OPINION

No solo Guindos: el otro adiós que es una bomba de relojería para la economía española

La saga/fuga europea de Luis de Guindos con destino final en la vicepresidencia del BCE -un cierre de trayecto dorado por el que se embolsará casi tres millones de euros en ocho años- abre un importante agujero en el gabinete Rajoy y, más importante, plantea una pléyade de interrogantes tanto en el ámbito económico como político. Las líneas abiertas para la sustitución del político madrileño son conocidas y se repiten casi sin disidencia en las diarias comidas del eje Castellana-Jorge Juan. Por un lado, Arias Cañete y otros cuadros del PP no dudan en promover la opción Tejerina, mujer y con buen enganche europeo. El propio Guindos deja caer 'sus' nombres, como serían Iñigo Fernández de Mesa o Román Escolano, aparcados en Rotschild y el BEI, respectivamente. Los 'nadales' también juegan la partida-aunque no falta quien recuerda que Rajoy ya ha cumplido haciendo a Álvaro ministro a los 40- y otros tiran de 'outsiders' y citan a los Piqué o Becker. En esto, con el inquilino que habita en Moncloa, apostar es perder.

Lo que es garantía de éxito, sin embargo, es recordar que este nombramiento tiene una relevancia extraordinaria. En primer lugar, porque se produce en un momento de inusitada debilidad del partido en el Gobierno, al que las encuestas dan ya claramente por detrás de Cs, un rival al que los populares, en tanto cuña de la misma madera, desprecian casi tanto como temen. "El PP se esta desmoronando -explicaba recientemente un profundo conocedor de la formación de Génova-. Los datos son abrumadores y, sin embargo, el partido vive en la tesis del 'too big to fail'. Pues bien, también el socialismo francés cayó, por ejemplo. Y ya hay colas de concejales del PP "ofreciéndose a Cs mientras Rivera culmina la evolución al centro". En ese contexto, Rajoy debe decidir si cambia el dibujo del equipo y acomete una renovación de calado de su gabinete para recuperar impulso político o si -como es su costumbre- es fiel al 'catenaccio' y solo cambia delantero por delantero.

Pero además de lo obvio, el movimiento es determinante porque la marcha de Luis de Guindos al BCE, que se haría efectiva en torno al mes de mayo, coincide con el vencimiento del mandato de Luis María Linde como gobernador del Banco de España. Es más, Linde no se va solo. Su numero dos, Javier Alonso, tomará también la puerta de salida, tras comprometerse por carta -al asumir la vacante dejada por Fernando Restoy en julio de 2016- a solo permanecer en el cargo mientras lo hiciera su jefe. Y si el nombramiento del sustituto de Guindos pertenece a Rajoy, la designación de gobernador y subgobernador del Banco de España ha sido a menudo cuestión de controversia política. No en vano, el propio PP dinamitó los consensos para estos cargos cuando vetó a Soledad Nuñez como segunda de a bordo del supervisor allá por el año 2012. No parece que Sánchez vaya ahora a poner las cosas fáciles con las encuestas en contra y tras las concesiones hechas a regañadientes al Gobierno durante la crisis catalana. De hecho, la hoja de ruta socialista pasará en los próximos meses por ir quemando puentes.

Todo ello invita a alertar sobre el riesgo para la economía de una revolución en sus principales timoneles o, aún peor, de un 'impasse' generado por la pelea partidista PP-PSOE que se adivina en el supervisor. Desde lo micro, además, se trata de designaciones importantes para el propio Guindos, que debería tener buena sintonía con el gobernador del Banco de España, en tanto éste se sentará en el consejo de gobierno del BCE. No hay que escarbar mucho en el supervisor y en el propio Ministerio para darse cuenta de que las relaciones entre el todavía ministro de Economía y Linde no son para sacar pecho. Y eso que, según cuenta un asiduo del entorno de Guindos en aquella época, el ministro se decantó por Linde cuando ya había un pacto cerrado con Fernando Becker (Iberdrola) para que se pusiera al frente del banco. Visto lo visto, sería mejor evitar este tipo de escenarios de desafección, teniendo en cuenta que es la imagen de España en los organismos internacionales lo que está esencialmente en juego.

Una reflexión que cobra fuerza si se recuerda que tampoco Guindos y el actual presidente del BCE, Mario Draghi, se felicitan efusivamente las Pascuas. El italiano aún tiene por delante meses de mandato antes de que, según se da por descontado, asuma el cargo el 'capo' del Bundesbank, Jens Weidmann. En este sentido, más de uno en el actual consejo de gobierno del BCE, alineado con el presidente, no está por la labor de ponérselo fácil al actual ministro de Economía español. Basta con recurrir al artículo 283.2 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea para darse cuenta de que tienen argumentos. Ese documento deja claro que el vicepresidente del supervisor europeo debe tener "experiencia profesional en asuntos monetarios o bancarios", es decir, debe tener una trayectoria como banquero central. Cuando Pedro Calvo, director de Bolsamania, preguntó al ministro por este particular durante su rueda de prensa de la pasada semana, éste se limitó a balbucear un argumentario.

"Es verdad que el consejo de gobierno del BCE tiene que pronunciarse sobre el nombramiento del vicepresidente. Pero no estamos ante un planteamiento no vinculante", explican fuentes conocedoras de la estrategia de Guindos. "Está claro que a nadie le gusta entrar en un sitio con un pronunciamiento en contra de sus pares, pero el ministro tiene confianza en revertir esa sensación en las comparecencias que tiene en las instancias europeas. Y tiene una baza secreta, que es el Popular. ¿Puede alguien decir que no tiene experiencia bancaria alguien que se ha movido por criterios estrictamente profesionales en un asunto que tenía tantas derivaciones políticas como era el caso Popular", subrayan. De una forma o de otra, el 'milagro económico' que Rajoy aprovecha cualquier ocasión para vender afronta movimientos tectónicos y una nueva estructura de fuerzas. ¿Para dos años de legislatura?

Mostrar comentarios