En mi molesta opinión

Charlie Munger o la necesidad de pensar más y mejor

casado
Charlie Munger o la necesidad de pensar más y mejor.
Europa Press

Estoy leyendo un libro, cuando me lo permiten Casado y Ayuso, ciertamente interesante sobre un personaje especial que en España conocen los iniciados, pero que es un verdadero lince en casi todas sus facetas. Se llama Charlie Munger (“El inversor completo”), y si les digo quien es su socio les sonará aún más: Warren Buffet. Ambos controlan una de las compañías más importantes del mundo, “Berkshire Hathaway”, y tanto Munger como Buffet tienen una costumbre que practican a diario: reservan una buena cantidad de su tiempo a pensar, sin hacer nada más que eso. Esa es una de las claves de su éxito: pensar y reflexionar, con el sano objetivo de acertar y evitar errores.

Sabemos por experiencia que lo de pensar es una actividad muy infravalorada; es más, según Munger hace unos años varios investigadores publicaron un estudio que revelaba que una cuarta parte de las mujeres y una tercera parte de los hombres preferían recibir descargas eléctricas a pasar un tiempo en soledad, con la única compañía de sus propios pensamientos. Para Munger ese es el principio del final de cualquier ser humano que se dedique a tomar decisiones.

Veamos ahora qué le pasa al PP. Dónde están sus errores y por qué no los corrige de inmediato. La espiral de autodestrucción continúa y parece que siguen sin frenar las heridas. De ellos depende que la agonía sea lenta y dolorosa, o tenga un compasivo final que no prolongue el dolor -casi inevitable- de una inmensa mayoría de votantes populares que están hartos de estar hartos. Pablo Casado tiene la llave que puede poner fin a esta crisis pero parece empeñado en alargarla más de la cuenta, aunque la vuelta atrás es ya imposible.

Tuvo una oportunidad para resolver y evitar estos desmanes partidistas pero la malogró. Primero, empeñándose en salvar la cabeza de García Egea, objetivo culpable de todas las miradas. Segundo, el viernes pasado al “abofetear” dialécticamente a Díaz Ayuso en la radio con Carlos Herrera, siendo él el presidente del partido encargado de apaciguar y solventar la inundación en lugar de destrozar y machacar a las personas que viajan en la embarcación. Como dice la canción y como ya gritan miles de afiliados y cientos de cargos del partido: “ahora es tarde no hay remedio; ya no te puedo querer”.

El Partido Popular tiene un plan B: Núñez Feijóo, que no es nuevo, al menos en Galicia lo conocen bien, y lleva años de contrastado éxito político. Esa es una mala noticia para Casado, aunque a la vez es la única esperanza para muchos votantes que desean reconducir la crisis sin hundir demasiado el barco. ¿Conseguirá Feijóo, tras una nueva oportunidad, controlar y gobernar la nave del centroderecha como líder del PP? En las primarias de 2018, tras la salida de Rajoy, no se presentó por un supuesto compromiso con Galicia, otros piensan que fue por miedo a tener que pelear por un pastel que estaba muy concurrido, y él lo que quería era que le eligieran por aclamación. Ahora, la cosas han cambiado mucho y las urgencias del partido también, y en esta ocasión nadie entendería que no arrimará el hombro y se negará a liderar el partido a nivel nacional.

Las encuestas, no sólo las del CIS sino también las buenas, lo dicen claramente: Vox sube fuerte sin necesidad de hacer nada especial. Si el PP quiere reaccionar debe actuar de manera rápida y sorprendente, a la vez que deben conseguir un punto de unidad fundamental sin el cual no pueden aspirar a nada bueno. La hora de los lamentos ha terminado, llega la hora de decidir quien es o quien debe ser el nuevo patrón, y una vez dilucidado lo difícil hay que afrontar lo importante, conseguir aunar al partido sin más heridas y pensando en un futuro algo menos dramático y algo más optimista que el actual, algo que no será muy complicado dadas las circunstancias.

Ha dicho Santiago Abascal, líder de Vox, que el prefiere que salga Núñez Feijóo como nuevo líder nacional que Díaz Ayuso, la siempre temida Ayuso. Abascal lo dice porque ve a Feijóo como un líder con más diferencias respecto a los postulados de la derecha extrema de Vox, y siempre será más fácil combatir en el mundo de las ideas con él. Lo que no recuerda Abascal es que en las autonómicas gallegas su partido no existió, consiguió cero escaños. Es cierto que la realidad nacional no es la misma, que en España Feijóo tendrá que batirse el cobre con un Pedro Sánchez fortalecido, y que además deberá hacerlo sin poder entrar en el Congreso, ya que no es diputado, aunque sí podría hacerlo en el Senado. Son circunstancias que se convierten en probables impedimentos pero no en un imposible.

Está claro que Pablo Casado es consciente de que su debilidad es cada vez mayor, y que esa situación de impotencia es difícil de cambiar sin los apoyos necesarios. Ya no le quedan muchas más fuerzas para seguir peleando. Insisto en que los errores de Casado no son de ahora, pero los desembolsos se pagan al contado. Ahora debe aceptar la realidad por muy dura que sea y el PP debe saber dignificarle en su justa medida. Dicen algunos barones y hombres fuertes del partido, que hoy miércoles es un buen día para que se produzcan acontecimientos importantes, sobre todo por la tarde durante la reunión en Génova con la cúpula reunida y dispuesta a zanjar de una vez por todas esta situación insostenible. Incluso Casado es consciente de que su punto final puede haber llegado. 

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