Goirigolzarri cumple cien días al frente de Bankia sin recibir la ayuda prometida

  • Mañana se cumplen los primeros cien días de gobierno de José Ignacio Goirigolzarri al frente de Bankia, un plazo considerado como el periodo de gracia que merece todo nuevo responsable. Pero, en este tiempo, el ejecutivo ha sentado los nuevos pilares de la entidad, con la vista puesta en devolverle el carácter comercial de la banca tradicional, con la cercanía al cliente, la austeridad y el control de riesgos como máximas. Sin embargo, sigue sin recibir los 19.000 millones necesarios para llevar a cabo su plan.

Goirigolzarri propondrá al consejo de Bankia solicitar respaldo público superior a 14.000 millones
Goirigolzarri propondrá al consejo de Bankia solicitar respaldo público superior a 14.000 millones
Ruth Ugalde

"Si hay alguien que puede levantar a Bankia, es él". "Pocas personas pueden presumir de su curriculum y reputación". "Nadie sabe tanto de banca comercial como Goiri, y en esa dirección va a reconstruir la entidad".

Afirmaciones como éstas plagaban las conversaciones del sector financiero hace poco más de tres meses, cuando corrió como la pólvora la noticia de la dimisión de Rodrigo Rato como presidene de Bankia y la elección de José Ignacio Goirigolzarri, ex consejero delegado de BBVA, como su sucesor.

Mañana se cumplen cien días de su nombramiento oficial al frente de la entidad -fue el pasado 9 de mayo- y, lejos de haberse concedido a sí mismo el periodo de gracia que suele relacionarse con este plazo, el directivo ha pisado el acelerador, consciente de que detrás de su entidad hay mucho más que un banco en juego, está toda la reputación financiera del país.

De hecho, éste fue el argumento que le convenció para aceptar el nombramiento, una responsabilidad que le llegó justo cuando estaba haciendo lo que más le gusta: apoyar el desarrollo de nuevos proyectos innovadores, a través de su Fundación Garum, y disfrutando de su verdadera pasión, la filosofía.

Cuestionado en algunos momentos por el ala más dura del partido que le puso al frente al Bankia, Goirigolzarri siempre ha tenido claro que está ahí para hacer borrón y cuenta nueva, sanear la entidad y devolver, en lo posible, al sector financiero el prestigio perdido. Él no pidió relevar a Rato, por eso, tampoco está dispuesto a dejar que le cambien sus reglas al son de intereses políticos.

Fricciones políticas

Goirigolzarri demostró su firmeza poco después de llegar a la entidad, cuando algunos barones del PP criticaron -eso sí, fuera de los focos- los 23.500 millones en que Goiri ha valorado la recapitalización de Bankia -19.000 millones nuevos y 4.500 millones fruto de la conversión en acciones del dinero que ya había concedido el FROB-.

El ejecutivo confiaba en haber recibido ese dinero antes del verano, pero todavía sigue esperando la inyección. Aunque Europa ha dado el visto bueno a sus planes, el Gobierno necesita encajar todas las piezas del rescate del sector financiero antes de poner la primera piedra, ya que será la más costosa.

"Con esa suma se cubren hasta los créditos más sanos del mundo", criticaban los detractores de Goirigolzarri cuando éste dio a conocer sus condiciones. Pero el ejecutivo se mantuvo firme, más aún cuando recordaba que todas sus decisiones siempre han estado previamente consensuada con el Ministerio de Economía que, al fin y al cabo, es el dueño de Bankia.

Aunque con retraso, y probablemente con matices, parece que el banquero ha conseguido salirse con la suya y cuenta los días para recibir la suma que tantas ampollas ha levantado en algunos frentes políticos, una próxima inyección que ha desatado la especulación en torno al valor en bolsa.

El fin de la 'sillitis'

Goirigolzarri tampoco dio su mano a torcer cuando tomó la decisión de renovar todos los órganos de gobierno del banco. Ahí había amigos de todos los colores, pero no suyos, sino de ese polémico pasado de la entidad que ahora promete destaparse en los tribunales.

Del mismo modo que nunca dudó en pisar callos si esto era necesario para regenerar la cúpula de la entidad, en cambio, sí se ha mostrado más conciliador a la hora de depurar responsabilidades. "Yo no estoy aquí para buscar culpables", ha dicho en más de una ocasión, esa labor se la deja a la Justicia.

A diferencia de los anteriores consejos, Goirigolzarri sólo ha querido rodearse de profesionales, eso sí, de su plena confianza, como demostró fichando como sus manos derechas a dos antiguos escuderos en BBVA: José Sevilla, a quien ha concedido todo el poder de las áreas financiera, de riesgos, participadas y Presidencia; y Antonio Ortega, director general de Personas, Medios y Tecnología, y como tal, responsable de llevar a cabo todo el ajuste de la red Bankia.

Como primer golpe de efecto, Goiri redujo no sólo los consejos de administración de Bankia y su matriz, Banco Financiero y de Ahorros (BFA) -el primero pasó de 18 a 11 miembros, y el segundo de 20 a 5-, sino que recortó a la mínima expresión la presencia de representantes de la entidad en participadas, al cercenarlos en un 75%.

Suma y sigue, porque a este tijeretazo de las carguitis se sumó el fin de las prebendas, ya que los vocales sentados en las participadas no recibirán ninguna retribución y las dietas que les correspondan irán a parar a la entidad, una medida con la que el banco prevé ahorrar 7 millones de euros.

Aunque esta cifra apenas sea una gota en mitad del océano de 19.000 millones que recibirá Bankia, es un ejemplo de la "nueva política del grupo, que queremos que esté regida por los principios de austeridad, eficiencia y transparencia", según palabras del propio Goirigolzarri.

Levantar la entidad y devolver el dinero

Aunque todas esta mejoras del gobierno corporativo son algo compartido por Goirigolzarri, tampoco se puede olvidar que también vienen impuestas por Bruselas, quien tiene muy claro que su dinero no va a ir destinado a mantener consejeros.

Del mismo modo, Europa exige garantías para recuperar su préstamo, y éstas se resumen en el plan de negocio presentado por Goiri, que se ha marcado como reto alcanzar unos ratios de eficiencia del 40% en tres años, esto significa que, frente a los 60 euros que gasta hoy la entidad para ingresar 100, se debe pasar a 40 euros.

Para conseguirlo, tiene muy claro que debe desburocratizarse la entidad, contar con estructuras más planas y próximas al cliente, cambiar los procedimientos, centrarse en el negocio bancario tradicional y salir de todas aquellas actividades que queden fuera de ese foco.

Más difícil parece el reto de reducir a la mitad los activos improductivos, que actualmente ascienden a 60.000 millones de euros, repartidos en créditos morosos y excesos inmobiliarios de los años de la burbuja.

Dentro de este objetivo se enmarca la conocida como Operación Hispania, uno de los grandes logros de Goirigolzarri desde que llegó al poder y que consiste en la venta de una cartera de créditos fallidos de 800 millones de euros.

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