OPINION

De profesión: el que camina sobre los colchones para probarlos

Rubén Reynoso tiene una profesión peculiar, un trabajo que no es para todo el mundo, pues existe una manera correcta y una manera incorrecta de hacerlo. Y él sabe la correcta: Rubén es andador sobre colchones. Y profesional.

Caminar sobre los colchones es una de las últimas fases del control de calidad de la industria del colchón hecho a mano, uno de los secretos de la fabricación de un colchón artesanal o, para ser más precisos, un colchón hecho a mano...y a pie.

¿Y por qué no puede hacer una máquina ese trabajo? Puede ser cierto que las máquinas hagan los colchones hoy en día, pero una máquina no puede hacer lo que hace Rubén Reynoso con los dedos de sus pies: comprimir a base de tacto no menos de 28 capas de algodón esponjoso, mientras busca detectar pequeñas masas y otras imperfecciones.

Ruben realiza su trabajo en la McRoskey Mattress Company, una marca de colchones hechos a mano con sede en San Francisco y que llevan 112 años en el ramo; de hecho, se han convertido en una especie de marca de culto entre los sibaritas del colchón. La compañía sólo fabrica una docena de unidades por día, que se venden por 2.750 dólares cada una; por supuesto, tras las caminatas que sobre ellos se da el probador oficial de la casa.

Porque para caminar por un colchón también existe una técnica depurada. Si se dan demasiados pasos, las capas de algodón terminan demasiado comprimidas o perforadas; y si se dan muy pocos, o bien el colchón no entra en la máquina de costura para el empacado final, o bien se convierte en un bulto andante que requiere de una transformación completa desde el comienzo. Además, hay que llevar un ritmo risueño en los pasos para no retrasar la producción.

http://youtu.be/nFM11SztvKQ

Así que caminar sobre un colchón es una operación delicada que no todo el mundo puede hacer. La técnica de Rubén Reynoso radica en dar pasos en el medio de uno de los bordes y empezar a caminar hacia delante, hacia atrás y hacia los lados. Trabaja en un patrón de cuadrícula, cubriendo cada sección de la superficie de una vez. Y tiene los pies tan acostumbrados que incluso puede hacerlo con zapatillas.

Después de la caminata de Rubén, cuando ha dado el visto bueno, viene el paso final de su fabricación, la costura final sobre una máquina de coser gigante. Y así el colchón llega a los inspectores, que esta vez sí se tumban sobre el producto finalizado, antes de firmarlo como válido para la comercialización; si no le dan el visto bueno, Ruben y sus compañeros montadores deben empezar de nuevo. Es su trabajo y alguien tiene que hacerlo.

Fuente y fotos: SF Gate

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