Madrid, 25 mar.- Registrar el tiempo, darle expresión, fue una constante en el trabajo de la artista Hanne Darboven (Munich,1941-Hamburgo, 2009), figura central en la historia del arte alemán posterior a la Segunda Guerras Mundial a la que el Museo Reina Sofía dedica una gran exposición.
"El tiempo y las cosas. La casa-estudio de Hanne Darboven" es la primera muestra individual que se dedica en España a una de las artistas alemanas que mayor relevancia internacional ha alcanzado desde su irrupción en el mundo del arte a finales de los años sesenta.
Organizada por el Museo Reina Sofía y Deichtorhallen Hamburg-Sammlung Falckenberg en colaboración con la Fundación Hanne Darboven, la exposición lleva a Madrid una parte importante del taller de trabajo de la casa familiar en la que vivió la artista que actuó como cronista del tiempo, desarrollando formas de marcar el presente y registrar el pasado.
Junto a los numerosos objetos del estudio, se exhibe una selección de más de ochenta obras de Darboven, algunas de ellas inéditas como las series Kosmos (1985) y Kästchenmodelle (2007).
El comisario de la exposición, Joao Fernandes, recordó que en su casa-estudio no solo tenía sus propias obras sino que acumulaba regalos de amigos artistas y objetos de uso cotidiano, artesanía, souvenirs y curiosidades de todos los rincones del mundo.
Animales disecados, esculturas africanas, maniquíes, juguetes, maquetas de barcos, jarrones y ceniceros, joyeros, cajas de puros, latas de té y de café, artículos promocionales y chismes de toda clase, se encuentran entre estos artículos.
Fernandes comentó el contraste entre el aspecto cartesiano de la obra de Hanne Darboven y la naturaleza multiforme y variada de su colección. "Revelar el universo de su casa-estudio en el espacio expositivo de un museo suscita el planteamiento de la obra de la artista a partir de su vida y viceversa".
Darboven produjo durante décadas "construcciones numéricas" realizadas a mano como medio de expresión fundamental. Para esta artista conceptual, los números no sólo representan un lenguaje artificial universal sino que le permiten registrar el paso del tiempo.
A partir de 1973 introdujo en sus obras textos de diversos autores y posteriormente fue incorporando documentación visual como fotografías y otros objetos con los exploraba aspectos específicos y diferentes del tiempo y de la historia.
Amiga de Sol LeWitt y Lawrence Weiner, sus primeras series de dibujos sobre papel milimetrado con listas de números dieron como resultado complicadas adiciones o multiplicaciones con fechas de calendario, horas y días de la semana.
El recorrido por la exposición se inicia con las primeras obras de los años 1960 a 1965, como sus paneles de madera, tornillos y pintura, en las que ya se aprecia su personal sistema de representación basado en la serie y la secuencia.
Parte importante de este recorrido está dedicado a su estancia en Nueva York entre 1966 y 1968, durante los que formuló los fundamentos esenciales de toda su obra posterior.
Otro espacio se centra en el trabajo de Darboven cuando, tras la muerte de su padre a finales de 1968, regresó a la casa familiar e instaló en la buhardilla su primer taller. Es allí donde crea la serie de "calendarios" que, de 1971 a 2008, la artista fue colgando y llenando de citas, fechas de aniversario, viajes y otras anotaciones.
La exposición, en la que se puede contemplar obras como "Milieu" (1980) y "Hommage à Picasso" (1995/2006), se cierra con Kästchenmodelle (2007), series de bloques de madera y variaciones en las que Darboven trabajó durante los últimos años de su vida.
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