OPINION

Objetivo septiembre: el virus vencido y una mayoría para los Presupuestos

Sánchez confirma a Félix Bolaños como jefe jurídico y mano derecha de Redondo
Sánchez confirma a Félix Bolaños como jefe jurídico y mano derecha de Redondo
EFE

Aunque parezca mentira en plena pandemia y todavía con más de cien muertos sobre la mesa cada día, las fuerzas políticas juegan su partida propia de ajedrez, colocan peones y marcan estrategias para no perder la cabeza una vez que se acabe el trance del coronavirus y poder mantener sus sillones, casi como antes. El movimiento más claro de todos, como casi siempre, lo dirigen Sánchez y sus ministros negociadores, con el objetivo de que, al menos, parezca que es posible volver a la mayoría de la moción de censura, la de todos contra el PP que dejó a Rajoy fuera tras la sentencia de la Gürtel.

Los más allegados del gabinete presidencial de siempre, como José Luis Ábalos y Carmen Calvo, son los encargados de negociar a dos o tres bandas, con el objetivo de meter en el mismo redil a los separatistas de ERC con los liberales de Ciudadanos, algo casi antinatural si no se hace por partes, unos para una cosa y otros para otra, pero con un mismo objetivo: llegar a septiembre con opciones de sacar una mayoría absoluta garantizada para aprobar los Presupuestos de la pandemia, los que tienen que servir para sacar la cabeza como se pueda a lo largo de 2021, siempre que la enfermedad nos deje.

Visto así cabe pensar en que se trata de un objetivo loable (faltaría más), pero no hay que desdeñar lo que significa para la coalición de izquierdas en minoría superar ese trance y presentar un consenso político ante Bruselas: prácticamente se aseguraría la legislatura, con unas cuentas de guerra ahora, susceptibles de ser prorrogadas si dentro de un año (a saber cómo estaremos entonces) no se obtiene otra mayoría, pero que nos llevaría a tres años y pico de legislatura y a las puertas de otras elecciones, sin tener que sucumbir ahora, en apenas el primer emvite, ante las urnas.

Es cierto que nadie esperaba al maldito virus, pero la adaptabilidad de la estrategia política a estas situaciones es, cuando menos, sorprendente. Si se alarga la alarma y la desescalada a todo el mes de junio, como parece inevitable e incluso lógico, habremos llegado a las vacaciones y a la suspensión del periodo de sesiones en el Congreso hasta otoño. En julio y agosto, con el verano tradicional español renaciendo y sin sesiones de control ni debates sobre decretos, es tiempo para recoger medallas, evitar agravios más allá de las protestas populistas de Vox y poner toda la maquinaria en marcha para aprobar las cuentas públicas. Si hace falta hacer demagogia o llevar la atención a otro sitio, siempre queda la comisión para la reconstrucción del Congreso, donde el paciente Patxi López se encargará de disolver responsabilidades para que nadie cargue con demasiada culpa de los más que posibles tropiezos.

El objetivo ideal que ronda en los estrategas de Moncloa es transparente: llegar a otoño con la crisis vencida y una mayoría suficiente para sacar su Presupuesto. Hasta lograrlo, el camino está flanqueado de fuegos artificiales de todo tipo: desde el plan para desatascar la Justicia que de repente se ha inventado Juan Carlos Campo con más pena que gloria, hasta el ‘affaire’ de la presidenta de Madrid y su suite doble del Room Mate, que le amenaza solo a ella o a sus socios de Gobierno en Madrid; es decir, miel sobre hojuelas para los socialistas, que no hacen ni siquiera ruido para un caso con más recovecos que otra cosa y que les puede poner el apoyo de Ciudadanos más en bandeja que nunca.

El otro movimiento de ajedrez desde Moncloa ha venido de la parte de Pablo Iglesias y su impuesto para los ricos. Para calentar la comisión para la reconstrucción y dejar claro que no se va a dejar manejar sentado a la derecha del ‘jefe’, sale a la palestra con su idea de castigar a los ricos donde más les duele, en la cartera. Si eran pocas las dudas sobre la validez de un Impuesto del Patrimonio que nació de forma coyuntural hace casi tres décadas para compensar la desigualdad de la riqueza que entonces había, nadie se toma en serio todavía la capacidad del Gobierno para enterrarlo de un plumazo y elaborar de la noche a la mañana un nuevo tributo a las grandes fortunas, estilo ‘Robin Hood’, sin ventajas para nadie y que, a su juicio, los más ricos están “deseando” pagar. Pero eso sí, Iglesias deja su impronta para ese trayecto postverano que se prevé en las estrategias políticas y, de paso, gana puntos con los suyos.

Cada uno a lo suyo, y la gente sufriendo con las fases a las que Illa nos somete y con los datos todavía sin controlar. El estudio de prevalencia del virus no tranquiliza a nadie. Solo un 5% de la población lo ha pasado. Queda un amplio campo del 95% para ser pasto de rebrotes, sobre todo ante la desobediencia innata que invade España en cuanto sale el sol y huele a fiesta. Eso sí, todo está calculado: si hay rebrotes graves, se producirán en otoño o a final de año, cuando la mayoría este encarrilada, las cuentas públicas de la pandemia avaladas por Bruselas y una legislatura corta de tres años y medio, cuasi garantizada. Además, se buscará a los culpables para castigarles con el escarnio público. El problema es que no sabemos si estamos ante el cuento de La Lechera de Moncloa… o toda una proeza política de sus estrategas.

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