Los paraísos turísticos devastados por el narcotráfico y la violencia

  • Acapulco, en México, muestra hoy despojos del pasado de gloria que lo convirtió en uno de los destinos más selectos del planeta. Treinta grupos delictivos se disputan su control y espantan a los visitantes.

    Es la cuarta urbe más violenta del mundo. Otras ciudades con playas sublimes o monumentos fascinantes, como Cartagena de Indias (Colombia) y La Altagracia (Dominicana) padecen un flagelo similar.

Mientras unos se bañan en Acapulco, un niño yace muerto a tiros, junto a otro cadáver.
Mientras unos se bañan en Acapulco, un niño yace muerto a tiros, junto a otro cadáver.
Diego Caldentey

Adiós al glamour... Sus nombres fueron durante décadas sinónimo de gloria, belleza, lujo y sofisticación. Hoy, algunas ciudades del mundo que representaban el destino turístico perfecto muestran los despojos de un pasado que, efectivamente, fue mejor. El gran responsable de su ocaso es el narcotráfico, un negocio colosal que se ha apropiado de playas paradisíacas y ha reemplazado su encanto por violencia, locura y muertes.

El caso más paradigmático hoy es el de Acapulco, en México. Atrás quedó su época de oro, cuando monarcas, artistas y magnates lo posicionaron como uno de los destinos turísticos más selectos del planeta. La industria del cine de Hollywood llegó a adoptarlo como 'meca' de recordadas películas y su fama internacional fue ascendiendo a ritmo vertiginoso.

Sin embargo, su realidad hoy es bien distinta. Una treintena de bandas de narcotraficantes pugnan por el control absoluto del balneario. Acapulco se ha convertido en la cuarta ciudad más peligrosa del planeta, según el ránking 2015 que elabora el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.

Sus arenas y postales fascinantes siguen acumulando folletos y catálogos turísticos, pero las agencias de viajes internacionales advierten que es uno de los destinos menos recomendables para disfrutar unas vacaciones o emprender viajes de negocios.

Extorsiones, inseguridad, robos, secuestros, asesinatos, muertes, violencia,  crimen organizado... Todo eso es hoy Acapulco, una urbe de 862.176 habitantes cuya tasa de homicidios es de 104,73 por cada 100.000. Amenazados y exhaustos, los comerciantes y hosteleros que durante más de un siglo sostuvieron la economía de la ciudad se muestran impotentes, cierran las puertas de los establecimientos y se marchan.

Se calcula que unos 3.800 propietarios de negocios y restaurantes echaron el cierre a sus comercios el pasado año, ahogados por las extorsiones de los narcotraficantes que buscan obtener ingresos económicos mediante las coacciones de pobladores indefensos.

De acuerdo a cifras de la Federación de Cámaras de Comercio en Guerrero, en lo que va del 2016 han hecho lo propio más de 300 negocios. La zona costera se ha convertido en territorio de nadie. Hace una semana, miles de hosteleros y escuelas cerraron sus puertas para clamar por mayor seguridad. 

La violencia extrema en sus calles también afecta a su industria. Según la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) mexicana, 7 de cada diez negocios en Acapulco funcionan con números rojos o utilidades reducidas, porque el turismo ha descendido hasta límites insoportables. Dicen los habitantes de la ciudad que ésta se ha transformado en la nueva 'Ciudad Juárez'. Los esfuerzos del Gobierno para enviar más efectivos del Ejército, la Policía federal y la Gendarmería resultan inocuos, porque la cifra de muertos, secuestros y extorsiones sigue en aumento.Otros paraísos devastados por el crimen

Otros paraísos turísticos en América Latina y el  Caribe padecen un problema similar. Colombia muestra playas paradisíacas. Pero ciudades bonitas como Cartagena de Indias están acorraladas por la violencia y el negocio narco. De acuerdo al último informe anual de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2014 el país volvió a erigirse en el primer productor mundial de cocaína ilegal. 

Las bandas de narcos han vuelto a reinar en ese territorio y recobraron fuerza. En la actualidad, en Colombia existen 69.000 hectáreas de cocaína cultivadas, lo cual supone un incremento interanual del 44%. Obviamente, los narcotraficantes tienen presencia fuerte no solo para darle salida a la droga rumbo a Estados Unidos y Europa, sino que encuentran un negocio colosal en el turismo.

Algo parecido ocurre en Venezuela. Caracas ocupa el segundo lugar mundial en materia de violencia urbana, en términos porcentuales, y el primer puesto en términos absolutos. Según un informe reciente del Observatorio Nacional de Violencia (ONV), los homicidios registrados en el país treparon de 8.000 en 2000 a casi 25.000 en 2014, incrementándose la cifra en un millar cada ejercicio anual y resultando en un total de más de 213.000 personas asesinadas en ese lapso.

En la nación caribeña, con paraísos naturales colosales, han proliferado organizaciones ilegales de diversas características, pero sus playas se encuentran devastadas por más de 50.000 pandilleros, dos tercios de ellos dedicados a delitos violentos como tráfico y distribución de drogas.

República Dominicana, con ciudades como La Altagracia, y destinos turísticos como las Cataratas del Iguazú, en la frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay engendran el problema del narcotráfico, que sigue escalando hasta límites aún insospechados en escenarios turísticos antes de ensueño. 

En el caso de Argentina, según la UNODC, este país suramericano ocupaba, junto con España, el primer lugar mundial en materia de consumo de cocaína, en términos relativos en 2014. La Argentina es hoy el segundo país de la región en número de consumidores de cocaína, con 600.000, detrás de Brasil que cuenta con 900.000, aunque su población es cinco veces mayor. Son apenas números que sirven para corroborar cómo algunos de los destinos más fascinantes del planeta hoy se han convertido en sitios infernales para el turismo mundial.

 

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