Un grupo de chinos, primeros privilegiados en contemplar el cetro y la corona

  • Un grupo de turistas chinos ha sido el primero en disfrutar del privilegio de ver de cerca el cetro y la corona, expuestos desde hoy al público en una sala del Palacio Real, junto al decreto de abdicación firmado por Juan Carlos I, el discurso de proclamación de Felipe VI y el collar del Toisón de Oro.

Madrid, 7 oct.- Un grupo de turistas chinos ha sido el primero en disfrutar del privilegio de ver de cerca el cetro y la corona, expuestos desde hoy al público en una sala del Palacio Real, junto al decreto de abdicación firmado por Juan Carlos I, el discurso de proclamación de Felipe VI y el collar del Toisón de Oro.

Poco después de las diez de la mañana entraban en la Cámara de la Reina María Cristina del Palacio de Oriente, ahora denominada Sala de la Corona, los primeros visitantes interesados en contemplar los símbolos de la Monarquía Española, en su mayoría extranjeros.

En el centro de la estancia, protegidos por una vitrina de seguridad y bajo una gran lámpara, pueden verse el cetro y la corona, rescatados de la cámara acorazada del Palacio Real, donde han permanecido guardados en las últimas décadas sin salir más que en contadas ocasiones.

La última fue el pasado 19 de junio, cuando se llevaron al hemiciclo del Congreso para la ceremonia de proclamación del Rey Felipe VI.

Sin conocer ese antecedente, los chinos miraban con curiosidad las piezas, depositadas en una vitrina con unas condiciones apropiadas de humedad y temperatura para garantizar su conservación.

Dos turistas chinas contaban en un inglés precario que ayer no habían podido visitar el Palacio Real, pero les había gustado mucho hacerlo hoy y comprobar, a través de sus símbolos, el gran poder que había tenido la Monarquía española.

Si el lunes estos turistas no pudieron entrar en el palacio fue porque estuvo cerrado al público, ya que ocho nuevos embajadores entregaban sus credenciales a Felipe VI, quien aprovechó para visitar la misma sala donde están el cetro, la corona y su discurso, firmado de su puño y letra expresamente para esta exposición.

Alemanes, portugueses, colombianos... han ido pasando por el recinto hasta que han llegado los primeros españoles, una pareja de malagueños sorprendidos porque no sabían que desde hoy se podían ver ambas piezas, que les han parecido "impresionantes" y que aseguraban conocer por la televisión y "por las series".

Una turista argentina constataba por su parte el "privilegio" que para ella suponía verlas tan de cerca, al igual que una colombiana que se declaraba gratamente sorprendida.

Pero en la estancia, decorada con tapices del XVIII de la Real Fábrica de Santa Bárbara con alegorías de las cuatro estaciones, hay más objetos, todos relacionados con la Monarquía: el Collar de la Orden del Toisón de Oro, el sillón original del Salón del Trono, que perteneció a Carlos III, y la llamada "Mesa de las Esfinges", sobre la cual Juan Carlos I firmó su abdicación.

Casi todas las piezas guardan sus secretos, según relata Amelia Aranda, conservadora de Patrimonio Nacional, quien revela que el Collar del Toisón de Oro, la distinción más importante que concede el Rey, no es de oro, sino de plata dorada.

Además, aunque el collar debe ser devuelto a la muerte de su "propietario" ello no ocurrirá con el expuesto en el Palacio Real, porque corresponde a la Virgen de Atocha.

Tampoco es de oro la corona, obra de Fernando Velasco, platero de cámara de la Casa Real desde 1748.

Se hizo también con plata sobredorada, y nunca fue ceñida por monarca alguno, ya que desde su origen se concibió con carácter ornamental y simbólico, de ahí su gran tamaño, y ni siquiera para acompañar la proclamación de reyes.

De hecho, tanto la corona como el cetro -que originalmente no era un cetro, sino un bastón de mando- fueron encargados por Carlos III para utilizarlos en los entierros de los reyes de España.

Y así ocurrió hasta que Isabel II decidió que le acompañaran en su proclamación ante las Cortes, en 1843, inaugurando así una costumbre que se repitió por última vez el pasado mes de junio, sin olvidar que también se muestran en las exequias reales.

La Mesa de las Esfinges, de estilo imperio, también guarda su secreto, y no son las seis pesadas esfinges de bronce que le sirven de patas, sino las 400 piedras duras que componen su tablero, con un carácter clasificatorio y pedagógico muy del gusto de la Ilustración, la época en que fue construido.

Sobre ella se firmó el 12 de junio de 1985 el Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas.

El trono de Carlos III reproduce en la parte superior de su respaldo la efigie del rey ilustrado, también por detrás, un detalle que no pasará desapercibido para el visitante gracias al espejo está situado a su espalda.

A lo largo de la mañana, el flujo de visitantes ha sido intenso, tal y como han podido comprobar personalmente el presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez Spitieri.

No en vano, este año el Palacio Real prevé batir sus propias marcas en número de visitas, superando con creces el millón a final de año; a finales de septiembre ya había recibido un 13,57 por ciento más que en el mismo período de 2013.

Patrimonio acaba de renovar el centro de recepción de visitantes del Palacio de Oriente, donde se ha modificado el recorrido de las visitas para que sea más cómodo, interesante y significativo.

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