París, 26 abr.- Un mando intermedio de la aerolínea Air France, su esposa brasileña y un cómplice de ese país han sido detenidos por presuntamente haber organizado una red de proxenetismo que prostituía en Francia a mujeres brasileñas, informa hoy el diario "Le Parisien".
La Brigada de Represión del Proxenetismo (BRP) sospecha que el matrimonio facturó desde 2010 un total de 2 millones de euros (unos 2,7 millones de dólares), tras obligar a prostituirse a una decena de jóvenes brasileñas, precisa el diario.
El principal sospechoso, de 54 años y responsable del control de equipajes en el parisino aeropuerto de Roissy-Charles de Gaulle, su esposa, de 51, y una tercera persona de nacionalidad brasileña, de 50 años, han sido imputados por "proxenetismo", "trata de seres humanos" y "asociación de malhechores", y se encuentran bajo detención provisional.
La presunta trama ilegal llegó a oídos de la policía francesa gracias a la denuncia de una joven brasileña que llegó a Francia en 2010 para continuar con sus estudios.
Una fuente próxima a la investigación explicó a "Le Parisien" que el matrimonio de presuntos proxenetas alojó a la joven en un apartamento de la céntrica calle Rivoli de París, donde debía mantener relaciones sexuales con cinco clientes al día.
"Las relaciones sexuales se cobraban a unos 150 euros" (unos 210 dólares), agregó la fuente.
Cuando la joven intentó abandonar la prostitución, el matrimonio envió a un transexual para amenazarla y fue entonces cuando ésta alertó a la policía.
Los investigadores creen que el directivo de Air France y su esposa viajaban de media una vez al mes a Brasil y regresaban acompañados de chicas a las que hacían pasar por familiares, con lo que se beneficiaban de tarifas baratas, reservadas a los miembros de la aerolínea y sus allegados.
Una vez en París, era la esposa la que gestionaba la red de prostitución para lo que alquilaba apartamentos en exclusivos barrios de la capital francesa para recibir a los clientes, colocaba anuncios en internet y fijaba los encuentros.
Presuntamente, el matrimonio se servía del tercer hombre imputado, a quien presentaba a las prostitutas como un "gurú dotado de poderes místicos" para darles moral y confianza, a cambio de 500 euros la sesión (690 dólares), lo que le permitía a la pareja de supuestos proxenetas recuperar parte del dinero que ganaban las mujeres a las que explotaban.
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