Mezclando los códigos y los géneros, Prince era una fuerza política sinigual

En el universo de los rocks stars, Prince parecía venir de otro lugar: efebo pansexual y solitario. Al proyectar una imagen que mezclaba los códigos, representaba una fuerza política sinigual.

Prince era un negro heterosexual al que le encantaba presentar una imagen confusa de sí mismo. Podía pasar por blanco, hispano u homosexual, y reivindicaba una nueva forma de masculinidad negra, hipersexual y andrógina a la vez, en la era del hip-hop machista.

Prince, que adoraba sorprender, se enfundó para los Grammy 2015 un traje de color naranja brillante, pero sus declaraciones fueron menos excéntricas.

"Como los libros y la vida de los negros, los álbumes de música importan siempre", dijo el legendario cantante en la gala con una gran sonrisa, en referencia al movimiento Black Lives Matter que milita contra la brutalidad policial.

Este pequeño discurso marcó un punto de inflexión política al final de la vida del artista, que murió repentinamente el jueves a los 57 años.

Poco después de los premios Grammy lanzó un álbum titulado "Baltimore" en homenaje a los negros muertos en manos de la policía, que incluye el estribillo "Si no hay justicia no hay paz" y que se produjo en Baltimore, ciudad marcada por violentas manifestaciones contra los abusos policiales.

La toma de posiciones políticas era algo habitual en su discografía, tal como lo demuestra el título de 1981 "Ronnie, Talk to Russia", mensaje dirigido al entonces presidente estadounidense Ronald Reagan en el que lo exhortaba a negociar con Moscú la Guerra Fría.

Al final del gobierno de Reagan, el cantante mostró su lado más oscuro, en especial con "Sign O' The Times", un tema en el que arremete contra la crisis que veía configurarse en la sociedad estadounidense, y más en particular, la destrucción social producida por la epidemia de sida y el consumo de crack.

Hizo también su declaración sarcástica sobre el estado del mundo en el tema de 2004 "Dear Mr. Man", salido poco después de la intervención de Estados Unidos en Irak decidida por el presidente George W. Bush.

"¿Quién dijo que matar es un pecado / y luego comenzó todas las guerras en las que su pueblo ha estado metido?", se pregunta en su letra, abarrotada de alusiones bíblicas.

Su impacto político más duradero, sin embargo, no radica en sus canciones de protesta sino en su audacia estilística y musical.

Prince fue sin duda uno de los más grandes guitarristas de todos los tiempos, capaz de tocar con la guitarra en la espalda y los ojos vendados, en una época -los años 80- en la que los "guitar héros" eran en su mayoría blancos e integrantes de los grupos de "heavy metal".

Cuando se le preguntó a Eric Clapton qué se sentía ser el más grande guitarrista vivo, Eric Clapton respondió: "No sé, habría que preguntarle a Prince".

Presentándose durante años bajo el criptograma impronunciable de "love symbol" -para desconcierto de los medios que tuvieron que referirse a él como "el artista anteriormente conocido como Prince"-, tocando con zapatos de tacón alto, maquillado y a menudo en ropa interior, se creó una identidad que era a la vez hipersexual, heterosexual y andrógina.

Fue un dandy extravagante, al estilo de David Bowie. La imagen de Prince desentonaba particularmente en pleno furor del hip-hop, dominado por artistas negros cuyas palabras y actitudes eran deliberadamente machistas e hipermasculinas.

Judith Peraino, profesora de musicología en la Universidad de Cornell, subraya que Prince estaba rodeado de músicas mujeres a las que ubicaba en la parte delantera del escenario, y escenificaba las letras de sus canciones como la pareja sexual pasiva ante una mujer ("Do me baby").

"Fue muy revolucionario presentarse como masculino, heterosexual, pero con un lado pasivo, una masculinidad feminizada", agrega.

Prince creó así para los hombres negros un estilo de ser "sexuales, masculinos, pero no agresivos, sin denigrar a las mujeres sino, por el contrario, dándoles el poder".

Pero incluso con todo lo audaz y libertario que pareció, dio muestras también de incoherencia política.

En 1990, donó dinero al senador republicano de su estado natal, Minnesota (norte), Rudy Boschwitz, que no tenía ninguna relación con el cantante y había perdido frente a un icono de la izquierda, Paul Wellstone.

Convertido en testigo de Jehová durante los últimos quince años de su vida, dejó desconcertados a muchos de sus incontables fans gays cuando pareció en 2008 oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Sin embargo, menos de un año antes de su muerte dio un concierto privado en la Casa Blanca al presidente Barack Obama, un admirador declarado.

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