Bahréin: aumenta la tensión entre suníes y chiíes

  • La siguiente batalla crucial en la tensa pugna que hay entre los musulmanes suníes y chiíes en el mundo árabe se libra en la pequeña isla de Bahréin. Las diferencias sectarias entre los musulmanes son cada vez más evidentes en las manifestaciones pro democráticas. "Tanto Arabia Saudí como Irán tienen intereses en Bahréin y lo que ocurra allí se reflejará en el equilibrio estratégico en la región del Golfo", han dicho los analistas.
Continúan las protestas en Bahreín
Continúan las protestas en Bahreín
lainformacion.com
Caryle Murphy, Riad (Arabia Saudí) | GlobalPost

Las manifestaciones pro democráticas sin precedentes que están protagonizando allí los ciudadanos chiíes están teniendo un eco mucho más amplio de lo que resultaría normal para un país de tan sólo 738.000 habitantes.

Y es por una sencilla razón: los estrechos vínculos de Bahréin con su enorme vecino, Arabia Saudí.

Los dos países están unidos por una autovía de casi 26 kilómetros y por la firme pretensión de sus respectivas familias reales suníes de seguir aferradas al poder.

 Además, el gobierno de Riad, rico en petróleo, apoya económicamente al de Bahréin, que no es tan rico en oro negro. 

Los dos estados están además determinados a terminar con lo que perciben como intentos hegemónicos de Irán (autoproclamado defensor de los derechos de los chiíes) para controlar la región del Golfo, y en especial para extender su influencia en los asuntos internos de Bahréin.

 "Tanto Arabia Saudí como Irán tienen interés en Bahréin, y lo que ocurra allí se reflejará en el equilibrio estratégico en la región del Golfo", asegura Fares Braizat, del Arab Center for Research and Policy Studies de Catar.

La mayor parte de los manifestantes estos días en las calles de la isla son chiíes, porque en torno al 70 por ciento de la población del país son musulmanes de la rama chií.

El origen de sus protestas es el arraigado sentimiento de marginalización política y económica a los que les somete la élite gobernante suní, incluida la familia real Al Jalifa.

En Túnez, Egipto y Libia protestas recientes han tenido "el argumento claro del pueblo contra los gobiernos déspotas", dice F. Gregory Gause III, un experto en la zona de Golfo de la Universidad de Vermont (EEUU).

Pero en países como Iraq, Bahréin, Kuwait o Arabia Saudí, que tienen una importante población chií, el "elemento sectario" puede ser introducido fácilmente en las manifestaciones, añade.

Bahréin está "en primera línea porque aunque hay numerosos súbditos suníes que reclaman reformas políticas en el país, todo se reduce a diferencias sectarias".

"Así que si en Bahréin aumenta la violencia, definitivamente aumentarán las tensiones sectarias, especialmente en la región del Golfo", añade Gause.

Arabia Saudí es el vecino más amenazado por lo que pueda ocurrir en Bahréin, en donde las demandas más repetidas por la oposición conducirían hacia el establecimiento de una monarquía constitucional.

Si esto ocurriese, Arabia Saudí se vería ante la incómoda situación de ver a una familia real vecina ceder gran parte de su control político. Y hasta el momento ese no es un planteamiento que los saudíes parezcan inclinados a adoptar.

Además, un sistema más democrático en Bahréin aumentaría naturalmente el peso político de la población chií, algo que quizás envalentonaría a la minoría chií de Arabia Saudí.

Entre el 10 y el 15 por ciento de los 22 millones de ciudadanos del reino saudí son chiíes, que viven principalmente en la rica provincia petrolífera del este. Al igual que sus vecinos en Bahréin, también se quejan de que les traten como ciudadanos de segunda clase.

Aparte de los problemas domésticos, a Arabia Saudí le inquieta que Irán se esté aprovechando de la nueva reafirmación política de los chiíes de Bahréin, y ganando influencia en la zona.

Uno de los motivos clave de la profunda división entre suníes y chiíes en el mundo árabe es la implicación progresiva de Irán en los asuntos de sus vecinos, incluyendo su apoyo a Hezbolá en el Líbano y a Hamás en Gaza.

En Iraq, el derrocamiento por parte de EEUU del gobierno de la minoría suní de Saddam Hussein ha llevado al dominio chií en la política del país, lo que ha dado mayor influencia a Irán.

 "Hay auténtico temor a que Irán meta las manos en Bahréin", explica Tawfiq Alsaif, un intelectual saudí chií.

"Hasta ahora Irán estaba observando. Pero quizás intente unir a la oposición de Bahréin, como hizo en el Líbano y en Iraq... todo el mundo busca la implicación iraní".

En entrevistas telefónicas realizadas a activistas chiíes de Bahréin, éstos aseguran que el miedo a la implicación iraní en los asuntos domésticos de la isla-estado es una exageración.

Pese a los sentimientos irrendentistas de algunos oficiales iraníes, que se han referido ocasionalmente a Bahréin como territorio iraní, Teherán se ha mantenido al margen durante las recientes protestas, según aseguran desde la oposición.

 "Los diplomáticos iraníes son los únicos diplomáticos en Bahréin que no se reúnen con nadie, a diferencia de los estadounidenses, británicos y franceses, porque saben lo sensible que es el tema", explica Nabeel Rajab, presidente del Centro de Derechos Humanos de Bahréin.

Además, añade, los chiíes en el país "no ven a Irán como un modelo de democracia".

Abduljaleel Al Singace, un alto cargo del partido Haq, reconoce la preocupación en los gobiernos suníes del Golfo por las demandas políticas de los chiíes en Bahréin, pero dicen que se está "magnificando el tema sectario" para justificar el rechazo a las demandas de la oposición.

"La gente está pidiendo justicia social, participación en la vida pública, y terminar con la corrupción; quieren un buen gobierno. Estas demandas no tienen una base sectaria", añade.

Tanto Rajab como Al Singace coinciden en acusar al gobierno de Bahréin de utilizar a Irán como una táctica para asustar tanto a la comunidad suní como a Occidente, incluido EEUU, que tiene una enorme base naval en el país.

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