OPINION

La dificultad desapercibida del ballet de 'Tu cara me suena'

Bailarines de 'Tu cara me suena'.
Bailarines de 'Tu cara me suena'.

Hubo un tiempo en el que los bailarines de los programas casi eran tan famosos como los presentadores en televisión. El ballet Zoom de TVE llegó a tener hasta canción identificativa propia. Su importancia era crucial como elemento narrativo en la versión de Valerio Lazarov del mítico y vanguardista programa 'Señoras y Señores' .

Atrás ha quedado ese concepto de ballet estelar que se presentaba como una estrella del pop, pero el cuerpo de baile siempre ha ido acompañando a la televisión. De los complejos números musicales del 'Un, dos, tres' a las galas de fin de año. Siempre los ballets ayudan a redondear la propuesta escénica que se quiere narrar en una actuación musical. A veces, además, sirven para dar más dinamismo a toda la escenografía del programa o, por supuesto, a la propia sintonía del show. De hecho, 'Pasapalabra' arrancó en el año 2000 en Antena 3 con Silvia Jato al frente y la compañía de unos bailarines que danzaban al son de la canción del concurso.

Pero la coreografía en televisión ha dado un salto en calidad. Ya el público no espera sólo el baile fácil que pueda reproducir el niño y la abuela desde casa, tampoco se conforma con elencos pensados para motivar aquella sensualidad básica de catálogo de cuerpos esbeltos que hacían que bailaban aunque sólo sabían contonearse. Y con torpeza. Ahora el interés televisivo crece con el arte que hace más interesante a ojos del espectador la historia que se pretende narrar, ya sea en un musical o en una ficción.

Es el momento de impulsar y regresar aquella dirección artística clásica en la que la coreografía y los bailarines son un organizado engranaje crucial para redondear con más brillo la propuesta escénica. El equipo del talent show 'Fama, a bailar' en sus últimas temporadas en Movistar Plus lo ha conseguido con modernidad. Han plasmado música con la sensibilidad de la expresión corporal de su tiempo. Así la televisión logra sumergir a un espectador en una experiencia que atrapa porque emociona. El baile no es relleno gratuito.

Un cometido que consigue especialmente desde la televisión generalista Miryam Benedited, como coreógrafa de 'Tu cara me suena'. A priori, un programa de imitaciones parece fácil pero sufre una dificultad extra: clonar icónicas actuaciones puede verse cutre o desfasado en el plató de un talent show en 2020. Pero el formato de Gestmusic y Antena 3  destaca porque sus propuestas adaptan a la vanguardia de la actualidad su vieja esencia. Porque los ritmos no son iguales que, por ejemplo, hace cincuenta años. En este sentido, Benedited acopla las coreografías icónicas para que funcionen con el tono de los años en los que nos movemos y no chirríen dentro del homenaje que les hace la tele de hoy, mientras que diseña otras totalmente nuevas para hits que no tenían bailarines y en 'Tu cara me suena' lo necesitan, como es el caso de la siguiente imitación de Whitney Houston de Soraya Arnelas. Tiene que mejorar el resultado, no malograr el recuerdo:

Y es que actualizar sin perder lo reconocible de una obra original puede ser más engorroso que crear una coreografía de cero. No se puede decepcionar, no se puede desvirtuar. Pero Benedited, su ayudante Borja Rueda y el equipo de bailarines del programa salen a jugar recordando que no son parte del decorado, son arte y parte del how.

Ya quedaron desfasadas esas 'noches de fiesta' televisivas en las que los bailarines sólo hacían bulto para dar sensación de mogollón, es el momento de volver a poner en valor a los bailarines en televisión. Porque, como aquel legandario ballet Zoom, con sintonía propia, los bailarines de programas como 'Tu cara me suena' u 'OT' tienen más relevancia de lo que nos fijamos en la fuerza del resultado visual que quede para la posteridad. De hecho, son hábiles los formatos que potencian su relevancia como personajes más de las tramas del formato en sí, destacando su nombre de pila y todo. 'Tu cara me suena' lo hace. El espectador se fija, empatiza con su talento, incluso tiene su bailarín favorito. Son protagonistas secundarios, sí, pero los grandes actores secundarios si son realmente buenos y están bien dirigidos siempre son claves para que la obra final sea mejor.

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