Francesco Tristano: "El piano siempre ha sido un instrumento del futuro".

  • Lejos de ceñirse a los cánones de su profesión, el pianista de origen luxemburgués Francesco Tristano siempre ha combinado en su música a autores clásicos con sonidos electrónicos, una convivencia factible, en su opinión, gracias a que "el piano siempre ha sido un instrumento del futuro".

Alberto Peñalba

Madrid, 27 nov.- Lejos de ceñirse a los cánones de su profesión, el pianista de origen luxemburgués Francesco Tristano siempre ha combinado en su música a autores clásicos con sonidos electrónicos, una convivencia factible, en su opinión, gracias a que "el piano siempre ha sido un instrumento del futuro".

Principios que se materializan en álbumes como "BachCage", su último trabajo, con el que trata de introducir en "un discurso contemporáneo" a dos compositores inmortales: Johann Sebastian Bach y John Cage.

A pesar de separarles varios siglos, el joven intérprete considera que ambos mantienen "cosas en común", como la importancia que otorgan al ritmo, provocando que la transición entre piezas sea "fluida y sin interrupciones".

"En esta exposición soy el comisario que prepara el camino al público", señala en referencia a la "historia" que pretende transmitir con este CD, en la que Bach y Cage se enzarzan en un diálogo que el propio Tristano inicia con una composición de su autoría.

Esta búsqueda de nuevos usos para un repertorio clásico también se ve reflejada en las labores de producción, de las que se ha encargado Moritz von Oswald, junto a quien recuerda haber mantenido sesiones de grabación muy intensas debido a su incansable búsqueda del "sonido ideal".

"Es un disco de piano producido con máquinas de música electrónica", explica el pianista, quien a sus treinta años ha colaborado con formaciones como la Orquesta Nacional Rusa, la Orquesta Nacional de Lille (Francia) o la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo.

Genio precoz para muchos, Tristano no se ve a sí mismo como tal en un mundo en el que "las estrellas se crean cada vez más jóvenes", tanto en la escena pop como en los círculos más clásicos.

Algo posible a carreras como la suya, la cual arrancó a los cinco años cuando "la curiosidad" lo atrajo hasta un instrumento que siempre había visto en su casa: el piano.

"Con doce o trece años ya tenía claro que quería hacer música", reconoce el pianista, quien poco tiempo después comenzaría a componer, improvisar e incluso a desarrollar su propio sonido.

No fue sin embargo hasta los dieciocho años, durante una estancia de estudios en Nueva York, cuando "explorando el mundo de la noche" quedó fascinado por la música electrónica, la cual lo atrajo por sus detalles técnicos.

"Aunque sea un pianista clásico al final fue un descubrimiento bastante orgánico", señala el artista, quien pronto comenzó a investigar con sintetizadores y a colaborar con figuras del techno como el productor Carl Craig, junto a quien inició una relación profesional que todavía mantiene.

Admirador de corrientes como el Detroit Techno o los álbumes del sello inglés Warp, confiesa que en la actualidad sus gustos tienden a la "electrónica más abstracta".

Afincado en Barcelona desde hace ocho años, destaca de esta ciudad su "dinámica artística" y su ambiente marítimo, factores que han alargado su estancia, prevista en principio para tres meses, de forma indefinida.

Explorador musical en potencia, por el momento prefiere profundizar en las relaciones entre el piano y lo electrónico que lanzarse en nuevas direcciones estilísticas. "Esto es el principio, me llevará muchos años", concluye.

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