Javier Sierra reescribe su pasión por Napoleón en "La pirámide inmortal"

  • Pilar Martín.

Pilar Martín.

Madrid, 11 sep.- Rodeado de la magia egipcia que se respira en el templo de Debod de Madrid, el escritor Javier Sierra ha presentado su última obra, "La pirámide inmortal" (Planeta), un "remake" de "El secreto egipcio de Napoleón", novela que escribió en 2002 y que, como el propio autor reconoce, era un texto "fallido".

Aunque le costó "horrores" reconocer que aquel libro, escrito cuando contaba 30 años, resultaba "oscuro" y "demasiado esotérico", por lo que se trataba de una "novela fallida", Sierra consiguió llegar a la conclusión de que tenía dos opciones: "la actitud de la avestruz o tratar de enmendar ese error", confiesa a Efe.

Y así, y con la convicción de que el único que puede "reescribir sus propias novelas es el propio autor", reconoce que hizo un ejercicio de autocrítica y se dispuso a quitar "esos puntos negros" que le sobraban a aquel texto inicial, y poner el acento en dos asuntos novedosos, también respecto al resto de sus obras, que "El secreto egipcio de Napoleón" no tenía.

Para Sierra (Madrid, 1971), "La pirámide inmortal", su novela "más completa" que ya va por la segunda edición tras salir a la venta el 27 de agosto, pone de relieve la existencia del "Maat" (concepto egipcio de equilibrio), y el concepto de amor como "único antídoto eficaz contra la muerte", algo que "no veía" hace más de dos décadas.

Amor, erotismo, conceptos que este escritor con alma de "guía de Egipto" introduce en esta obra que aborda el enigma que existe entorno a la noche que el emperador francés pasó en la cámara del rey de la Gran Pirámide de Egipto.

En concreto fue en la noche del 12 al 13 de agosto de 1799 cuando Napoléon Bonaparte durmió a solas en el interior de este majestuoso edificio por decisión propia y tras esta experiencia este general pasó a ser considerado como un héroe entre sus tropas.

"Aunque os lo contara no os lo íbais a creer", fueron las palabras con las que respondió a las personas que lo esperaban en la salida.

"La verdad es que es un libro muy curioso porque, ante la imposibilidad de resolver qué le pasó a Napoleón Bonaparte esa noche, tras la que le cambió tanto su ánimo - añade Javier Sierra- la única respuesta plausible solo podía venir de intentar vivir esa experiencia".

Y así lo hizo Sierra, en 1997 "bebió de esa fuentes mágicas" y consiguió emular a Napoleón, teniendo como resultado una "experiencia tremenda".

"Me metí en la pirámide un poco llevado por la osadía y la ignorancia, me enfrenté a 6 o 7 horas de una absoluta tiniebla, no pude pegar ojo, sentí que me disolvía en la oscuridad y casi me sentí morir. Cuando salí, y volví a la luz del día, sentí una cosa que no he vuelto a sentir en mi vida, esa sensación de haber renacido, una catarsis", agrega.

Un renacer que se convirtió también en un cambio vital: el de dejar la profesión de periodista y convertirse en el escritor que conocemos hoy.

Algo volvería a vivir. Si pudiera regresaría, con la oscuridad como cómplice, a esa cámara mágica, y lo haría para volver a "sentir la fragilidad como humano", afirma.

"Eso es lo que uno siente, te hace ser mejor a la hora de tomar decisiones", concluye este escritor convertido, por obra y gracia del templo de Debod, donde ayer se reunió con un grupo de periodistas, en un "gran sacerdote egipcio".

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