¿Pueden los machos adolescentes de las aves ser más femeninos que las hembras?

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) han analizado si la apariencia externa de las aves en edades juveniles puede suponer un freno en el dimorfismo sexual en la edad adulta.

En la mayoría de especies animales, los machos y las hembras tienen una apariencia externa o fenotipo diferente, como en el caso de las aves. Normalmente esto es así a causa de los diferentes atributos que necesitan para la reproducción, como el plumaje o el tamaño, generando como resultado el llamado dimorfismo sexual.

Existen especies en las que los machos en su edad juvenil tienen apariencia más femenina y esto hace que en su edad adultas diferencias sexuales entre ambos sexos se reduzcan.

"En edades tempranas, cuando la presión por reproducirse no es todavía importante, la selección natural favorece la ocurrencia de fenotipos poco llamativos, más femeninos, lo que nos sugiere que, fuera de un contexto sexual, los fenotipos femeninos son adaptativos" contextualiza Isabel López Rull, investigadora del MNCN.

Un ejemplo de este fenómeno se da en el cernícalo vulgar, una especie de ave rapaz que tiene dimorfismo sexual, ya que los machos son más pequeños y grises y las hembras son más grandes y marrones.

Cuando estas aves son adultas, los machos con estas características tienen más habilidad cazando y las hembras los prefieren, sin embargo, las hembras que pesan más son más fértiles.

Estas consecuencias de su apariencia han generado el dimorfismo sexual.

Pero el hecho de que esto no haga que la evolución de los machos vaya cada vez a un tamaño más pequeño es que cuando son jóvenes se parecen más a la hembra adulta. El estudio muestra que los machos que poseen apariencia más femenina sobreviven más, probablemente porque al ser más grandes compiten mejor por los territorios de caza.

"Estas ventajas apuntan a que la supervivencia de los fenotipos más femeninos conduce a una selección en contra del menor tamaño de los machos lo que supone una limitación en la magnitud del dimorfismo sexual adulto", apunta López-Rull.