En mi molesta opinión

Poniendo un poco de orden en la pelea entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias

Yolanda Díaz hablando con Pablo Iglesias
Poniendo un poco de orden en la pelea entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias
Europa Press

Después de anunciarlo mil veces y posponerlo otras mil, el próximo domingo Yolanda Díaz se vestirá de largo y de rojo pasión para demostrarle al mundo cuales son sus poderes terrenales y sus bazas electorales. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo es la aspirante oficial a ser la líder ‘guay’ de un partido que está por concretar y por rematar, de ahí su personal estreno, que incluye los “besos o biquiños” dedicados de la propia Díaz y los “celos o celiños” no disimulados de Pablo Iglesias, que no acaba de fiarse ni de ver claro el montaje que se trae entre manos su “ex” amiga de partido.

Yolanda ha estado casi un año anunciando que tras realizar un tour autonómico para hablar con afiliados y articular su proyecto 'Sumar', mostraría y demostraría su esplendor como gran señora de la extrema izquierda y el comunismo. Pero las cosas nunca son tan fáciles, esto es la vida y aquí hay que pagar un precio por todo. De ahí, que su gira nacional de entrevistas con varios partidos, pero especialmente con gente de Podemos en otras zonas de España, haya despertado mucha reticencia y no pocos dudas en la cúpula del partido morado, que teledirige Pablo Iglesias, y manejan con mano fría las dos ministras: Irene Montero e Ione Belarra.

El gran problema de esta aspirante a candidata de la alta política es que toda ella ha ido mudando paso a paso su cariño y su pasión por el líder que tuviera al lado, buscando un mejor postor, y si me apuran, un mejor ‘pastor’ que la llevara por las verdes praderas. Primero fue Pablo, cuando era poderoso; ahora ya es Pedro, Pedro Sánchez, con el que está a partir un riñón y planea todo tipo de estrategias y uniones políticas. Al menos, nadie podrá decir que Yolanda ‘ni sube ni baja’, todo lo contrario; Yolanda sube, sube mucho, cada vez más, dentro de la cuerda de la izquierda, y eso es lo que le preocupa realmente a su ex amigo, que no acaba de ver claro el futuro de su partido y si alguien, muy osado, le pueda hacer una envolvente que le reste a él y a su equipo ese deseado protagonismo que está perdiendo poco a poco.

Con Iglesias, a pesar de los agravios actuales, también hubo días de vino y rosas que llegaron cuando ambos eran verdaderos camaradas y formaban un equipo casi perfecto. Todo se inició en 2012 en Galicia cuando él -¡oh, sorpresa!- trabajó para ella, y ejerció de asesor de Díaz. El fundador de Unidas Podemos ayudaba en aquel entonces a la dirigente gallega a sacar adelante “Alternativa Galega de Esquerdas”(AGE), coalición electoral que nació gracias a una facción del nacionalismo gallego e Izquierda Unida.

El gran divorcio, o pelea por entregas, surgió tras la salida de La Moncloa de Pablo Iglesias y las aspiraciones presidencialistas de Díaz, cada día más arraigadas e indisimuladas, y que en un primer momento fue investida y sugerida -es decir, a dedo- por el ex líder de Podemos como su aspirante a sucesora en el partido. Pero el hechizo duró poco y a él le fue entrando el miedo de que Yolanda acabara controlando su propia criatura, y encima pudiera arrinconar a sus dos protegidas: Montero y Belarra. A partir de ahí, todo fueron pullas y descréditos hacia Yolanda Díaz. Quizá porque ella se mostraba esquiva y “enamorada” de otro, y ya no obedecía ciegamente las consignas del macho alfa.

La aspiración de los dirigentes de Podemos era y es apropiarse del bagaje e influencia de Díaz para sumar votos en las elecciones, convertirla en el símbolo y la imagen principal, pero cuidando y controlando ellos las cosas importantes, como la dirección del partido, que quedaría en manos de Belarra y Montero. De ahí que ahora, tras la puesta en escena de 'Sumar' por parte de Díaz, las dos ministras de Podemos quieran negociar cuanto antes el papel y la función que tendrán los morados y las moradas en una coalición en la que podrían entrar incluso más de media docena de partidos autonómicos.

Yolanda quiere posponerlo todo para después de las elecciones de mayo, pero las de Podemos, que no se fían de ella ni de sus propios resultados ya que pueden ir a la baja y quedar aún más penalizadas en una coalición manejada por 'Sumar', quieren atar un “pacto” de mínimos que incluya unas primarias abiertas para decidir las listas electorales. Incluso desearían pactarlo todo antes de este domingo, pero los tiempos ya casi son imposibles.

El juego político y la tensión partidista siguen en todo lo alto. El exvicepresidente no quiere cargarse a Díaz, al menos eso dice fuera de cámara, y la acepta como candidata a la presidencia, pero con una marca que no diluya la de Podemos; y sin olvidarse de que Montero y Belarra deben ocupar los puestos altos de la lista del partido por Madrid. Sin estas dos condiciones, Iglesias es capaz de todo, incluso de estar dispuesto a la fragmentación de la izquierda en las urnas, confiando en la fuerza de su propia marca Podemos, y dando un golpe en la mesa aunque provoque cierto cataclismo.

Habrá que esperar a ver qué sucede este domingo de Ramos con los devotos de ‘santa’ Yolanda, y si todos se animan a tocar o tocarle las palmas, o más bien el asunto termina como el rosario de la aurora y alguno o alguna acaba palmándola, en sentido político, claro está.

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