Filme sobre asilados chechenos cerró Berlinale plagada de infancias convulsas

  • El filme "Macondo", en torno a un muchacho checheno asilado con su familia en Austria, cerró hoy el desfile de aspirantes al Oso de una Berlinale dominada por infancias convulsas, a merced de conflictos globales o privados de los adultos.

Gemma Casadevall

Berlín, 14 feb.- El filme "Macondo", en torno a un muchacho checheno asilado con su familia en Austria, cerró hoy el desfile de aspirantes al Oso de una Berlinale dominada por infancias convulsas, a merced de conflictos globales o privados de los adultos.

Una semana después de "Jack" -un niño alemán que ejerce de cabeza de familia mientras su madre sigue en la postadolescencia- "Macondo", dirigido por la germano-iraní Sudabeh Mortezai, llevó a la última jornada a concurso la historia de un muchacho de edad similar -doce años- que es puntal de un núcleo familiar.

Entre una y otra película, una decena de filmes abordaron la situación de niños o adolescentes descarriados, abandonados o simplemente víctimas de un modo u otro de los problemas generados por sus progenitores o el mundo en que habitan.

La estadounidense "Boyhood", de Richard Linklater, o la argentina "La tercera orilla", de Celina Murga, plasmaron en la Berlinale el cosmos de la infancia y la adolescencia; la alemana "Kreuzweg" expuso el mundo de una muchacha sometida al fanatismo católico; y "Aloft", de la peruana Claudia Llosa, retrató la búsqueda de la madre perdida.

"Macondo" cerró la ronda, compartiendo la jornada a competición con la japonesa "Chiisai Ouchi" -"The little House"-, una romántica y pulcra película de Yoji Yamada.

Fuera de concurso se exhibió "La belle et la Bete", un cuento mágico de Christophe Gans interpretada por Vincent Cassel.

Esta producción francesa alegró el día con su mundo de rubias princesas, bestiales galanes enamorados y simpáticas criaturas nacidas de la animación computerizada, tras un festival que trajo pocas estrellas a su alfombra roja.

La más mediático del festival vino fuera de concurso: el clan de George Clooney bailando la conga en la presentación de "The Monuments Men," y Lars von Trier, mudo pero mostrando una camiseta de "persona non grata", para la de "Nymphomaniac. Volume I".

El director de la Berlinale, Dieter Kosslick, había anunciado que el eje temático de este año sería la infancia castigada, junto con la migración, y en la excelente "Macondo" confluyen ambos aspectos.

No fue un fin de fiesta de los que acaparan flashes, pero la Berlinale renunció hace ya unos años a tratar de competir con Cannes en cuanto a estrellato.

En lugar de eso, el festival se ha concentrado en mostrar apuestas no siempre digeribles en los circuitos comerciales, a la espera de que el jurado liderado por el productor estadounidense James Schamus reparta los premios.

En medios berlineses se apunta a un "Oso alemán", tras un festival donde ha habido una muy amplia representación del cine anfitrión -cuatro filmes dirigidos por cineastas del país y diez coproducciones con financiación germana-.

"Boyhood" encandiló a la Berlinale con su "american way of life" que Linklater rodó a lo largo de doce años y se sitúa en cabeza de la quiniela oficiosa que publica el diario berlinés "Der Tagesspiegel".

De quedarse el Oso en Alemania, la más firme candidata es "Kreuzweg", el vía crucis de una muchacha bajo los dogmas de la Hermandad de Pío XII, según el ránking de la revista "Screen" de la Berlinale (que no incluye las últimas dos jornadas).

La gran apuesta del "mandamás" de la casa, Kosslick, era el cine latinoamericano y el asiático. En esas dos órbitas, los mejor acogidos fueron, respectivamente, "La tercera orilla" -filme apadrinado por Martin Scorsese y con subvención previa del World Cinema Fund de la Berlinale-, y el western chino "Wu Ren Qu".

Todo ello, sin olvidar una película que impactó por su capacidad de sumergir al espectador en el conflicto norirlandés, "'71", del francés Yann Demange, a la que pocos rebatirían el derecho a un Oso.

Schamus y el resto de los miembros del jurado pueden seguir la regla no escrita de no dejarse guiar por ninguna quiniela y optar por dar la sorpresa.

La Berlinale tiene un buen historial de decisiones no siempre ajustadas a la opinión general e incluso algún "Oso" que luego nunca encontró quien lo estrenara en salas comerciales -el más célebre, la "Carmen" sudafricana, Oro en 2005-.

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