El riesgo de rehacer un clásico del cine

  • Los clásicos del cine están ahí para ser admirados, estudiados y, en algunos casos, rehechos. Los remakes existen casi desde que el cine es cine. Unas veces reconociéndolo abiertamente y otras, de tapadillo. Sea como sea, revivir un clásico conlleva siempre unos riesgos añadidos. El próximo 27 llega a los cines, 'El castor'. Su argumento recuerda al de 'Harvey'.
Mel Gibson y su amigo el castor
Mel Gibson y su amigo el castor
Aurum
M. J. Arias

Enfrentarse a la idea de revisitar un clásico, actualizarlo (o no) y convertirlo en una nueva película que satisfaga a crítica y público no es una tarea nada sencilla. Para empezar hay que partir de la base de que cuando se hace el remake de un clásico es porque este lo merece por su calidad y/o su significado histórico. Se entiende que, en la mayoría de los casos, el original supera a la copia y esta siempre sale perdiendo en la comparación. De la mano de Jodie Foster en la dirección y con Mel Gibson como protagonista, el 27 de mayo se estrena 'El castor'. Su historia –la de un hombre que encuentra en una marioneta a su mejor amigo– se parece a aquella en la que James Stewart iba siempre acompañado por un conejo ('Harvey', 1950).

Hacer un remake no es algo de ahora. Maestros del cine ya practicaron este complicado oficio mucho antes. Así ocurrió, por ejemplo, con el 'Noseratu' que Walter Herzog estrenó en 1979. Aquel terrorífico relato que tenía como materia prima la historia de Drácula ideada por Bram Stoker era un remake que homenajeaba a otro clásico del cine, el que rodó Murnau en 1922. Los mitos de seres monstruosos son presa fácil para los amigos de las versiones. En 1941 George Waggner dirigió 'El hombre lobo', protagonizada por Lon Chaney Jr. Hace un año y con Benicio del Toro en el cartel, este ser mitad hombre mitad bestia saltó de nuevo a las pantallas.

De Frankenstein también son muchas las versiones que circulan. La mejor –pese a que ahora el monstruo parece más patoso que terrorífico– es la de James Whale, titulada en España 'El doctor Frankenstein' (1931). Kenneth Branagh se atrevió con el mito en 1994, pero su película era más una nueva adaptación de la novela que un remake de la de Whale. Otro monstruo que ha visitado el cine en más de una ocasión es King Kong. Con ese mismo título existen tres versiones. De 1933, 1976 y 2005. En la última, había toda una escena que parecía que se les había colado del metraje sobrante de 'Jurassic Park'.

La mitología y la ciencia ficción son dos materias que siempre gustan a la hora de utilizar una película como base para otra. Sobre todo gracias a las nuevas posibilidades que ofrecen los efectos especiales. Así ha ocurrido en los últimos años con títulos como 'La guerra de los mundos', 'Ultimátum a la Tierra' o 'La invasión de los ladrones de cuerpos'. El riesgo al que se enfrentan estas revisiones es que las primeras son ya tan míticas que luchar contra eso es realmente complicado, aunque la técnica cinematográfica haya avanzado y la factura de las nuevas versiones sea mucho más espectacular. El relato escrito por H.G. Welles fue adaptado en 1953 por Byron Haskin. Aquella versión es la que los aficionados al género aplauden. La de ahora es la que Steven Spielberg realizó en 2005 con Tom Cruise como protagonista. Era entretenida, pero no significará en la historia del cine lo que su predecesora.

Lo mismo ha ocurrido con los otros dos títulos mencionados. Robert Wise estrenó en 1951 'Ultimatum a la Tierra' y en 2008 llegó Scott Derrickson y colocó a Keanu Reeves como Klaatu en una nueva versión poco convincente. En el caso de 'La invasión de los ladrones de cuerpos', de Don Siegel, esta ha sufrido muchas revisiones. Una de las últimas fue en 2007, con Nicole Kidman y Daniel Craig. Por título, 'Invasión'. La espectacular evolución de los efectos especiales posibilitó también el estreno en 2006 de 'Poseidón'. Todas se mueven en la misma línea de resultados. Son espectaculares, pero no tendrán un lugar en la historia como las originales.

¿El oeste vuelve a estar de moda?

El del oeste es otro de los géneros que ha tenido sus remakes en los últimos años. No es un tipo de cine que se estile mucho en estos tiempos. Su década dorada fueron los años cuarenta y cincuenta. Aún así, en 2007 se estrenó 'El tres de las 3:10', versión del clásico de 1957. Otro western que revivió hace poco ha sido 'Valor de ley'. Aquella película que le valió su único Oscar como actor a Jonh Wayne sirvió como materia prima a los Coen en 2010. No es la primera vez que esta pareja hace un remake. Antes lo hizo con 'Ladykillers' en 2004. La original era una comedia de 1955 con Alec Guinness y Peter Sellers en el cartel.

A la comedia pertenece el simpático Spencer Tracy, quien en 1950 fue 'El padre de la novia'. Ahora lo es Steve Martin (1991) con secuela incluida, 'Vuelve el padre de la novia (Ahora también abuelo)'. Se tiende a pensar que lo que funcionó en un momento dado puede volver a hacerlo ahora. Sin embargo, algunos gags no soportan bien el paso del tiempo. Que lo hagan depende mucho de quién los interprete. Specer Tracy, acompañado por Katharine Hepburn y Sidney Portier, era el protagonista de 'Adivina quién viene esta noche' (1967). En 2005 acortaron el título dejándolo en 'Adivina quién' y pusieron a Ashton Kutcher como protagonista. La cosa ya no tenía tanta gracia.

Sí la tenía, por ejemplo, 'Sabrina'. La que protagonizaron Harrison Ford y Julia Ormond tenía su encanto. Esta la dirigió Sydney Pollack en 1995. La original es de Billy Wilder, con dos grandes como Audrey Hepburn y Humphrey Bogart. También es bueno el remake de 'Scarface' de Brian de Palma. Y es que el hecho de que sea un remake no implica que el resultado sea malo. El mejor ejemplo es 'El halcón maltés'. La que todo el mundo recuerda, el clásico, es el que protagonizó Bogart en 1941. Pero antes hubo otra que no cuajó. Como le ocurrió a la versión que Tim Burton hizo de 'El planeta de los simios'.

Hitchcock, una mina para los remakes

Uno de los directores clásicos que más sufren de este vicio del remake es Alfred Hitchcock. Al mago del suspense le han salido un sinfín de imitadores y no siempre con demasiado tino. Mientras él era capaz de convertir novelas de tres al cuarto en grandes películas, otros han perpetrado películas como 'Disturbia' (el parecido con 'La ventana indiscreta' es más que razonable) y la olvidable 'Psicosis' de Gus Van Sant (1998). En 1998, Andrew Davis lo intentó con 'Un crimen perfecto', estrenada por Hitchcock en 1954.

Los ochenta, cuna de revisiones

En la interminable lista de remakes que ha dado el cine en los últimos años –existen casos tan raros como Haneke, que se versiona a sí mismo– merecen una especial atención los salidos de la década de los ochenta. Sirven como ejemplo las recientes 'Hairspray' y 'Karate Kid'. En el mismo saco se encuentra también 'Furia de Titanes'. La original es más una película de culto que clásica. Los muñecos en stop-motion de Ray Harryhausen son míticos. La nueva, la de 2010, funcionó en taquilla y ya está en macha el rodaje de una secuela.

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