OPINION

La buena noticia del bitcoin

“Cuando los limpiabotas empiezan a invertir en Bolsa es momento de vender todo”. La frase atribuida al mayor millonario de la historia, el empresario del petróleo John D. Rockefeller, ha sido frecuentemente usada para explicar cómo las burbujas económicas son causadas por cientos de miles ciudadanos desinformados invirtiendo equivocadamente. Lo más parecido a Rockefeller en nuestros días, por lo menos en riqueza, es el viejo inversor Warren Buffet. Precisamente el llamado “oráculo de Omaha” ha manifestado estos días de enero que jamás invertirá en bitcoins y que muy pronto la aventura de la criptomoneda terminará mal. El primer mandamiento del decálogo de buen inversor de Buffet es “nunca inviertas en un negocio que no puedes entender” así que simplemente ha sido coherente en su reciente ataque contra la moneda virtual.

Las burbujas en economía son procesos especulativos en los que compradores lo hacen aspirando a vender por mucho más. Rápidamente estas situaciones derivan en inauditas espirales de subida hasta un momento, en el que por alguna razón, hay ventas masivas pero no compradores suficientes. Es entonces cuando explota la burbuja dejando en la ruina a miles de inversores.

Rockefeller vivió la Gran Depresión que puso fin a una década de euforia conocida como los felices años 20. El jueves negro del año 1929 en Wall Street desató el pánico con millones de órdenes de venta que provocaron el estallido de la burbuja bursátil y la primera crisis global. Warren Buffet sobrevivió a la burbuja de internet del año 2000 en la que empresas sin actividad, solo por expectativas, llegaron a tener un mayor valor que grandes corporaciones en sectores industriales como General Motors. La burbuja de las puntocom se pinchó simplemente cuando se puso frente al espejo a esas compañías sin facturación y claramente sobrevaloradas.

También todos nosotros hemos padecido de alguna manera la crisis inmobiliaria de 2008 bien porque nos hipotecamos por encima de nuestra posibilidades o bien por tener que sufragar la factura de la mayor recesión de la historia reciente de España.

Casi al mismo tiempo que Rockefeller desde Nueva York nos recordase que todos podemos ser limpiabotas, en Dinamarca Hans Christian Andersen escribió su famosa fábula “El traje nuevo del emperador”. Un rey muy preocupado por su vestuario es convencido por unos embaucadores para comprar una sofisticada y carísima tela que solo podía ser apreciada por las personas inteligentes ya que para el resto de los mortales sería invisible. El rey que no quiere quedar como estúpido, a pesar de que no ve vestido alguno, sale a desfilar por la capital de su reino con el imaginario vestido. El pueblo que conoce el origen del vestido y que no quiere parecer necio tampoco dice nada hasta que un niño grita que el rey va desnudo. En ese momento el rey y el pueblo se dan cuenta del engaño dando por finalizado el desfile.

Estos días hemos visto como las caídas de la valoración del bitcoin continuaban alcanzando ya un 40% frente a su meteórico ascenso del 1300% en el 2017. No solo Buffet sino también la CNMV y la SEC han alertado de su peligro y hasta algunas sociedades de inversiones han puesto en marcha corralitos para evitar males mayores con las inversiones en criptomonedas. Todo nos empieza a recordar a esas burbujas que acabamos de mencionar. Pero esta vez los limpiabotas no vamos a necesitar un niño como el cuento de Andersen que nos haga ver la cruda realidad. No será preciso esperar a que la sobrevaloración reviente las costuras del mercado y que la explosión arrase con todo.

Soy optimista y mi esperanza reside en que esta vez detrás de las burbujas hay mucha curiosidad. Ningún comprador en los años 90 quiso saber qué tecnología había detrás de la rápida construcción de cientos de miles de edificios. Tampoco hubo interés por parte de los accionistas de las puntocom en conocer los protocolos que daban sentido a internet sin los cuales no hubiera habido nueva economía. Por supuesto ningún periódico en los años 20 estudió la técnica que disponía la Bolsa de Nueva York para comprar y vender acciones en el día.

Pero hoy, en cambio es muy difícil encontrar un directivo, periodista o profesor que no esté estudiando o escribiendo sobre el blockchain. La cadena de bloques, por su término en castellano, es la tecnología que da sentido al bitcoin y otras criptomonedas. Es una gigantesca base de datos distribuida formada por cadenas de bloques que no pueden alterarse lo que permitió crear el bitcoin y otros contratos inteligentes. De hecho todas las grandes empresas del mundo están dedicando recursos a investigar las aplicaciones del blockchain en otros campos como la energía, los servicios profesionales y los seguros además de las finanzas. Casi podríamos hablar de una nueva burbuja pero de conocimiento sobre esta tecnología, pero con una pequeña diferencia que esta vez no será mala sino que nos salvará.

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