OPINION

La política envejece y la juventud vota con la maleta

Juventud. Es y seguirá siendo un divino tesoro. Pero en España está empañado. En un país cuya economía crece por encima del 3% y en el que sus gobernantes presumen de encabezar el descenso del paro en Europa, la tasa de desempleo entre los jóvenes es sonrojante. En octubre, un 38,2% de los menores de 25 años carecía de trabajo. El porcentaje multiplica por seis la tasa de Alemania (6,6%), triplica la de Reino Unido (12%) y quintuplica la de la República Checa (7,2%) por dar alguna referencia. Sólo Grecia supera a España en paro juvenil con un 40,2% (dato del mes de agosto).

El problema es tan grave que extraña la escasa atención que despierta entre los políticos. Como la crisis, el desempleo entre los jóvenes parece un mal recuerdo, algo del pasado. Los políticos ignoran las cifras del grave asunto que tienen entre manos. Si no se conoce la dimensión de un problema, mal se puede solucionar.

En entrevistas recientes, candidatos a dirigir el futuro de una comunidad autónoma de tanto peso económico como Cataluña mostraron ante la opinión pública hasta qué punto desconocen el duro presente que viven sus conciudadanos. Sobre todo los más jóvenes. El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, aseguró en una entrevista que la tasa de paro entre los jóvenes de su comunidad era del 20%. Agua. Alcanza el 30,3%.

Una profunda ignorancia

Puigdemont no es una excepción. Ni la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, ni la secretaria general de ERC, Marta Rovira, acertaron con el porcentaje de desempleo en su comunidad en la entrevista de Jordi Évole. Arrimadas se pasó en la estimación. Dijo un 19% cuando la EPA del tercer trimestre marcó el 12,5%. Rovira asintió. Si no conocen la tasa de paro general, se puede concluir que tampoco conocen la que afecta a la juventud. Ni a la catalana ni a la del resto del país. Una pena.

A los jóvenes los ignoran políticos maduros. Quizá ahí esté la clave de un desinterés, que es muy peligroso para el futuro de la economía y del país. En el PP, por detallar la situación en el partido que sustenta el Gobierno, los diputados mayores de 60 años superan a los menores de 40 desde el año 2012. En el Congreso, la edad media de los diputados es de 47 años pese al rejuvenecimiento que supuso la entrada de nuevos partidos. Por resumir: como media, los políticos con mando en plaza duplican la edad de los jóvenes que se enfrentan a un mercado laboral que no ofrece oportunidad de prosperar. Revelador.

El desinterés es grande y el futuro sigue pareciendo negro. Por ello, los jóvenes han votado en los últimos años con los pies. El número de jóvenes españoles que reside en el extranjero ha crecido un 79% entre los años 2009 y 2017. La cifra de menores de 30 años que vive fuera del territorio nacional se ha disparado hasta los 769.845, según los últimos datos publicados por el INE en el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero. Una hemorragia de jóvenes es una hemorragia en las posibilidades del país.

Soluciones poco imaginativas

No es extraño que quienes tienen juventud y arrojo piensen en la emigración. Porque las soluciones que se manejan para facilitar su inserción en el mercado laboral, lo que es decir en la sociedad, no son muy imaginativas. Una de las recientes es mejorar el sistema de Formación Profesional Dual que se implantó hace cinco años. La idea, pasada a limpio y sin retórica, consiste en relanzar la figura del aprendiz de toda la vida.

La medida la diseña un consejo asesor que impulsa el Instituto de la Empresa Familiar (IEF) y está compuesto, entre otros, por Juan Corona, director general de ese organismo; Mercé Chacón, directora de la Fundación Bankia por la Formación Dual; Eva Valle, directora de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno; y Pedro Llorente, subsecretario del Ministerio de Empleo. Aunque todo esfuerzo debe ser bienvenido, la iniciativa parece poca cosa ante la dimensión del problema.

Mientras la macroeconomía da lustre a los porcentajes, convendría tener en cuenta a tantos jóvenes que han abandonado España desencantados y con un punto de rabia. Porque la clave, como en tantas cosas, está en la libertad de elegir. Y no la han tenido. Buscar trabajo en Alemania, Suecia, Suiza, Ucrania, Suráfrica o Vietnam por ambición, aventura o ansia de nuevas experiencias es una cosa y ser expulsado del propio país por una crisis que les castigó especialmente es otra...¿no cree señora Báñez, ministra de Empleo?

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