Científicos idean un sistema para diseñar la planificación vial con impulso de la protección de los bosques

EUROPA PRESS
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La esperanza es que esta estrategia de "compensación" pueda guiar a los gobiernos, inversores y la industria a centrarse en las expansiones de carreteras que aportan los mayores beneficios para las áreas agrícolas actuales en lugar de proyectos que amenazan con abrir hábitats naturales significativos para convertirlos en tierras agrícolas.

Como prueba de concepto, los investigadores aplicaron su técnica a una subregión específica: el Gran Mekong en el Sudeste Asiático, una de las partes biológicamente más importantes del planeta y un lugar que ha perdido casi un tercio de su bosque tropical desde los años setenta.

Los investigadores hallaron que una serie de propuestas de carreteras actuales en Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya tienen potencial para cambiar de forma masiva el hábitat con poco beneficio para las poblaciones y la seguridad alimentaria. También encontraron áreas donde las nuevas carreteras podrían aumentar la producción de alimentos y la conectividad con un costo ambiental limitado.

Investigadores de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, el Instituto Kunming de Botánica y el Centro Agroforestal Mundial, en China, dicen que su estudio, publicado este jueves en 'PLOS Biology', es un intento de explorar un "acercamiento más conciliador" con la esperanza de iniciar un mayor diálogo entre los constructores de infraestructuras y los expertos en conservación.

Estos científicos piden a organizaciones como el recientemente establecido Banco Asiático de Inversión en la Infraestructura, así como al Banco Asiático de Desarrollo, que utilicen estos análisis cuando consideren invertir en futuros proyectos de expansión vial en la región del Mekong, un área en rápida evolución.

25 MILLONES DE KILÓMETROS DE CARRETERAS MÁS PARA 2050

"Se estima que para 2050 construiremos 25 millones de kilómetros de nuevos carriles viales, la mayoría de los cuales estarán en el mundo en desarrollo", dice Andrew Balmford, profesor de Ciencias de la Conservación en Cambridge. "Puede parecer que los conservacionistas se oponen a casi todas las nuevas infraestructuras, mientras que los constructores y sus financiadores permanecen a menudo bastante mudos sobre el impacto ambiental de sus propuestas, lo que puede llevar a un colapso de la comunicación", añade.

"La región del Mekong es el hogar de algunos de los bosques tropicales más valiosos del mundo y es también una región en la que se van a construir muchos caminos y la oposición general de la comunidad conservacionista no parará esto", lamenta el profesor Jianchu Xu, del Instituto de Botánica de Kunming en China, así como coordinador regional para el Centro Mundial de Agroforestería en la Oficina Regional de Asia Oriental y Central.

"Estudios como el nuestro ayudan a identificar los proyectos a los que debemos oponernos con más fuerza, mostrando de forma transparente las razones por las cuales nos oponemos y ofreciendo alternativas donde los costos ambientales son menores y los beneficios del desarrollo son mayores. Los conservacionistas deben ser voces activas en el desarrollo de las infraestructuras y creo que estos enfoques tienen el potencial de cambiar el tono de la conversación", destaca.

El Gran Mekong abarca Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia, Myanmar y la provincia de Yunnan de China. Es el hogar de alrededor de 20.000 especies de plantas, 2000 tipos de vertebrados terrestres y 850 especies de peces de agua dulce. Gran parte de esta biodiversidad no se encuentra en ningún otro lugar del planeta: el saola, por ejemplo, es un mamífero parecido a un pequeño antílope que fue descubierto en 1992, y es tan raro que se conoce como el "unicornio asiático".

Los vastos bosques de la región también actúan como sumideros críticos de carbono, absorbiendo los gases de efecto invernadero. La pérdida de hábitat del Gran Mekong, que es el hogar de más de 320 millones de personas, se ha acelerado, con la desaparición entre 1973 y 2009 de aproximadamente el 31 por ciento del bosque natural de la región. Junto a esto hay una pobreza generalizada: la inseguridad alimentaria y la malnutrición siguen siendo importantes desafíos.

Los investigadores crearon el nuevo marco para la planificación vial en el Mekong, analizando diversas fuentes de datos: incluyendo lagunas de rendimiento de los cultivos en la región, tiempos de viaje entre centros poblacionales, mapas de distribución de aves y mamíferos y reservas de carbono de biomasa en el suelo y la vegetación. Al combinar estos datos en capas compuestas, el equipo pudo mapearlos sobre la región y reducir los resultados a una simple escala de color verde a púrpura comparando los beneficios de la producción de alimentos con los costos ambientales.

En áreas como el Delta de Ayeyarwady de Myanmar, las nuevas carreteras podrían aumentar sustancialmente la producción de alimentos mediante la mejora de los enlaces de transporte para la comercialización de los productos, la reducción de los desechos y el aumento del acceso a las nuevas tecnologías. Esto tendría un costo ambiental relativamente limitado, ya que gran parte del área se ha convertido a la agricultura, pero los rendimientos de los cultivos siguen siendo bajos.

Sin embargo, los investigadores advierten que los proyectos planeados en otras áreas con extensos bosques, como el norte de Laos y el oeste de Yunnan en China, podrían devastar ecosistemas vitales con poco beneficio para la producción de alimentos.

Para Balmford, este es quizás el quid de la discusión, y algo sobre lo que ha estado hablando durante mucho tiempo: "Al aumentar el rendimiento de las cosechas de las actuales redes agrícolas, existe la esperanza de que las necesidades alimentarias puedan satisfacerse mientras se contiene la expansión de la agricultura y la destrucción de los hábitats naturales. La ubicación de las infraestructuras, y las carreteras en particular, desempeñará un papel importante en esto".

Sin embargo, los investigadores advierten que la canalización de caminos en áreas menos dañinas y más gratificantes tendrá que ir de la mano con el fortalecimiento de la protección de los hábitats globalmente significativos como los bosques que quedan en el Mekong.

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