En mi molesta opinión

Los mandamientos de Feijóo: amarás el centro... y a Vox si no hay más remedio

Alberto Núñez Feijóo
Los mandamientos de Feijóo: amarás el centro y a Vox si no hay más remedio.
Europa Press

Aprovechando que media España se ha permitido el lujo de aconsejar a Núñez Feijóo lo que debe hacer o no, ahora que es líder del PP, quiero apuntarme yo también a ese carro e indicarle un par de ideas, y todas gratis. Empecemos por el centro, que es donde está la virtud, aunque en estos tiempos brille por su ausencia, tanto la virtud como el centro. Como diría Franco Battiato, cantante italiano fallecido el año pasado, el presidente de los populares debe buscar “un centro de gravedad permanente (de derechas, mayormente) que no varíe lo que ahora piensa de las cosas de la gente”, es una manera de recordarle que no puede olvidar cuál es el origen ideológico de este partido, hoy en crisis coyuntural, y que no debe convertirse en un proyecto desnaturalizado, e irreconocible para el común de los mortales que no buscan los extremos ni extremismos de otros partidos.

La tentación de arrimar el ascua a la sardina gallega es muy fuerte. Pero las cosas no van por ahí, por duplicar esquemas tribales que han dado buenos resultados en el noroeste peninsular. Sin duda, habrá que aprovechar y rescatar el estilo Feijóo, para votantes moderados que buscan una alternativa aseada al “sanchismo” sin escrúpulos. Lo vemos también en la polarización extrema que Sánchez practica con Abascal, para convertirle en su antagonista de “juguete”, conocedor del miedo que provoca Vox en una vieja izquierda que no soporta que le lleven la contraria en ninguna de sus muchas teorías atrabiliarias.

Feijóo debe buscar ese centro permanente, incluido el centro izquierda desencantado del PSOE, pero sin aspirar a ser el “Asno de Buridán”, que se murió de hambre por no decantarse y tomar una decisión. El PP es un partido liberal y conservador que no puede renunciar al centro derecha, pero no solo en sus etiquetas económicas sino también en su esencia social y cultural tan abandonada en los últimos años, incluido este tiempo de Pablo Casado. Lo malo, es que muchas cosas que debería ejecutar y activar la sociedad civil exclusivamente, caen en manos de la manipulación de los partidos políticos. Otro déficit de esta sociedad española tan politizada, ojalá el presidente de PP sea consciente de ello e intente recuperar la vida pública despolitizando la continua injerencia civil de los partidos políticos.

Núñez Feijóo no puede ser la versión “azul celeste” de la socialdemocracia de turno, el continuismo bifronte de la otra parte contratante. El líder del PP debe plantar y plantear batallas culturales y sociales, que estimulen a los votantes que buscan la madurez política y el sentido común a la hora de solventar la realidad; no solo los impuestos o la economía en general son importantes, y menos en tiempos globales de control financiero y europeo. Hay que recuperar una organización no fracturada y acorde con los tiempos y con las ideas propias de este partido, que no renuncie a su centro derecha liberal, y que sepa pelear y frenar esos espacios que la izquierda impone y dispone sin debatirlos intelectualmente: ideología de género, la educación en sus facetas destructivas, la nueva ley de Memoria Histórica, los 20.000 millones para chiringuitos feministas de Irene Montero, etc. ¿Qué hará Feijóo si llega al poder, dormirá los problemas en el limbo del Tribunal Constitucional, o se atrevería a modificar las leyes aberrantes o lesivas? Existe el temor -demostrado- de que la derecha cuando llega al poder solo corrige la economía, pero todas las situaciones sociales o culturales se las “traga” con enorme facilidad.

Si hay algo que agradecerle a Pablo Casado, al menos desde el PP, es que su presencia durante estos difíciles años políticos como líder de la oposición ha contribuido a que Alberto Núñez Feijóo no se haya desgastado políticamente, ya que él ha estado en sus cuarteles gallegos esperando la oportunidad y sin quemarse demasiado en estas labores y tiempos incómodos en los que la política parecía un pollo sin cabeza, algo que a partir de estos momentos no sucederá ya que ha empezado un tiempo más complejo y menos populista, a la vez que menos ‘juvenil’. Con el abrupto final del ex líder popular, se cierra el misterioso triángulo de estas “Bermudas” legislativas: Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pablo Casado; ya son historia y han dejado la política tras pretender la renovación política, que sólo ha podido superar Pedro Sánchez, bien pertrechado en su sillón “monclovita” y a la espera de ver qué hará con su nuevo rival para descabalgarle del juego electoral. Pactos con el PP no habrá, el “no es no” sigue vigente aunque la necesidad invita más a replantearse ese absurdo principio español: al enemigo ni agua, sobre todo cuando el que necesita agua eres tú.

Por último, ¿qué hará Feijóo con Vox? El líder del PP sabe que el partido de Abascal se ha beneficiado de la estrategia de confrontación que dispuso Casado contra Sánchez, para evitar la sombra de los verdes. El principio de cuanto peor, mejor, ha beneficiado a las fuerzas populistas en la oposición; su tremendismo ha funcionado bien y mucho más cuando el PP se ha mareado en su propia coctelera de peleas internas. Feijóo deberá rectificar ese rumbo si quiere recuperar su espacio, o una parte del mismo, porque en estos momentos el partido de Santiago Abascal está muy anclado y firme como para ser derrotado, ni tan siquiera menospreciado. Veremos cómo normaliza el PP su relación con Vox, que será fría pero será, ya que no habrá más remedio que entenderse si ambos quieren aspirar a gobernar.

Es cierto que los verdes han capitalizado el descontento sin necesidad de demostrar nada, simplemente estando en la sombra y mojándose poco o nada han conseguido interesantes réditos que intentarán ampliar, pero las cosas ya no serán tan plácidas para ellos pues en Castilla y León deberán demostrar su valía con fuego real en el Gobierno. El PP de Feijóo debe replantearse sus alianzas y ver qué tipo de oposición quiere hacer, primero para subir en las encuestas y después para ganar las elecciones. Núñez Feijóo viene muy ensayado de Galicia pero la España plurinacional y multicultural que le está tocando vivir tiene otros componentes más complejos, y un Pedro Sánchez lleno de defectos pero también de un coraje y un empuje nada fáciles de doblegar. A pesar de ello, y aunque solo sea por el tiempo de desgaste que le puede quedar a Feijóo, sería casi imposible que el nuevo líder de Génova 13 no acabe durmiendo, tarde o temprano, en el colchón de La Moncloa; eso sí, cambiándolo antes.  

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