OPINION

La "mayoría cautelosa" o el voto del miedo a quedarse otra vez sin empleo

sanchez
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Los datos sobre el tremendo parón que se ha producido en el consumo de los hogares españoles y la inversión en bienes de equipo, dos de los motores básicos de nuestra economía, confirman la tormenta que se avecina y el miedo que empresas y familias tienen a gastar, por si viene mal dadas y empiezan a caer puestos de trabajo. Por ahora resulta impensable que se trate de una recesión económica tan fuerte y larga como la que se generó con el pinchazo del sector inmobiliario, incluso hay quien descarta que vaya a ser un impacto fuerte en España, aunque se vaya a producir sin un Gobierno capaz de arreglar nada. Es cierto que los bajos tipos de interés y la mejora de la exportación han permitido reducir el endeudamiento de las empresas, y que España aún crece, pero la tendencia a la baja en la actividad es muy clara.

En este momento de penumbra económica entre dos aguas, hay dos sectores básicos sobre los que poner la lupa en los próximos meses para evaluar por donde puede venir el golpe. El primero de ellos, la banca, viene dando noticias cada día sobre ajustes de empleo multitudinarios y cierre de oficinas, a la vista de que la rentabilidad entre coger dinero y prestarlo, con los tipos de interés bajo mínimos, es una ruina, de forma que la única manera de mejorar sus cuentas de resultados es el recorte de costes (personas y sucursales) y la apuesta por la tecnología para atender a la gente. El otro camino para mejorar ratios son las operaciones corporativas, pero en este ámbito, nadie en España se atreve a integrar dos bancos sin contar con el beneplácito del Gobierno, incluso de las autoridades europeas, y ahora eso es imposible hasta el 10-N, incluso puede serlo después. Hay analistas y exaltos cargos del Gobiernos que operan en el sector privado al máximo nivel, que auguran unas cuantas integraciones bancarias en cuanto haya un Ejecutivo que lo pueda avalar.

Llevamos casi cuatro años de incertidumbre política y vamos a completar siete elecciones desde el 15 de diciembre de 2015, y a estas alturas no hay empresario o banquero que pueda calcular o descontar en sus previsiones el coste de la incertidumbre. “Si solo fuera estimar el riesgo de una u otra opción, sería fácil, pero en estas situaciones, no hay quien pueda predecir nada que se pueda cuantificar”, advertía un banquero esta semana. El problema es que este primer gran sector en adelantar los efectos de la crisis está llegando a los bolsillos de los particulares en forma de más comisiones en la operativa y las cuentas bancarias, planes de pensiones penosos y hasta pagos por los depósitos para empresas y clientes.

El otro gran negocio en el que se ve la sombra de la desaceleración con claridad, más allá de los datos fríos del cuadro macroeconómico, es todo el ámbito de la automoción. No solo el ensamblaje de coches, en lo que España es la segunda potencia de Europa y la octava del mundo, sino también en toda la creación, diseño y comercialización de componentes de automoción, donde operan más de mil empresas, que exportan más de la mitad de todo lo que producen. Es conjunto, su peso en el PIB es casi el mismo que el turismo, con el agravante de que se exportan el 80% de los vehículos que se hacen, de forma que la vulnerabilidad es alta y los tuits de Trump o las crisis en Alemania (que está casi en recesión) son un peligro inminente para España.

La mítica planta de Ford en Almusafes ya fabrica cien coches menos que antes cada día y en todas las plantas se han planteado ajustes y recortes, solo a modo de aviso de lo que puede venir. Los malos augurios contra el diésel y la tremenda apuesta que hay que volver a hacer para mantener el liderazgo en innovación y tecnología que tienen el sector, y no perder el tren de híbridos y eléctricos, son un handicap a futuro importante. 

Banca y automoción son solo la punta de lanza de una tendencia a la baja de la economía que cada día da más miedo, no tanto por la envergadura que pueda tener -dado que partimos de una buena situación con España en crecimiento- como por el recuerdo de lo que hemos pasado. Como se publicaba en este periódico, todo apunta a que en los próximos dos años se van a crear 70.000 empleos menos de los que había previstos, hasta el punto de que, antes de reducir un millón de parados pendiente aún en el acumulado de la crisis, vamos a volver a aumentarlo de nuevo.

No sabemos si es la hora de la economía en la campaña electoral, como auguran algunos líderes políticos, pero si está claro que las malas expectativas de la economía y el empleo, que ya están recortando el consumo y la inversión, van a abrir la puerta al miedo entre la gente, que no querrá volver a ver como el banco le ejecuta la hipoteca o se queda sin trabajo y tiene que tirar de ahorros de nuevo. Algunos políticos lo llaman “la mayoría cautelosa”, entendida como el voto sensato que busca estabilidad (ya nadie habla de voto útil), pero la realidad es que tiene un alto componente de voto del miedo a lo que sufrimos, que puede volver porque llevamos demasiado tiempo con unos políticos fracasados que no saben hacer su trabajo.

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