Chavela Vargas se resiente de su "esfuerzo" en España y acaba en el hospital

Concha Barrigós.

Madrid, 12 jul.- Nueve mil kilómetros en avión, una multitudinaria rueda de prensa y un recital de una hora pero, sobre todo, 93 años "entre pecho y espalda" han pesado hoy en Chavela Vargas, que ha tenido que ingresar en un hospital madrileño para determinar "las causas" del "cansancio" que sufre.

Según han explicado fuentes de su entorno, la artista se encuentra "bien y consciente" pero los médicos han querido hacerle "una revisión general" antes de regresar el próximo domingo, como tiene previsto, a México.

La artista está ingresada en el Hospital de La Princesa donde permanecerá, al menos hasta mañana, para "revisarla a fondo", dijo a Efe la periodista María Cortina, amiga de Vargas, y explicó que no ha sufrido "otra cosa" que un "cansancio brutal" a causa del "gran esfuerzo" que hizo el martes.

Ese día ofreció en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se aloja desde el día 1, un recital junto a Martirio y Miguel Poveda en el que cantó durante una hora.

"Chavela -ha dicho Cortina- hizo un gran esfuerzo por entregarse plenamente a su público y, sobre todo, como ella misma me ha dicho esta tarde, a Federico García Lorca", señaló la periodista hoy en la presentación del libro de memorias "Dos vidas necesito".

La artista sufrió el miércoles "una especie de desvanecimiento" como "le suele pasar después de una presentación y ella se refugia como un animalito en su cueva".

Hoy, ha proseguido, seguía muy cansada y no querían tomar la decisión de volver a México el domingo como tenían previsto, sin que la viera un médico.

El corazón, ha asegurado, "lo tiene bien y además antes de viajar a España le hicieron una revisión en Cuernavaca y su cardiólogo dijo que 'si por el corazón de trata esta señora puede dar la vuelta al mundo'".

Cortina, coautora con Vargas, de "Dos vidas necesito" ha señalado que "como dice el libro, dos vidas necesita pero ella tiene tres".

Además ha explicado que "Chavela vino a Madrid a despedirse de García Lorca, de sus amigos. Ella, 93 años, intuía que podía ser la última vez y tenía en su alma la idea de que venía a despedirse y se entregó como un rockero de 20 años", ha dicho.

"He estado hace una hora en el hospital y me ha dicho: 'que chingada haces aquí. A España vinimos a trabajar así que, márchate'. Eso demuestra lo que es Chavela".

María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano (Costa Rica, 17 de abril de 1919) llegó el día 1 a Madrid para, por este orden, dar una rueda de prensa -el día 5-, el recital, con los poemas de García Lorca que recita en su último disco, "La luna grande", y presentar esta tarde la versión actualizada de sus memorias, "Dos vidas necesito. Las verdades de Chavela".

"Mi nombre es Chavela Vargas y estoy viva. Viva de tanto vivir (...). He vivido todo, todo lo tuve y nada me quedé. Voy a vivir riéndome de la vida el tiempo que me quede sobre la Tierra. Cansada pero en paz", proclama en el primer capítulo.

El libro, con anécdotas rigurosamente inciertas que contribuyen a su mito más que al rigor histórico porque cada vez que recuerda una verdad "la cambia en otra", lo escribió a medias con su amiga, la periodista María Cortina, en 2009 y ahora, para su edición española (Montesinos), se han incorporado fotografías y dibujos.

Sí cuenta Chavela -"con 'v' y no con 'b', para joder"- que estuvo en el infierno del alcohol durante 20 años empujada por la desesperación que le produjo la muerte de sus grandes amigos, Alvaro Carrillo (1969) y José Alfredo (1973), los que la ayudaban con su poesía y su música a salvar un dolor que siempre la ha acompañado y que nunca la ha doblegado.

Sin embargo, "pasa" de explicar, por ejemplo, por qué no estuvo en la celebración de su boda con un íntimo amigo del compositor Carlos Monsiváis, del que no da el nombre, qué razón había para que su padre la "castigara" con una niñez "absurdamente desdichada" y cuál fue el secreto que le dejaron en legado Diego Rivera y Frida Kahlo, "el amor de su vida".

Esta "yegua sin potrero" pregona que ha vivido siempre como le ha dado su "republicana gana", que ha dicho las verdades del barquero, sobria y "borracha" -"el tequila es el mejor invento del hombre", declara-, y que nunca ha escondido su predilección por las mujeres.

Poética y onírica, homenajea en su relato vital a su "cuate", su "compañero del alma", Federico García Lorca, el mismo que la ha sacado de su casa de Tepoztlán (Morelos), la ha subido a un avión tras siete años ausente de España y le ha hecho un poco más "livianos" sus 93 años de dolor y rebeldía, de "resbalones" y "tequilones".

Monsiváis decía de Chavela que sabía expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues, y su amigo Enrique Helguera señala en el prólogo de las memorias que si el primero llevo la canción mexicana a lo más alto, "ella la puso boca abajo".

Su forma de cantar, potente y desgarrada pero también sofisticada, sensual y tierna, ha atravesado con su androginia los temas de otros -"Luz de luna", "Sabor a mí", "Toda una vida"- y ya no han vuelto a ser los mismos, aunque si hay dos que serán por siempre Chavela Vargas son "La llorona" y "Macorina", tanto que a sus guitarristas les llaman "los macorinos".

"Decidí cantar lo menos parecido a los grandes. Me propuse cantar diferente, yo sola, sin mariachi, sola, con mi jorongo, mi pantalón de manta y mi guitarra. Y así fue como canté, desde el alma", relata en el libro.

Asegura que "igual" que su amigo José Alfredo, ella presentirá con exactitud el momento de su muerte, y que quiere que sus cenizas sean diseminadas al mar frente a la costa de Veracruz, "por la ruta de Quetzalcoatl y hasta la vereda tropical", y que su velorio sea "una gran fiesta".

"La barca en que me iré lleva una cruz de olvido", cantaba el martes, haciendo que Poveda llorara sin consuelo, esta mujer venida de "un mundo raro" y que habla de la muerte muy a menudo, aunque dependiendo del ánimo, la llame "la Señora Muerte o "la pinche pelona": "al paso que voy me estaré muriendo a los 105 años", desafía.

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