¿Desenchufé la plancha? ¿Apagué el gas? Eso es trastorno obsesivo compulsivo

  • En los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo una idea recurrente se convierte en una pesadilla que les impide hacer una vida normal.
La limpieza y el miedo excesivo a los microbios son señales del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
La limpieza y el miedo excesivo a los microbios son señales del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)

La preocupación por habernos dejado la puerta de casa sin cerrar o el horno sin apagar son situaciones habituales. Cuando sentimos la necesidad de chequear las cosas una y otra vez, repetir ciertas rutinas o tenemos pensamientos de este tipo que nos causan angustia e interfieren con la vida cotidiana estamos hablando de TOC, el trastorno obsesivo-compulsivo que provoca altos niveles de ansiedad entre los que lo padecen.

“No podía tocar ninguna puerta o mostrador en áreas públicas”, “Me lavaba el cabello tres veces en lugar de una porque tres era un número de buena suerte y uno no lo era”, “Vestirme por la mañana era difícil, porque tenía una rutina, y si no la seguía, me ponía ansioso y tenía que vestirme nuevamente”. Estos son algunos de los testimonios de pacientes de TOC que describen cómo esta enfermedad afecta su día a día.

El motivo por el que el cerebro se queda engatillado con una obsesión es aún desconocido. Los factores que pueden influir incluyen lesiones en la cabeza, infecciones y funcionamiento anormal en ciertas zonas del cerebro. Además, los genes y antecedentes de abuso físico o sexual también parecen incrementar el riesgo de TOC.

En los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo una idea recurrente se convierte en una pesadilla que les impide hacer una vida normal. Realizar determinada tarea se convierte en una obligación irracional que no pueden saltarse y su mente no les deja descansar hasta que no consiguen culminarla.

La vida de los pacientes se ve condicionada por obsesiones como el miedo a los gérmenes, a ser heridos o a herir a otros. Canalizan estas obsesiones a través de compulsiones que repiten constantemente.

Estos son algunos de los síntomas más comunes:

-Miedo excesivo a los microbios

-Pensamientos prohibidos relacionados con el sexo, la religión, o sobre dañar a otros o a sí mismos

-La necesidad de que exista orden

-Verificar una y otra vez las acciones

-Conteo excesivo

-Ordenar las cosas de una cierta manera

-Lavarse las manos repetidas veces para evitar una infección

-Repetir las palabras en silencio

No todas las personas que tienen hábitos tienen TOC; sin embargo, la persona con TOC:

-No es capaz de controlar sus pensamientos o comportamientos, incluso cuando entiende que son excesivos.

-Dedica al menos una hora del día a estos pensamientos o comportamientos.

-No obtiene placer de realizar un comportamiento o ritual, más allá de un breve alivio de la ansiedad, tal vez.

-Tiene grandes problemas en la vida diaria debido a estos pensamientos o rituales.

Para muchos, el TOC comienza durante la niñez aunque la mayoría son diagnosticados alrededor de los 19 años, aunque los síntomas del trastorno pueden aparece y desaparecer en diferentes grados.

El tratamiento

Su tratamiento depende de este grado. El TOC se trata habitualmente utilizando una combinación de medicinas (antidepresivos, antipsicóticos o estabilizadores del estado del ánimo) y terapia conductual pero, en casos extremos, los afectados pueden llegar a necesitar pasar por quirófano.

El neurocirujano Roberto Martínez, del Hospital Ruber Internacional, lleva más de 25 años practicando este tipo de psicocirugías y más de mil operaciones. La idea de arreglar el cerebro con cirugía sigue despertando el recuerdo de las siniestras lobotomías, pero el proceso que se realiza en nuestros días es muy diferente. "Farmacológicamente los psiquiatras consiguen controlarlos mediante antidepresivos y otras drogas", asegura Martínez, "pero los casos más graves necesitan una intervención quirúrgica. La cirugía es tremendamente eficaz, un 75% de los que se operan mejoran en gran medida de esas obsesiones y pueden llevar una vida normal"

La intervención consiste en introducir una sonda en el cerebro y lesionar una zona de unos 8 milímetros. No se daña el cuerpo principal de la neurona (soma), sino algunas de sus prolongaciones. "Si desconectamos esas fibras", asegura el doctor, "conseguimos que las ideas obsesivas desaparezcan". 

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