Las otras facetas de Murillo, en veinte documentos

  • En el Archivo Histórico de Sevilla se verán textos, grabados originales y recursos museográficos del autor.
Murillo
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El Archivo Histórico de Sevilla abre las puertas de una exposición de veinte documentos que acercan, desde el punto de vista historiográfico, otras facetas de Murillo, planteando un personaje insertado en la ciudad y muy interesado en el progreso de la escuela pictórica sevillana y en el bienestar de su familia.

A través de estas fuentes documentales se ofrece una visión histórica que reconstruyen varias facetas de la biografía de Murillo, acompañadas de textos, grabados originales y recursos museográficos, ha explicado Pablo Hereza, uno de los comisarios.

La exposición pretende descubrir esa parte histórica de Murillo, sin juicios de valor ni interpretación, "solo con lo que la documentación nos puede enseñar del pintor", ha explicado.

Entre los documentos se pueden observar algunos muy tempranos, de 1633, hasta otros finales en su vida como la almoneda de sus bienes.

Un Bartolomé Esteban Murillo que está muy insertado en la ciudad, distinto a como se ha visto hasta ahora, muy interesado en el progreso de la escuela pictórica sevillana, en el bienestar de su familia y que tenía una posición económica importante por sus ingresos, lo que le permitía participar en el comercio americano.

Una de las partes más importantes de la exposición es la dedicada al aprendizaje del arte de la pintura, donde se exhiben documentos relacionados con la primera formación del pintor y el primer contrato de un mozo en el taller de Murillo.

La empresa familiar barroca para Murillo se muestra a través de tres documentos, el testamento de 1633 con 15 años, cediendo los derechos de sus arrendamientos a su sobrina Tomasa con motivo de un viaje a América previsto que no realizó, y otros dos que demuestran su cordial relación con el barbero cirujano Juan Agustín Lagares, segundo marido de su hermana Ana, a quien tutelaba.

El bienestar familiar, muy importante para el pintor, se expone a través de un apoderamiento que realizó antes de su breve viaje a Madrid en 1658; la adquisición de unos arrendamientos y la donación de una esclava para el servicio de su hija Francisca.

También se exhiben algunos documentos sobre los importantes ingresos económicos que recibió, a través de sus obras, como la carta de pago de "El nacimiento de la Virgen" para una capilla privada, pero también en gestión del patrimonio con los subarrendamientos y los cambios constantes de vivienda.

Precisamente sobre esa "itinerancia doméstica" se muestran varios documentos de arrendamiento para cambiar de casa, posiblemente para adaptar los espacios a sus nuevas necesidades pictóricas y a los integrantes de su familia, o incluso para alejarse de los recuerdos por numerosos fallecimientos, desde su esposa a siete de sus hijos.

La unión de la religión con Murillo y con Sevilla se representa mediante ese ingenio iconográfico que el pintor aporta a los encargos públicos que se suceden y a otros modelos vocacionales para el ámbito privado como la Magdalena penitente.

La exposición la cierra la almoneda de sus bienes en 1682, que descubre el escaso número de pinturas de su mano custodiadas en su casa, lo que demuestra que sus ejecuciones se hacían por encargo y su producción tenía rápida salida en el mercado de la devoción.

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