OPINION

Sánchez rompe la Transición: resucita el frentismo de las dos Españas

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
EFE

La tormentosa investidura de Pedro Sánchez cierra con la rabia de un portazo cuarenta años de ética política cuyas reglas básicas prohibían pactar con los violentos, los separatistas y los delincuentes. Todo era posible dentro de la Constitución, nada fuera de ella. Así lo observaron, casi con fe religiosa, los sucesivos presidentes de Gobierno, de Suárez a Rajoy. Y a España le fue muy bien. Paz, libertad y prosperidad.

Hasta que la gran depresión irrumpió en la fiesta y sembró el país de rencor, resentimiento y sed de venganza. Nació así la "nueva política", con Pablo Iglesias como profeta, cuya primera proclama fue anunciar "el fin del régimen del 78". El rancio comunismo, reducido en Europa a 'souvenir' de rastrillo, volvía en España revocado de fachada. El PSOE se echó a temblar. Hasta tal punto perdió el equilibrio que alumbró al dirigente más volátil, contradictorio, falaz y desleal de su historia: el mismo que acaba de ser investido presidente del Gobierno con un programa y unos aliados totalmente contrarios a lo prometido en la campaña electoral. Jamás habíamos asistido a una estafa tan burda.

Al abrazarse con el populismo y el nacionalismo separatista, las dos grandes amenazas para la Europa democrática según han advertido Macron, Merkel y otros dirigentes comunitarios, Pedro Sánchez ha roto las reglas del juego constitucional y abre una nueva época política sin certidumbres, sin principios consensuados ni instituciones inviolables. Si tú pactas con golpistas, estás despenalizando el golpismo; si te alías con los antisistema, estás legitimando la voladura del sistema; si adoptas el lenguaje de los separatistas y alimentas su fobia a la Constitución, estás demoliendo la dignidad del Estado democrático que nos dimos en 1978; si compras ocho naciones al precio de una, estás saldando España en el mercadillo de la desigualdad.

Todo esto ha quedado meridianamente claro, tanto en los Pactos de Nochevieja (Podemos y PNV) como en la Investidura del Día de Reyes, camuflados a toda prisa en medio de la gran verbena navideña, donde se mezclaron si solución de continuidad las campanadas de la Pedroche, la resaca de Año Nuevo y los regalos de Sus Majestades de Oriente. Si al potaje se le añade la inhabilitación y la rebeldía de Torra, la euforia de Puigdemont, el plato de lentejas de Teruel Existe, la humillación de la Abogacía del Estado y la demonización de los jueces, el resultado final es, precisamente, la hoja de ruta del Gobierno de Pedro Sánchez.

En medio de tanta incertidumbre, lo peor de todo es la ruptura del principio de igualdad de todos los españoles y la degradación de los catalanes no independentistas a ciudadanos de segunda, o sea, a "charnegos", esa caricatura racista que los pintan masticando el castellano como si fuera un mendrugo. Nunca antes un presidente del Gobierno de España había tratado con tanto desprecio a los catalanes que se sienten españoles: hasta ahora estaban sumidos en el olvido, pero Sánchez los ha encerrado en el gueto de los 'intocables' al pactar con ERC. Roma no pagaba a traidores, pero Moncloa sí.

De igual modo, los pactos de Sánchez con el PNV y con los separatistas establecen comunidades de primera (País Vasco y Cataluña), a los que se les promete el rango legal de nación, referéndum a medida y presencia internacional, y regiones de segunda, que son todas las demás. Dicho de otro modo, el presidente del Progresismo Progresista se humilla ante las élites nacionalistas que acumulan un cuarto de la riqueza nacional y les otorgará privilegios, ventajas y herramientas que no tendrán el resto de los españoles. Por eso le han investido presidente de Gobierno. Una España de dos velocidades y una Cataluña de dos castas, así empieza la XIV Legislatura. Asistimos a la legitimación del frentismo como instrumento político para demonizar al adversario. El pacto de la Transición ha saltado definitivamente por los aires.

Sostienen en el centro y la derecha que la supervivencia del Gobierno 'sanchista' dependerá de los mismos que han permitido su nacimiento, es decir, de que el PNV siga haciendo caja y tenga manos libres para blanquear 50 años de ETA, y de que ERC gane las elecciones catalanas (al parecer inminentes), excarcele a los sediciosos presos, arranque al PSOE un nuevo Estatut saltándose a la torera los límites constitucionales y remate el pastel con la guinda de un referéndum disfrazado de autodeterminación.

No será exactamente así ni breve la vida del recién nacido. Al nuevo presidente sólo le queda un trámite que cumplimentar con Junqueras: poner en marcha la "Mesa de Diálogo" entre los gobiernos de las "dos naciones" a cambio del apoyo de ERC a los primeros Presupuestos Generales de PSOE-Podemos. A partir de aquí, el reinado del Pedro Sánchez se prolongará hasta bien entrado 2023. Pero esa es otra historia.

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