Estrella Morente, del luto a la celebración en el Carnegie Hall

  • Recordó a su padre, a Paco de Lucía y a Lola Flores. Cantó a García Lorca, Nueva York, Gardel o a sí misma. Y finalmente, Estrella Morente rompió la solemnidad del legendario Carnegie Hall bajando a la platea para cantar, como a ella le gusta, cerca del público un "Autorretrato" del luto a la celebración.

Mateo Sancho Cardiel

Nueva York, 8 mar.- Recordó a su padre, a Paco de Lucía y a Lola Flores. Cantó a García Lorca, Nueva York, Gardel o a sí misma. Y finalmente, Estrella Morente rompió la solemnidad del legendario Carnegie Hall bajando a la platea para cantar, como a ella le gusta, cerca del público un "Autorretrato" del luto a la celebración.

Salió de negro, sola y a capela entonó el llanto con el que empieza su último disco. "Ay papíco de mi vida, yo no puedo andar, se me han roto las alpargatas y me he cambiado un cristal". Era el "Pregón de las moras", y en uno de los auditorios con mejor acústica del mundo, Estrella Morente sonó hoy inmejorable y desgarrada.

La pequeña de los Morente, que actuó allí por segunda vez a sus 33 años dentro del Flamenco Festival, volvía y lloraba su orfandad, pero mostraba la manera de superarla a través de ese arte heredado. Lo hacía en esa "catedral", como ella misma decía, que desde pequeña vio cómo para Enrique Morente era un lugar de ilusión y de respeto.

La granadina había hablado un día antes del sentido de responsabilidad del artista. De cómo le gustaría no ser consciente de que estaba en el Carnegie Hall, sino poder actuar como en una fiesta flamenca informal, y su recital de hoy fue una lucha por arrancar al público la espontaneidad y hacerles olvidar también a ellos que estaban en un templo de la severidad musical.

Hacerles, en definitiva, gritar un "olé" o tocar unas palmas, algo que acabó consiguiendo.

Junto a ella su familia artística y de sangre, encabezada por José Carbonell "Montoyita", el mismo que acompañó en ese mismo escenario a Paco de Lucía y al propio Morente. Y el recital paseó por el flamenco más puro, por esos "Tangos Toreros" que cantan a Málaga, por las alegrías de Cádiz o la canción de su padre "Crisol", que hablaba de volcanes muertos y piedras vivas.

"Las cuerdas de la guitarra están llorando a Paco de Lucía", cantó también para otra de sus recientes pérdidas, esta vez artísticas, y poco después desapareció dejando al público a buen recaudo, con un espectacular solo de guitarra de "Montoyita", y otorgando un momento de gloria en el cante para su batería, Pedro Gabarre "Popo".

Pero Morente, en ese interludio, cambió el negro por el blanco, dijo "Vamos a disfrutar, que estamos en Nueva York" y empezó a ponerse al Carnegie Hall "por montera", dándose también al baile. Enrique Morente, claro, siguió presente, pero a través de la canción que escribió para ella, "Estrella". "Si yo encontrara la estrella que me guiara", rezaban una de sus estrofas.

Cantó a la ciudad de Nueva York a través de otro español que, como Paco de Lucía o ella misma, se había dado al mestizaje cultural en Manhattan, Federico García Lorca. "La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno", cantaba quien, en su último disco, ha abierto su abanico de colaboraciones a Michael Nyman o Path Metheny.

Hablando de abanicos, ella misma lo manejó con arte para homenajear a la familia Flores, encadenando y reversionando "Ay pena, penita, pena" y mentando a Lola Flores, "la Faraona", sumada a la concesión pop con "No dudaría", de su hijo Antonio Flores.

Para el final, dejó su promesa de "Volver", la reinterpretación flamenca que hizo del famoso tango de Carlos Gardel para la película de Pedro Almodóvar, y en la que, finalmente, decidió saltarse los protocolos del Carnegie Hall, buscó la escalera por la que acceder a la platea y, entonces sí, miró a los ojos a los asistentes, les dio la mano y se convirtió en anfitriona absoluta del auditorio.

Aunque como broche resultaba perfecto, por aquello de que no hay dos sin tres, y Estrella Morente parece predestinada a repetir este éxito una tercera vez, el público no dejó que se despidiera y clamó por unos bises, que, ya sin música sino con el coro formado por Enrique Morente Carbonell "Kiki", Antonio Carbonel y Ángel Gabarre, y atendiendo a la petición de la audiencia, dedicaron "La bien pagá".

Tras su paso por Nueva York, Morente proseguirá la que es su primera gira por Estados Unidos recalando en Cleveland (Ohio), en Berkeley, Sonoma y Los Ángeles (California), Washington y Savannah (Georgia).

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