Amando De Miguel indaga las causas de los prejuicios en una historia de amor

  • El sociólogo Amando de Miguel regresa a la novela con un intensa historia de amor, "Judíos en la ciudad de los ángeles", que le sirve para analizar los prejuicios que salpican a todas las sociedades y para cuya explicación recurre a uno de sus temas favoritos, los mitos y arquetipos de Jung.

Clara González

Madrid, 1 abr.- El sociólogo Amando de Miguel regresa a la novela con un intensa historia de amor, "Judíos en la ciudad de los ángeles", que le sirve para analizar los prejuicios que salpican a todas las sociedades y para cuya explicación recurre a uno de sus temas favoritos, los mitos y arquetipos de Jung.

"No es tan diferente de un ensayo sociológico porque los personajes son un trasunto de lo que pienso y su historia me sirve para hacer una crítica ideológica a los prejuicios presentes en todas las sociedades", explica a Efe el autor de esta novela que publica la editorial Holo.

Aunque si De Miguel tuviera que clasificarla en un género, este sería el del realismo simbólico. "Los mitos y los arquetipos son parte de la realidad y nos ayudan a explicarla, pero en esta novela hay también muchos elementos biográficos y místicos", matiza.

Para contar la historia de amor de Bárbara y David, el sociólogo y escritor tuvo como modelo la novela de Miguel Delibes "Cinco horas con Mario", una obra que califica de "maravillosa" porque "a partir del pensamiento de la viuda, llegas a conocer al difunto marido mejor que ella misma".

El lector asiste al nacimiento y consolidación de esta historia de amor a través de los pensamientos vertidos por los protagonistas en sus diarios y correos electrónicos.

"Mi maestro es Unamuno y su novela intelectual. Escribía siempre en primera persona para dar verosimilitud a lo que contaba. El narrador omniscente resulta inverosímil porque no explica por qué sabe tantas cosas", dice De Miguel.

En esta relación, la médico simboliza la intuición frente a la racionalidad del profesor de Periodismo que, sin embargo, se aficionará a descubrir "sincronicidades" -término acuñado por Jung para referirse a coincidencias inexplicables desde la lógica- y colaborará con ella en sus intentos de descifrar el lenguaje de los ángeles.

Ambos comparten su ascendencia judía, lo que despierta recelos en sus respectivos entornos. A este prejuicio se sumará el derivado de una relación en la que ella es veinte años mayor que él.

"El prejuicio más estudiado ha sido el antijudaico, término acuñado por Zola y otros intelectuales durante el caso Dreyfus y que se ha considerado un prejuicio típico de la derecha, hasta hoy, que ha pasado a ser de izquierdas", comenta el autor.

De Miguel se refiere a este cambio como "movimiento pendular" que, según él, se explica por la creación del estado de Israel y el respaldo estadounidense al mismo.

Para el sociólogo, detrás de todo prejuicio hay algo de envidia. A la misma conclusión llega el protagonista tras las reacciones negativas a su relación sentimental con una mujer que podría ser su madre.

"Se tiene envidia de alguien por dos razones. La más elemental es que uno desea inútilmente ser como ese alguien, lo que produce una gran frustración. La segunda es más sutil; consiste en que molesta que ese alguien aspire a ser como uno", escribe David en su diario.

Como catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, el autor aprovecha la condición de profesor universitario de David para criticar el mundo académico, azotado por la "falta de curiosidad, la rutina y la envidia".

Pero el estudiantado tampoco se salva. Para De Miguel, los universitarios como toda la sociedad, han perdido el "espíritu de trabajo, de esfuerzo". "La motivación de los universitarios para matricularse en una carrera es, exclusivamente, conseguir un puesto y, ahora, con la crisis, el desánimo es total", explica.

"Si concibiéramos nuestro trabajo como una obra artística nunca nos desanimaríamos", dice De Miguel y considera que él, en su faceta de sociólogo y de escritor, es un buen ejemplo.

"Soy como un pianista profesional al que no le cuesta tocar el piano todos los días porque es parte de su personalidad y su vida", concluye.

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