En mi molesta opinión

Lo que mañana dirá el Rey en su discurso, y lo que de verdad querría decir

Rey Felipe VI
Lo que mañana dirá el Rey en su discurso, y lo que de verdad querría decir
EUROPA PRESS

Todo está preparado. El Rey Felipe VI tiene escrito y ensayado su discurso de Nochebuena. Vaya discursito que le espera y nos espera. Dicen que es el más difícil que ha pronunciado. Todos los años dicen lo mismo, alguna vez acertarán. Antes de pronunciarlo ya le han dicho de todo al Jefe del Estado. Aquí, en este país de enterados y correveidiles, todo el mundo sabe lo que tienen que hacer y decir los demás, y no digamos el Rey. Unos le piden que le aplique la eutanasia a su padre, el Emérito, o ponga precio a su cabeza y lo cace como si fuera un elefante rosa. Felipe VI ha hecho ya gestos de reprobación paternal y ha marcado distanciamiento con su progenitor, por el bien de la institución y a pesar de que el corazón le pueda dictar lo contrario.

Juan Carlos I trajo la democracia pero a su vez cometió terribles excesos siendo jefe del Estado. Los económicos, que se quedarán en nada ante la Ley, son quizá los menos escabrosos; si me apuran, los peores han sido los familiares. Tener una Caja B y una Familia B no es algo que deba hacer una persona que vive como un rey y cobra por su ejemplaridad. La monarquía es un “negocio” familiar muy serio y no puedes creer, por muy querido y popular que seas, que eres omnipotente a todas horas y en todas partes, incluidas las camas ajenas. El problema es que a don Juan Carlos los gobiernos de turno solo le supieron proteger de los posibles atentados de sus contrarios, pero no supieron protegerlo de su mayor enemigo: él mismo.

Sin embargo, el discurso de la Nochebuena de mañana lo tiene que dar Felipe VI. Y la lista de peticiones y temas a tratar es tan larga como la carta a los Reyes Magos. Los hay que también le exigen al actual monarca que se corte la venas y con su sangre dibuje las cuatro barras catalanas en los muros del palacio Real mientras implora perdón por recordar en octubre de 2017 que todos los políticos, incluidos los catalanes, tienen el deber de cumplir y hacer cumplir la Constitución. Otros "sabios" nacionales, más calenturientos con el tema de la polarización política, prefieren que don Felipe se ponga en modo tertuliano y diga algo sabroso sobre unos militares retirados que desfogan su aburrimiento y sus cabreos políticos poniendo sandeces en un chat de WhatsApp.

"Aunque Felipe VI comente la actualidad, no podrá decir lo que piensa sobre los mediocres políticos de este país"

Todos tienen deudas pendientes, o eso dicen, y todos quieren que el Rey se las sufrague. Pero, ¿qué dirá realmente mañana el Rey? Hagan sus apuestas. Aunque piense todo lo que dice, no dirá todo lo que piensa. Y hará bien, porque aquí la libertad solo la tiene el Gobierno, y no todos sus miembros, por cierto. La corrección política y el “ministerio de la verdad” que tanto fomentan y controlan Iglesias, Redondo y Sánchez, nos han llevado a la malsana situación de que la inmensa mayoría de españoles sensatos ocultan en público su verdadera opinión para no ofender a los estúpidos que no se abstienen de dar su necio parecer.

El Rey Felipe hablará de los líos económicos de su padre, está obligado por las circunstancias, pero lo hará con dignidad de Jefe de Estado y sin escarnio, condenando las actitudes reprobables pero respetando a la persona; a la vez que subrayará algo que desde que tomó posesión ha intentado cumplir cada día con mayor empeño: la honradez e integridad de todo servidor público, empezando por el propio Rey. Para él y, por supuesto, para todos los miembros de su familia debe prevalecer en todo momento la ejemplaridad como principio regidor. Los orientales suelen decir que las crisis más que un momento terrible son una oportunidad de mejora, y se puede salir de ellas más fuerte o más debilitado, todo depende de lo que uno aprenda de esa misma crisis.

La pandemia y la situación sanitaria ocuparan buena parte de su discurso, así como los destrozos económicos y sociales provocados por el Coronavirus, y aprovechará la ocasión para enviar un mensaje de esperanza a todos los españoles a la vez que les suscita a estar más unidos que nunca para hacer frente a los retos y desafíos que nos esperan en 2021. También convertirá su discurso en un emotivo homenaje a los miles de muertos que la pandemia ha dejado en este triste año.

Aunque Felipe VI comente la actualidad y la realidad española, no podrá decir lo que piensa sobre los mediocres políticos de este país, ni sobre sus respectivas y nefastas políticas, porque entonces debería exiliarse junto a su padre el Rey Emérito. Además, el discurso está controlado y retocado por Moncloa. El Jefe del Estado, al igual que los buenos árbitros, no puede criticar el juego de los equipos aunque ellos utilicen las excusa del árbitro para justificar sus errores. Imagino que no le faltarán ganas a Felipe VI de cuestionar y criticar los comportamientos que muchos políticos han tenido contra la Corona y la Jefatura del Estado; los desplantes de Sánchez y los ataques furibundos de Iglesias, promocionando una República que la mayoría de españoles rechaza.

Incluso se ha llegado al súmmum del despropósito y la necedad de aprobar ayer martes en la Comisión Constitucional del Congreso -con la abstención del PP y el voto en contra de Vox-, una iniciativa del PSOE que defiende conmemorar los 90 años de la Constitución republicana de 1931. Los socialistas piden al Gobierno que emprenda una serie de actos en 2021 para conmemorar los “grandes avances de progreso que supuso la Constitución de 1931”. Vivir para ver.

Obsesionados con el pasado, más que en solucionar los problemas del presente y mejorar el futuro, la izquierda vuelve a poner el freno y la marcha atrás para dar rienda suelta a su nostalgia tóxica y excluyente. En lugar de defender la actual Carta Magna que es la que está vigente y nos gobierna a todos, prefieren elogiar la Constitución del 31 y atacar a la actual, una actitud enfermiza que sólo responde al cacao mental que tienen las izquierdas, lideradas por Podemos y PSOE. En definitiva, la Nochebuena del Rey Felipe no será tan buena como cabría esperar, y lo único que se puede desear, al menos los que creemos que la Monarquía no es tan mala para España como lo sería una República “podemita”, es que 2021 traiga paz y prosperidad a la jefatura del Estado y a todos los españoles… de buena voluntad.  

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