies en el suelo. Palpando lo verdaderamente importante.

En la calle, la sociedad es más empática, la sociedad está intentando crecer como puede en su día a día. Al final, en ocasiones, muchas ocasiones, Twitter es un poco como ese colaborador de Emma García que da acaloradamente una opinión que nadie le ha pedido. Y al revés: si Twitter fuera colaborador de un programa de Telecinco, quizá se parecería mucho a José Antonio Avilés, siempre vociferando y con cero preocupación por la verdad. ¿Sabéis quién es Avilés? Hay que ver Telecinco para saberlo.

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