OPINION

'Ninja Warrior': lo mejor y lo peor del retorno del 'Humor Amarillo' de atletas

Ninja Warrior
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Sólo uno es Ninja Warrior.

Ninja Warrior ha regresado a Antena 3. Serán sólo seis episodios. Uno más que en la anterior temporada. Pero sólo uno más. No hay que abusar de este formato que funciona mejor en pequeñas dosis, ya que cuenta con una mecánica repetitiva que se desgasta con el paso de los días.

En el recuerdo de la televisión en España, este formato recuerda a Humor Amarillo: personas intentando superar un delirante recorrido de pruebas físicas. Si caen al agua, termina el jugo. Sin embargo, la diferencia con el programa del chino cudeiro está en que Ninja Warrior no se basa tanto en reírse de los trompazos de valientes anónimos que se atreven a la yinkana y se centra en atletas como participantes. Porque para participar en Ninja Warrior hay que ser atleta. Aún mejor si lo haces sin camiseta, para que se vea bien la musculatura, que eso siempre da audiencia. 

Y la fórmula engancha. Tras ver caer a un participante, pica la curiosidad de quedarse al siguiente para observar cómo lo hace. Si mejor al anterior o no. Si pasa los obstáculo o es engullido por las aguas. El programa, además, intenta dar una variedad de perfiles de personajes para hacer más entretenido el show. Que si uno disfrazado de felino, que si otro es un torero que es idéntico a Jesulín de Ubrique...

Todo aderezado por los comentarios de Arturo Valls y Manolo Lama, que narra como si estuviera locutando el videojuego de la FIFA. Aquí es donde ha mejorado la segunda temporada del programa. Ahora, los dos presentadores están más compenetrados a la hora de comentar el devenir en la pista de los diferentes participantes. Y Valls lleva aprendidos un puñado de chistes a tono con la historia de cada concursante para amenizar al personal.

Pero lo peor del programa sigue siendo que aturulla a la audiencia. Está bien que exista cierto bullicio para transmitir por televisión cierta tensión de lo inesperado, pero Ninja Warrior confunde bullicio con alboroto. Un estresante ruido contagia toda la emisión, lo que acaba siendo un obstáculo para el disfrute real. Tanto fervor no es necesario. Basta con el humor y la emoción de descubrir si llegan los participantes al final de Ninja Warrior. Eso, y ver si los atletas participan quitándose la camiseta o, en su defecto, mojándosela.

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