El Plan B del Gobierno sólo contempla un ajuste del 0,3%

  • España va bien, según el Secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa. O, al menos, no tan mal como dicen algunos, ya que en el peor de los escenarios, el Gobierno sólo necesitará un ajuste de tres décimas para cumplir los objetivos de déficit. Y éste irá por el lado de los impuestos.
Ruth Ugalde

Escuchar hablar al secretario de Economía José Manuel Campa, es como tener delante una enciclopedia de datos económicos que, punto por punto, va desgranando las miserias y grandezas del mercado español.

Y éstas se resumen en tres grandes puntos:

1-. El paro sigue siendo la gran lacra de la economía española, hasta el punto de que el próximo ejercicio seguirá por encima del 19%

2-. Se han corregido los desequilibrios de las cuentas públicas, cuya deduda está 20 puntos por debajo de la media europea.

3-. La principal amenaza para el país está en la disparada deuda privada, ya que los compromisos financieros de las empresas son un 35% superiores a la media del Viejo Continente, y el de las familias, un 22%,

Con estas tres grandes cartas sobre la mesa, los organismos internacionales y los analistas han rehecho sus números sobre la evolución de la economía española y éstos se sitúan a seis décimas de las previsiones del Gobierno.

Según Campa, la media de las estimaciones de los expertos prevé una mejora de la economía española para 2011 del 0,7%, frente al 1,3% presupuestado por el Ejecutivo. "Esto signfica que podría haber una diferencia de seis décimas de crecimiento del PIB, cuyo impacto en el déficit apenas sería de tres décimas", explica al secretario de Estado de Economía.

Dicho de otro modo, en el supuesto de que las estimaciones de crecimiento del Gobierno sean erróneas y al final se imponga la realidad del consenso de analistas, el Plan B que necesita el Ejecutivo sería mínimo, ya que sólo requeriría un ajuste del 0,3% del déficit, para concluir 2011 con el anunciado 6% (el año pasado se situó en el 11,1% y éste se prevé terminar en el 9,3%).

El propio Campa ha dejado entrever por dónde irán esas medidas adicionales, al asegurar ayer en la Comisión de Presupuestos del Senado que "cualquier desviación del PIB a la baja supondrá un mayor esfuerzo fiscal".

Hablando en plata, el objetivo de déficit se va a cumplir sí o sí. Éste parece alcanzable con los presupuestos actuales, pero, si las cifras del Gobierno son erróneas y aciertan el resto de expertos, habrá que volver a tocar los impuestos para aumentar los ingresos y conseguir así cerrar la brecha del 0,3%.

Acelerar las reformas

La clave del optimismo de Campa radica en que el Gobierno tiene controlados los gastos, gracias a los famosos tijeretazos. Las desviaciones, por tanto, pueden venir por el lado de los ingresos, si no se cumplen las previsiones de crecimiento estimadas. De hecho, Campa ha reconocido que el Talón de Aquiles de la economía española está en el consumo privado, cuya evolución puede ser peor a la presupuestada.

No obstante, en este esquema jugará un papel crucial que el Ejecutivo realmente no se mueva un ápice del camino que le obligó a tomar Bruselas el pasado mes de mayo, ya que para asegurarse el cumplimiento del déficit por el lado del gasto no puede levantar el pide del acelerador de recortes impuesto, ni de las reformas estructurales anunciadas.

Y aquí entran en juego tres grandes cambios: la reforma del sistema financiero, con la famosa Ley de Cajas; la reforma del mercado laboral, cuyos frutos todavía se esperan; y la reforma del Sistema de Pensiones.

Tanto el presidente del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez; como los secretarios de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, y de Economía, Campa, insistieron ayer en que la reforma de las pensiones debe hacerse cuanto antes.

Por tanto, el anuncio del ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, de retrasarla hasta primavera parece un simple brindis al sol, dirigido a calmar a los sindicatos, y una zancadilla a los esfuerzos del Ministerio de Economía por recuperar su credibilidad ante los mercados.

Patriotismo económico

Para asegurarse el cumplimiento del déficit, el Gobierno hace equilibrios sobre dos pilares: los presupuestos, que sí puede controlar; y el entorno macroeconómico, al cual no sólo no puede dirigir, sino al que además es muy vulnerable.

Todos los ajustes realizados desde mayo han permitido mejorar la posición de España dentro del entorno macroeconómico (hemos pasado de estar a punto de quebrar junto a Grecia a ver cómo todos los líderes mundiales se esfuerzan por diferenciarnos de Irlanda y Portugal). Sin embargo, cualquier paso en falso, como un retraso de la reforma de pensiones, puede volver a generar tensiones.

De ahí que Campa haya abogado por un poco de patriotismo económico. "España no tiene un problema de solvencia, ni de sostenibilidad de las cuentas públicas, tiene un problema de vulnerabilidad". Y las primeras perjudicadas son las empresas y las familias, por ese mayor endeudamiento citado al principio.

Si la credibilidad de España frente al exterior se deteriora, los inversores la penalizan y le encarecen la financiación que necesita para devolver sus deudas. Ésta es la vulnerabilidad de la que habla Campa, y para combatirla, el mejor remedio es la credibilidad y un poquito de patriotismo económico.

La primera parte corresponde al propio Gobierno al que pertenece, ya que está en su mano aplicar las medidas necesarias para salir de la crisis.  "Lo mejor que se puede hacer para ganar credibilidad es ejecutar las medidas que se han anunciado en el tiempo y forma", ha reconocido el propio Campa.

La segunda concierne a la oposición y, en general, a todos aquellos agentes que influyen en la opinión pública. El secretario de Economía les ha recordado que "unos de los principales componentes de la recuperación es la confianza", por tanto, considera que sería bueno empezar a ver el vaso medio lleno, en vez de medio vacío.

Un ejemplo, las estimaciones de la OCDE, que ha mejorado al 0,9% la previsión de crecimiento del PIB español en 2011; y las de Funcas, que se han elevado hasta el 0,8%.

La lectura negativa consiste en afirmar que están por debajo del 1,3% del Ejecutivo. La positiva, en situarlas ya rozando el 1%. "Podemos ser positivos o negativos, pero lo cierto es que todas las previsiones han ido convergiendo hacia las del Gobierno", Campa dixit.

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