"Hannah Arendt" o la provocación del pensamiento libre

  • La directora alemana Margarethe von Trotta recrea un duelo entre el pensamiento libre y la obediencia ciega en su última película, "Hannah Arendt", la historia de esta judía exiliada, filósofa y periodista, que cubrió para el New Yorker el juicio del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann.

Magdalena Tsanis

Madrid, 12 jun.- La directora alemana Margarethe von Trotta recrea un duelo entre el pensamiento libre y la obediencia ciega en su última película, "Hannah Arendt", la historia de esta judía exiliada, filósofa y periodista, que cubrió para el New Yorker el juicio del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann.

En la sala del juicio, en Jerusalén, Arendt, interpretada por Barbara Sukowa, espera encontrarse al demonio, pero cuando ve a Eichmann dentro de su jaula de cristal y escucha en primera persona a uno de los máximos responsables del holocausto, descubre a un "don nadie", un "fantasma resfriado" que basa su defensa en la lealtad y la disciplina, nada personal.

"Para los supervivientes habría sido mucho más fácil que Eichmann hubiera sido un monstruo, un satanás, y no una persona normal y corriente; es mucho más difícil aceptar que no lo fue y que hubo tantos otros como él", señaló von Trotta en una entrevista con Efe.

Fue esa experiencia de confrontación con el teniente coronel nazi la que llevó a Arendt, alumna de Heidegger, a elaborar su famosa teoría sobre la "banalidad del mal", concepto hoy esencial en cualquier debate sobre el nazismo pero que en su día levantó una oleada de furia entre sus coetáneos y en especial en la comunidad judía.

"Muchos la acusaron de falta de empatía, dijeron que ella no sufrió tanto el Holocausto y que por eso fue más comprensiva", explica la directora, única representante femenina del "Nuevo cine alemán" de los setenta.

Pero, según testimonios de su círculo más íntimo recogidos para la película, lo cierto es que Arendt se prohibió a sí misma hablar de su sufrimiento, porque se consideraba ante todo una filósofa.

La película de von Trotta, que se presenta esta semana en el Festival de Cine Alemán de Madrid y llegará a las salas el 21 de junio, aborda también la faceta más íntima de la escritora, sus relaciones de pareja y de amistad, que arrojan una imagen cálida y alejada de la arrogancia intelectual que le reprochaban sus detractores.

En cuanto a Eichmann, la directora alemana no quiso a ningún actor para interpretar el papel, por lo que optó por incluir grabaciones originales del juicio.

"Quería que estuviera el verdadero Eichmann", afirma, porque en esas imágenes originales es "donde mejor se aprecia la mediocridad" del personaje.

La cinta es una reivindicación del pensamiento libre, lo que a menudo implica asomarse al "lado oscuro" de la Historia.

"Cada país tiene sus zonas oscuras. Francia por ejemplo ha tardado mucho en reconocer que entregaron a sus judíos a los nazis, 70.000 judíos franceses murieron en los campos de concentración. Y aquí seguramente habrá temas relacionados con Franco y la Guerra Civil, que algunos se esforzarán por sacar a la luz pero habrá muchos que no lo hagan".

Von Trotta ya se acercó al tema del nazismo y el holocausto en "La calle de las rosas" (2003), un episodio de resistencia protagonizado por un grupo de mujeres judías en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial en el que colaboró con la misma guionista, Pam Kats.

Y es que la mujer es esencial en su cine y más concretamente una mujer fuerte, luchadora y de pensamiento singular, como la visionaria y polifacética abadesa Hildegard de "Visión" (2009) o la la líder del movimiento obrero europeo Rosa de Luxemburgo a la que retrató en una película con su mismo nombre en 1986.

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