OPINION

Una visión macro para un asunto cotidiano

Energía eólica
Energía eólica
Europa Press - Archivo

El Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España, que presenta APPA Renovables cada otoño con los datos del año anterior, nos da la posibilidad de disfrutar de una visión de conjunto y de contar con una perspectiva más abierta sobre la realidad del sector energético en general y de las renovables en particular. Acostumbrados como estamos a verla con el microscopio, problema a problema, al alejar el foco no solo no se desdibuja esa realidad, sino que podemos apreciarla con mucha mayor nitidez, como si dejara de estar pixelada como sucede cuando nos centramos en ver, analizar y sacar conclusiones centrándonos en un único aspecto.

Durante muchos años cuando se hablaba de renovables solo se daba una cifra: la del del importe de las primas renovables, aislándola de las contraprestaciones, de los múltiples beneficios que esa inversión (que no gasto) suponían para nuestro país y que van desde reducir el precio del mercado eléctrico a la creación de empleo, pasando por mejorar nuestra balanza comercial. No solo se daba exclusivamente la cifra de las primas para presentarlas como un regalo innecesario a un club de privilegiados sin contrapartida alguna para la sociedad, sino que descubrieron que multiplicando ese importe anual de las primas por 20 años, por ejemplo, el efecto demoledor sobre la viabilidad de las renovables estaba garantizado con las cifras resultantes, desorbitadas a todas luces para los ciudadanos, y que tantos medios reproducían en grandes titulares apocalípticos sin matizar la realidad que se escondía detrás.

Y esa realidad, sin embargo, es otra. Año tras año, tanto el Estudio Macro de APPA como el de la Asociación Empresarial Eólica, se empeñan en demostrar contundentemente (sin que nadie hasta ahora haya desmentido sus conclusiones salvo para apuntar leves matices) que la apuesta por las renovables que realizamos en su día es una excelente inversión para nuestro país. Otro tema es que podría haber sido todavía más rentable si el legislador hubiera evitado el vertiginoso crecimiento de la potencia instalada en energía solar entre los años 2007 y 2008, lo que se ha venido llamando la “burbuja fotovoltaica” y que, de forma más ordenada, en consonancia con la reducción del coste de esta tecnología, hubiéramos podido seguir apostando por ella en lugar de demonizarla como hicieron gobiernos de uno y otro signo ideológico.

Después de diez años de ofensiva anti renovable y de seis de una casi total paralización el sector sigue teniendo un peso importante en nuestra economía. Como ejemplo tres cifras de 2017 en parámetros esenciales: PIB, el sector renovable contribuyó con 9.304 millones de euros al PIB nacional; fiscalidad, aportando 1.089 millones netos a las arcas de Hacienda y balanza comercial, al establecer un récord de exportaciones, 4.564 millones de euros que se traducen en un saldo positivo del sector renovable de +3.117 millones de euros. En la acera de enfrente, los combustibles arruinan el saldo de nuestra balanza comercial pues las importaciones de combustibles fósiles alcanzaron los 37.740 millones de euros, con una mínima parte compensada por las exportaciones de productos refinados, anulando casi lo que suponen para nuestra economía los ingresos por turismo.

Otra de las aportaciones decisivas de las renovables es el ahorro que producen en el mercado eléctrico, efecto negado durante años por el sector convencional pero que hoy añora los días en que ni el viento ni el agua pueden asumir una parte importante de la generación eléctrica. Dicho ahorro para el sistema eléctrico se produce al hacer descender el precio del pool, ofertando siempre por debajo del coste de las tecnologías fósiles, ahorro que, como reconoce APPA, en 2017 fue anormalmente bajo, 2.584 millones de euros, pero que en años anteriores casi igualaba o superaba la retribución regulada percibida (5.674 millones de euros el pasado año).

Pero si este factor no compensa por si solo el importe de la retribución de las renovables, hay que señalar que la producción de kilovatios/hora con estas fuentes limpias y autóctonas produjo ahorros en importaciones energéticas por valor de 6.951 millones de euros.

El empleo ha sido, es y será otra baza decisiva de las energías renovables. El parón y marcha atrás del último decenio se saldó con la desaparición de más 70.000 puestos de trabajo, sí, 70.000, otra magnitud respecto a los 3.500 de la minería o los 1.000 empleos de Alcoa, la industria super subvencionada por los consumidores eléctricos. Pues bien, pese a ese drástico recorte de años atrás, hoy las renovables dan empleo a 78.667 personas, con una leve recuperación este último año ante la precipitada convocatoria de subastas del anterior gobierno.

Estos y otros muchos datos hacen del Estudio Macro una herramienta esencial para tomar decisiones (también para opinar) ya que analiza los distintos costes y beneficios que las renovables aportan a la economía española y eso es fundamental, mucho más importante cuando hemos emprendido la Transición Energética, con más o menos entusiasmo, con más o menos prisa, pero con un convencimiento inequívoco: sin marcha atrás.

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