Los aires festivos de la "Belle Époque" reconquistan el Petit Palais de París

  • Los aires festivos de la "Belle Époque", ese periodo de principios del siglo XX en el que París se convirtió en el epicentro artístico mundial, reconquistan el Petit Palais de la capital francesa con una gran exposición.

París, 1 abr.- Los aires festivos de la "Belle Époque", ese periodo de principios del siglo XX en el que París se convirtió en el epicentro artístico mundial, reconquistan el Petit Palais de la capital francesa con una gran exposición.

El museo, construido precisamente con motivo de la Exposición Universal de 1900, evoca el esplendor que se adueñó de la ciudad francesa entre 1895 y 1915 a través de la exhibición "París 1900, la ciudad espectáculo", que se podrá visitar desde mañana hasta el 17 de agosto.

Con más de 600 obras reunidas para revivir la efervescencia cultural de aquellos tiempos, la muestra quiere convertirse en "un contrapunto a todas las conmemoraciones del centenario de la Primera Guerra Mundial" y recordar el espíritu de fiesta que precedió al conflicto bélico, explicó a Efe una de las comisarias de la exposición Gaëlle Rio.

El estilo de vida parisiense, donde el arte ocupaba un lugar central, tuvo su mejor escaparate en la Exposición Universal de 1900, que atrajo a 51 millones de visitantes y en la que se exhibieron las líneas sinuosas de los muebles del "art nouveau", inspirados en las formas de la naturaleza.

Esta corriente, con influencias del arte japonés, supuso una ruptura con la tradición académica y fue una innovación también por su deseo de abarcar todas los ámbitos de la creatividad, algo que se concretó en el conocido como principio de la unidad del arte.

Por eso, ahora el Petit Palais, además de exhibir algunos de estos muebles, apuesta por trazar un completo panorama artístico de la época, que incluye también la pintura, las artes gráficas, la moda y el cine.

El impresionismo en boga y el simbolismo convivían con los últimos destellos de la pintura histórica académica, en un momento en el que, "a pesar de que no emergieron corrientes artísticas mayores", París atraía a artistas que iban a la ciudad tanto para formarse en sus escuelas como a vender sus obras, señaló Rio.

Los pintores Ignacio Zuloaga, Paul Cézanne y Claude Monet o los escultores Aristide Maillol y Auguste Rodin fueron algunos de los talentos que convergieron en la capital francesa y que se beneficiaron de un mercado de arte en pleno desarrollo, gracias a marchantes como Georges Perit y galeristas como Ambroise Vollard.

En la moda surgió el "mito de la parisina", con una elegancia sobria que encarnaban desde las mujeres de la alta sociedad hasta las responsables de repartir los encargos de modistas como Charles Frederick Worth y Jeanne Paquin, según la comisaria.

La exhibición recuerda también la noche parisiense, protagonizada por espectáculos diversos en "music-halls", teatros y la ópera Garnier, donde triunfaban obras como "Pelléas et Mélisande", de Debussy, y "Aiglon", de Rostand.

Había también algunos pioneros que apostaban por el cine emergente, algo que el museo rememora con la proyección del "Viaje a la luna", de Méliès.

Los cabarets míticos, como el Moulin Rouge y el Chat Noir, se convirtieron en fuentes de inspiración para artistas como Toulouse-Lautrec, que hizo de estas distracciones uno de sus temas favoritos y un icono de la época.

Y es que, aunque la "Belle Époque" tiene algo de mito que perdura hoy en día gracias, en gran medida, a las películas ambientadas en este periodo, el concepto surgió ya en la misma época y no como un contraste con el horror de la Primera Guerra Mundial.

Según la comisaria de la exposición, ya en aquel entonces "había una voluntad por parte de París de mostrarse como la capital del arte, la capital del mundo", y la Exposición Universal de 1900, la sexta que organizaba la ciudad de la luz y que inauguraba el siglo XX, sirvió para proyectar esta imagen.

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