Alemania se mira en una exposición del Louvre como en un espejo deformado

  • Rodrigo Zuleta.

Rodrigo Zuleta.

Berlín, 13 abr.- La crítica alemana ha reaccionado con irritación a una exposición del Museo del Louvre que, según quienes la atacan, muestra una evolución del arte alemán que lo hace desembocar inevitablemente en el nacionalsocialismo y el estallido de la II Guerra Mundial.

Las reacciones dan la sensación de que los críticos alemanes se están mirando en la exposición del Louvre como quien se mira en un espejo deformado.

La exposición -"De l'Allemagne, 1800-1939"" (Sobre Alemania, 1800-1939)- surgió de una cooperación francoalemana, en el marco de las celebraciones del cincuentenario del Tratado del Eliseo, y está formada por cerca de 200 obras.

Los artistas representados van desde románticos como Gaspar David Friedrich, con sus paisajes sobrecogedores, hasta los expresionistas, e incluye también fragmentos de películas como "Metropolis" de Fritz Lang o "Olympia", producción realizada por Leni Riefenstahl por encargo de Hitler.

Además, hay un artista que se sale del marco cronológico de la exposición que es Anselm Kiefer, que abre la muestra que una obra típica suya en la que reflexiona, a través de la pintura, sobre la contradictoria historia alemana.

La idea era fortalecer las relaciones culturales entre los dos países y, según las declaraciones oficiales del Louvre, "entender mejor a nuestros vecinos".

Sin embargo, si se leen los comentarios en las páginas culturales de los diarios alemanes lo menos que se puede decir de la exposición es que ha sido origen de malos entendidos y desencuentros.

"Calificar de simplista la concepción de la exposición del Louvre es un eufemismo", escribió el crítico Adam Soboczyynski en el semanario "Die Zeit".

El "Frankfurter Allgemeine Zeitung", por su parte, ha reprochado al Louvre el haberse diseñado a su antojo una historia del arte alemán en la que termina reforzando todos los tópicos acerca del "vecino romántico, extraño, oscuro y peligroso".

Otro elemento es el planteamiento -siguiendo conceptos planteados por Nietzsche en "El nacimiento de la tragedia"- de una lucha en el arte alemán entre lo apolíneo, o lo claro, racional y definido, y lo dionisíaco, que tiende al desbordamiento irracional y a la oscuridad.

Lo anterior -pese a que para muchos es cuestionable- no sería tan grave si no se planteara la idea que precisamente esas características de lo que se podría llamar "el espíritu alemán" terminan desembocando, con el triunfo de los dionisíaco sobre lo apolíneo, en la barbarie nazi.

Este triunfo de lo dionisíaco, además, habría estado fomentado por ascenso de Prusia y la creación del imperio alemán, en Versalles, tras la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana.

Así, ha levantado suspicacias el hecho de que el cuadro "Kampf um Weib" (Lucha por la hembra, 1905), del expresionista Franz von Stuck, esté ubicado cerca de la proyección de "Olympia" de Leni Riefenstahl.

La irritación puede entenderse si se piensa que uno de los esfuerzos de los intelectuales alemanes en las últimas décadas ha sido tratar de mostrar que el camino hacia el nacionalsocialismo no estaba marcado por la fatalidad sino que hubiera habido muchos caminos alternativos posibles.

En el caso concreto del arte, la mayoría de los críticos recuerdan que en Alemania no hubo durante el siglo XIX, a diferencia de lo que ocurrió en Francia, una academia que dictara una línea oficial, lo que llevó a que la variedad de corrientes fuera bastante amplia.

Algunas de ellas, como el Biedermeier, eran una especie de antídoto al delirio de grandeza surgido por el ascenso de Prusia y además hubo artistas como Carl Spitzweg, a quien no se le da cabida en la exposición, que cuestionaba el nacionalismo y el irracionalismo desde una obra que tiende a la caricatura.

En medio de las reacciones polémicas, el críticos Willibald Sauerländer ha querido explicar las razones por las cuales en París la exposición tiene un gran éxito mientras que los alemanes de horrorizan cuando buscan su imagen en ella.

Según Sauerländer, los franceses se sienten fascinados precisamente por los elementos oscuros que encuentran en la cultura alemana y que, dice en una nota publicada hoy en el "Süddeutsche Zeitung", "echan en cara en medio de la claridad de la propia civilización".

Los alemanes, en cambio, aleccionados y traumatizados por los horrores de su historia real, "tienen miedo de la mirada en la profundidad y en la noche de su propio rostro".

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