Erdogan pone la Alemania de Hitler como ejemplo de sistema presidencial

    • Busca cambiar la Constitución para que el cargo de presidente deje de ser simbólico y pase a tener capacidad real de mando.
    • Ha afirmado queel presidencialismo ya funciona en países como Estados Unidos, Francia y Rusia.
El presidente turco Erdogan en una comparecencia en el Parlamento.
El presidente turco Erdogan en una comparecencia en el Parlamento.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha puesto la Alemania de Adolf Hitler como ejemplo de un sistema presidencial eficaz, en una polémica defensa de la reforma con la que el mandatario turco quiere acaparar más poder ejecutivo en detrimento de la figura del primer ministro.

Erdogan pretende cambiar la Constitución del país para que el cargo de presidente deje de ser simbólico y pase a tener capacidad real de mando. En una comparecencia ante los medios este jueves, defendió que, sin ser un sistema infalible, el presidencialismo ya funciona en países como Estados Unidos, Francia y Rusia.

"Ya hay ejemplos en el mundo. Puedes verlo en la Alemania de Hitler", afirmó Erdogan, según un vídeo recogido por la agencia de noticias Dogan.

Los partidos de la oposición no están de acuerdo con el mandatario turco. Coinciden con el gobernante Justicia y Desarollo (AKP) en la necesidad de cambiar la Constitución, pero rechazan el sistema planteado por Erdogan al entender que le concedería demasiado poder.

Turquía cerró 2015 con duros enfrentamientos entre supuestos miembros del brazo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el Ejército de Turquía que dejaron al menos cien muertos.

Unos 10.000 hombres, respaldados por carros de combate, fueron movilizados por el gobierno para poner en marcha una ofensiva destinada a desalojar a los kurdos de los centros urbanos de dos ciudades cercanas a la frontera siria e iraquí, Cizre y Silopi, ciudades regidas por el toque de queda desde hace varios días. Además los enfrentamientos se han extendido al barrio de Sur, en el centro histórico de Diyarbakir, que también se ha convertido en un campo de batalla, igual que la vecina localidad de Nusaybin.

Después de más de dos años de alto el fuego, el verano pasado estallaron combates entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK que pusieron fin a las conversaciones de paz iniciadas a finales de 2012.

Precisamente, el conflicto kurdo turco protagonizó la campaña electoral el pasado 1 de noviembre. Durante los comicios el primer ministro Receyp Erdogan utilizó la tensión con los kurdos para subrayar que solo bajo su mandato Turquía estaría en paz.

Durante los dos últimos años, los militantes del PKK, especialmente las jóvenes milicias del YDG-H (el Movimiento de los Patriotas Revolucionarios, próximo pero autónomo del PKK), aprovecharon los dos años de tregua para implantarse en las ciudades "liberadas", cavando trincheras y levantando barricadas para impedir la entrada de las fuerzas de seguridad. Esta estrategia paralizó estas ciudades. Desplazándose de las tradicionales zonas rurales a las ciudades, los combates provocaron el éxodo de unas 200.000 personas, con consecuencias desastrosas para esta región del sudeste. Su situación recuerda a la de la vecina Siria, enzarzada en una guerra civil, con casas, escuelas y hospitales destruidos.

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