Envidia, odio o admiración... ¿Qué le pasa a los españoles con los 'apenas 6.000' ricos que hay en el país?

  • Portugal y Francia, nuestros dos vecinos, van a aplicar una tasa especial para las grandes fortunas. En España, el debate sigue en el terreno de la política pero también ha abierto otra discursión sobre la imagen y el papel de los ricos nacionales. Odio, envidia o admiración. ¿Qué sentimos? ¿Por qué?
Álex Medina R.

Sea sincero, ¿cuántas veces ha calculado el premio de la lotería que le sería suficiente para sentirse feliz? ¿Un millón, por ejemplo? No seamos avariciosos y quedémonos con esta cifra, que se ha convertido en el parámetro para definir a los ricos en el mundo.

Según Merrill Lynch y Capgemini, que llevan 15 años analizando las grandes fortunas del mundo, España contaba en 2010 con 140.100 personas que acumulaban un patrimonio superior al millón de dólares (excluyendo primera vivienda y consumibles).

Sólo entre los diez más ricos, sumarían una riqueza conjunta de 60.000 millones de euros... más o menos el déficit con el que cerrarán todas las administraciones el año.

Según Hacienda, el número sería muy inferior a los 140.000 calculados por el estudio mencionado: partiendo de la última declaración de la  Renta, sólo 6.821 españoles confesaron ante Hacienda ingresos anuales por más de 600.000 euros y otros 78.000 se situaron en la horquilla de ganancias de entre 150.000 y 600.000.

Por esta diferencia entre cálculos es por lo que muchos consideran que un nuevo impuesto a las grandes fortunas, como han anunciado desde el PSOE, sería insuficiente. En otros países puede funcionar y así se ha anunciado.

En otros países. España es muy diferente en su relación con los ricos, millonarios, adinerados, afortunados o como sea que se llamen. En este país, la actitud hacia los que más tienen se mueve en tres niveles: la envidia, el odio y, poco a poco, la admiración.

Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre la opinión de los españoles hacia los impuestos, el 78,3% de los encuestados cree que los ricos no pagan lo que deberían pagar a Hacienda. Y como colofón a ello, la tendencia es que el porcentaje ha ido subiendo de unos años a esta parte.

"La crisis y sus consecuencias han provocado que nos fijemos más en el que tenemos al lado y, muy especialmente, entre los que más tienen", explica Alejandro Néstor García, profesor de Sociología de la Universidad de Navarra. Para él, la animadversión nacional hacia el dinero es más un cliché que una realidad.

Sin embargo, el debate está ahí. Carlos Sánchez, director adjunto de elconfidencial.com y autor de varios libros sobre la evolución del empresariado español, recuerda las raíces de tanta reticencia. Vienen de siglos atrás y de la profunda tradición católica arraigada en España frente al luteranismo y su exaltación del trabajo y del esfuerzo personal.

"En España no ha habido históricamente esa cultura del hombre hecho a sí mismo como sí que la ha habido en el mundo anglosajón", explica Sánchez. Pero no sólo eso, sino que las grandes compañías de nuestro tejido empresarial tiene características muy particulares, ya que muchas proceden de antiguos monopolios. Es el caso de las Telefónica o Repsol.

Y eso cuando no son bancos, directamente, uno de los sectores con menos adeptos en cualquier lugar del mundo. De hecho, y siguiendo otra encuesta del CIS, banqueros y empresarios son los colectivos con menor credibilidad entre los ciudadanos.

"Eso es porque se relaciona con la usura", subraya Carlos Sánchez, para quien tampoco es casualidad que las dos empresas con mejor reputación entre los españoles sean dos compañías que empezaron desde abajo: Inditex y El Corte Inglés. "En ambos casos no da la sensación de que sea una situación heredada del pasado", recalca el periodista.

Precisamente, la herencia es otra de las explicaciones en un país donde las grandes aristocracias aún mantienen elevados patrimonios territoriales e inmobiliarios. De igual modo, el presente más cercano, ligado a la burbuja inmobiliaria, ha dejado otro tipo de nuevos ricos con una imagen negativa muy marcada.

Como excepción igualmente procedente del pasado, la opacidad del empresario español se entendió durante muchos años de los ochenta y parte de los noventa como una forma lógica de defensa contra el terrorismo etarra, que situó a las grandes fortunas en su punto de mira.

Por su parte, y volviendo al presente, el sociólogo Alejandro Néstor García ahonda en por qué, de pronto, los ricos se han convertido en sospechosos habituales. Para él, y además de esa crsiis económica que nos hace fijarnos más en lo que tienen los demás, también ha calado bastante la idea de que los millonarios no pagan impuestos como deberían en función de sus ingresos. Esta sensación, obviamente, ha derivado en cierta animadversión.

Aunque las posibles explicaciones no se quedan ahí. Para el profesor de la Universidad de Navarra, las empresas españolas tampoco hacen demasiado en el campo de la responsabilidad social.

Durante muchos años, las empresas se han enriquecido gracias a la sociedad en la que se asientan "y cuando llegan los malos tiempos los ciudadanos se pueden preguntar qué les ofrecen las empresas a cambio".

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