N. York expone sus miedos a un planeta indomable en Museo de Historia Natural

  • Aún con el susto del huracán Sandy que azotó Nueva York hace dos años, el Museo de Historia Natural de esta ciudad de EEUU acoge desde hoy y hasta agosto próximo la exposición "La furia de la naturaleza", en la que la ciencia reconoce su incapacidad de predecir los arrebatos más violentos del planeta.

Mateo Sancho Cardiel

Nueva York, 15 nov.- Aún con el susto del huracán Sandy que azotó Nueva York hace dos años, el Museo de Historia Natural de esta ciudad de EEUU acoge desde hoy y hasta agosto próximo la exposición "La furia de la naturaleza", en la que la ciencia reconoce su incapacidad de predecir los arrebatos más violentos del planeta.

"La Tierra es un planeta dinámico que se ha ido moldeando a lo largo de miles de millones de años y sigue haciéndolo. Ese es el planeta en el que vivimos y la vida humana se empequeñece ante ese proceso, pero también estos cambios forman parte de la experiencia humana individual", explicó el vicepresidente del museo, Michael J. Novacek, al presentar la muestra.

En los últimos diez años, el mundo ha asistido a catástrofes como el huracán Katrina, el tsunami de Tailandia (provocado por un seísmo de 9,3 grados Richter) o el de Japón, el terremoto de Haití o, en los últimos días, el volcán Kilauea en Hawai. Ninguno de ellos pudo ser correctamente previsto por la ciencia.

"Es un gran problema de la ciencia a día de hoy. De momento, lo máximo que podemos hacer es mitigar los riesgos y reaccionar lo más rápido posible", aseguró, por su parte, el comisario de la exposición, Edmond Mathez.

Mathez incluso desestimó la acción del hombre como principal factor. "Solo podemos decir a ciencia cierta que el calentamiento global aumenta el número y el grado de las situaciones extremas, pero ni siquiera podemos decir que el hombre sea la principal causa del mismo", aseguró.

"El factor fundamental es el azar. Sandy, por ejemplo, científicamente fue definida como una tormenta accidental sujeta a elementos como una marea alta y una luna llena", aseveró.

Las estadísticas son preocupantes: cada año se produce una media de más de 134 terremotos de más de 6 puntos en las escala Richter que afectan y 1.300 tornados solo en Estados Unidos.

En 2013 hubo tres grandes erupciones volcánicas, aunque no dejaron ninguna víctima mortal.

"Pero cada día hay 50 o 60 erupciones, la mayoría de ellas en las fosas oceánicas. Hay un flujo de magma que se mueve de dentro a fuera de la corteza terrestre que si lo pusiéramos todo sobre Central Park levantaría un muro de siete kilómetros de alto", explicó otro de los comisarios, el encargado de la sección de volcanes, James Newell.

La exposición, con marcada vocación didáctica, propone numerosos juegos para entender, por ejemplo, el efecto de las olas de un tsunami con un sencillo juego de muelles, o invita a "crear tu propio volcán" eligiendo los "ingredientes" para la erupción, tal y como los científicos hacen en sus laboratorios.

También se puede estar en el ojo de un tornado y uno de los elementos estrella es una mesa interactiva sobre la que se proyecta cómo se creó y a qué zonas afectó el Sandy, la tormenta que hizo sentir a Nueva York vulnerable ante fenómenos naturales.

Pero "La furia de la naturaleza" también exhibe una reflexión filosófica, pues muestra la terrible belleza de la destrucción y recoloca al hombre ante fenómenos "que pueden pasar en 10 minutos o no suceder en los próximos 500 años", como dice uno de sus vídeos, y que pueden acabar con toda una civilización.

"En las culturas de Asia Pacífico han integrado totalmente las catástrofes naturales, entienden que no pueden aferrarse a la regularidad de las cosechas y, como también hay mucho país cristiano, en muchas ocasiones no se atreven a cuestionar la voluntad de Dios", explicó Jennifer Newell, del departamento de Antropología del museo y comisaria asistente.

La gestión humana y más tradicional en el tsunami de Samoa en 2009, cuyos artefactos se exponen en el museo, o la línea de pensamiento que provocó el terremoto de Lisboa en 1755, que marcó a autores como Voltaire y Kant; o el impacto del terremoto de San Francisco en 1906 sobre la cultura estadounidense, son visiones más antropológicas de las catástrofes.

Pero para tranquilizar al público también se vierten datos como que dos ciclones de magnitud similar en la misma región (hoy Bangladesh, antes Pakistán) generaron en 1970 500.000 víctimas mortales y en 2007, 5.000.

Eso sí, la sección no puede olvidar que existen "desastres no naturales", y explora cómo la mano del hombre, además de evitarlas y reducir su poder destructivo, a veces también ha potenciado y agravado estas catástrofes, con mención especial al huracán Katrina que, siendo de categoría 3 (media), provocó en 2005 el caos en Nueva Orleans (Luisiana, EEUU) y más de 1.800 muertos.

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