La génesis del cine de terror moderno, en el libro "Sesión Sangrienta"

  • Carpenter, Craven, Hopper, Cunningham y O'Bannon son nombres imprescindibles del cine de terror que, gracias a unas características y circunstancias concretas, reinventaron todo un género y pusieron patas arriba la industria. Lo cuenta Jason Zinoman en su libro "Sesión Sangrienta".

Carlos Palencia

Madrid, 29 oct.- Carpenter, Craven, Hopper, Cunningham y O'Bannon son nombres imprescindibles del cine de terror que, gracias a unas características y circunstancias concretas, reinventaron todo un género y pusieron patas arriba la industria. Lo cuenta Jason Zinoman en su libro "Sesión Sangrienta".

A lo largo de más de 200 páginas, este periodista del New York Times y estudioso del cine, desgrana, con testimonios y anécdotas, las claves de la génesis del cine de terror moderno, hasta configurar el mapa completo de una corriente artística cuya influencia sigue muy presente en nuestros días.

A mediados de la década de los 60, el cine de terror en Estados Unidos languidecía. Antaño estrellas, actores como Boris Karloff o Vincent Price apenas despertaban el interés del público y productores como Roger Corman o William Castle habían saturado el mercado con sus clónicos largometrajes.

El terror, considerado por prácticamente toda la crítica como un género menor, se había estancado, debido a la repetición de fórmulas y a la escasez de nuevas ideas.

Es entonces cuando, gracias a un mayor aperturismo ideológico, circunstancias políticas convulsas y la influencia del suspense de Alfred Hitchcock o la violencia gráfica del italiano Mario Bava, surgió una nueva generación de excéntricos directores dispuestos a rebelarse contra el sistema.

Así nació el Nuevo Terror, una forma de hacer horror más realista y alejada del excesivo componente fantástico que había caracterizado al género, con ejemplos pioneros y exitosos como "La semilla del diablo" (1968) de Roman Polanski, "La matanza de Texas" (1974) de Tobe Hopper o "Halloween" (1978) de John Carpenter.

Un cine más violento, crudo y explícito, que, según Zinoman, supo alcanzar miedos más profundos y universales que las películas clásicas de monstruos, al potenciar lo desconocido y lo incomprensible, prescindiendo de las largas explicaciones sobre el motivo de las maldades que se suceden en pantalla.

En este sentido, el autor destaca "El héroe anda suelto" (1968) de Peter Bogdanovich, como una de las primeras películas en las que no se explicaban las motivaciones del asesino, lo que la hacía más terrorífica.

Y es que, como cuenta Zinoman en su ensayo, el mejor cine de terror es aquel que sume al espectador en la confusión y le impide pensar, porque el verdadero miedo aisla a las personas de lo que las rodea.

Una idea que planea constantemente a lo largo del libro y que se ve reforzada por declaraciones como las de William Friedkin ("El exorcista", 1973), quien señala que "el auténtico horror consiste en no poder explicar el mal".

Para reforzar su tesis, Zinoman explora las primeras películas y los orígenes artísticos de cineastas como Wes Craven ("La última casa a la izquierda", 1972), Brian de Palma ("Carrie", 1976), Dan O'Bannon (guionista de "Alien", 1979) o George A. Romero ("La noche de los muertos vivientes", 1968).

De este último, el autor resalta el punto de inflexión en el género que supuso el subtexto político y racial de "La noche de los muertos vivientes", un filme que, además, demostró a muchos cineastas en ciernes que se podía hacer una película de terror influyente con poco presupuesto y sin un gran estudio detrás.

Así, Zinoman defiende en su ensayo la dignidad del terror, un género que considera tan válido como cualquier otro y recuerda al lector que directores que revolucionaron Hollywood como Steven Spielberg o Francis Ford Coppola, se iniciaron en este tipo de producciones, con "Dementia 13" (1963) o "El diablo sobre ruedas" (1971).

Pero, además de repasar clásicos imprescindibles en "Sesión sangrienta", el autor también descubre al lector joyas ocultas y fundamentales, como el cortometraje "Foster's Release" (1971) de Terrence Winkless, que casi 10 años antes que "Halloween" de John Carpenter, expuso algunos de los pilares del cine de asesinos enmascarados.

Probablemente el libro no aporte datos realmente nuevos a los eruditos y más versados en el terror, pero les ayudará a ordenar las piezas que ya conocen, y a ser conscientes del papel que juegan muchas de estas películas en la estructura sobre la que se sostiene actualmente este exitoso género cinematográfico.

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