El barro y los morrungoi, "corazas" de los miembros de la Ruta Quetzal BBVA

  • EFE).- Es sabido que Panamá tiene un clima húmedo y que los mosquitos abundan, sobre todo en zona selvática, pero pocos expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA imaginaban que el barro y los morrungoi se les pegarían tanto como la coraza de Núñez de Balboa en su camino hacia "la mar del Sur".

Concepción M. Moreno

Puerto Limón (Panamá), 24 jun (ACAN-EFE).- Es sabido que Panamá tiene un clima húmedo y que los mosquitos abundan, sobre todo en zona selvática, pero pocos expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA imaginaban que el barro y los morrungoi se les pegarían tanto como la coraza de Núñez de Balboa en su camino hacia "la mar del Sur".

Rememorando aquel viaje que Vasco Núñez de Balboa (Jerez de los Caballeros, 1475-Acla, 1519) hizo 500 años atrás en busca de ese mar que bañaba tierra americana además del conocido -y surcado- océano Atlántico, los "ruteros" se adentraron en la selva del Darién partiendo de la comunidad emberá de Playona hacia la wounaan de Sinaí.

En una de las etapas más importantes de esta vigésima octava edición de la Ruta Quetzal BBVA, que tiene por lema "De la selva del Darién a la Europa de Carlos V", los expedicionarios debieron superar doce kilómetros de sendero embarrado por las lluvias caídas en las últimas jornadas.

A pesar de que los jóvenes no "llevaban puestas sus corazas", al estilo de los acompañantes en la empresa de Núñez de Balboa, como describe José Ramón Martínez Rivas en su biografía del explorador español, las mochilas y los sacos de dormir entorpecían sus pasos cuales modernas armaduras que "hacían insoportable la marcha".

"Ha sido una locura el barro", decía a Acan-Efe la chilena Bárbara Leyton en una breve parada durante la caminata.

La humedad, el cansancio y las lesiones fueron haciendo mella en los jóvenes, lo que obligó a los servicios médicos de esta expedición académico-cultural a redoblar esfuerzos a lo largo de la caminata y a evacuar a caballo a los más graves.

Y por si esto fuera poco, los morrungoi, unos diminutos mosquitos hematófagos, se pegaban sin que nadie lo advirtiese hasta que ya no había remedio: una diminuta gota de sangre quedaba sobre la piel como recuerdo de la visita de tan incómodo compañero de viaje.

Pero no todo fue negativo en esa caminata, ya que la solidaridad se extendió entre los "ruteros" cuando escaseaba el agua -que había que racionar hasta llegar al campamento en Sinaí- y las muestras de apoyo con los más débiles fueron constantes, comportándose como "una gran familia", como lo definió la ecuatoriana Camila Flores.

Las fuerzas del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), que velan por la seguridad de la Ruta Quetzal BBVA mientras se desplace por tierras del Darién, acompañaron la marcha de los más rezagados cerrando el grupo casi nueve horas después del inicio en Playona.

El Parque Nacional del Darién fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981 y Reserva de la Biosfera en 1983. En su interior hay una variada gama de hábitats, como playas arenosas, costas rocosas, manglares o pantanos de agua dulce.

A orillas de los ríos que lo bañan crecen poblaciones indígenas que viven, fundamentalmente, de la agricultura y se desplazan entre ellas por medio de barcas que construyen con maderas de árboles como pino amarillo o cedro amargo, entre otras.

Uno de sus habitantes, perteneciente a la comunidad emberá Canaán Membrillo, Litzander Conde, participa como expedicionario de la Ruta Quetzal BBVA y expresó a Acan-Efe su temor por la pérdida de los idiomas indígenas en favor del español.

Este hijo de emberá y wounaan reconoció que entre estas lenguas indígenas no se entienden, por lo que en su casa hablan español.

La hospitalidad de la comunidad de Sinaí, que ofreció alojamiento y comida a los expedicionarios, se vio recompensada con la entrega, por parte del subdirector de la Ruta Quetzal BBVA, Andrés Ciudad, de medicamentos y gafas, a solicitud de las autoridades locales.

Durante la jornada de convivencia con la comunidad, los jóvenes participaron en talleres para conocer costumbres locales, como la pintura que hacen sobre sus pieles, su artesanía o su botánica.

A partir de mañana, la Ruta Quetzal BBVA continuará la estela de Núñez de Balboa hacia "la mar del Sur" y el miércoles ascenderá el cerro Pechito Parado, desde el que, según la mayoría de historiadores, el explorador divisó lo que fue el primer paso hacia el descubrimiento del océano Pacífico. ACAN-

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